Sáb 09.07.2016

DEPORTES  › NATACION MATíAS OLA ENCARA EL DESAFíO DE LOS SIETE OCéANOS

“Nado por la inclusión social”

El tucumano se mueve en aguas abiertas y su escenario preferido de entrenamiento es el Glaciar Perito Moreno. En su próxima prueba buscará unir el mundo promoviendo mensajes de paz, amistad, y destacando la importancia del medio ambiente.

Matías Ola empezó a nadar a los 21 años, y hoy en día, es el único nadador extremo y de aventura argentino. Oriundo de Tucumán, en cada uno de sus desafíos promueve mensajes de paz, amistad, inclusión social y la importancia del cuidado del medio ambiente. Lleva nadados 2.362 kilómetros. Recorrió 34 países a lo largo de sus diferentes desafíos. Participó en 53 expediciones, y recibió 14 distinciones. Sus números hablan por sí solo. Además, es un avezado nadador en aguas de baja temperatura. Su escenario favorito de entrenamiento es el Glaciar Perito Moreno. En diálogo con Página/12 se refirió al desafío de los siete océanos, su próxima prueba.

Esa aventura comenzará en octubre con los 40 kilómetros del Canal de Catalina, entre la isla de dicho nombre y el estado de California. Luego hará lo mismo en el Canal de Molojkai (Hawaii), Estrecho de Cook (Nueva Zelanda), el Canal del Norte, entre Escocia e Irlanda del Norte, el el Canal de la Mancha (Inglaterra-Francia), el Estrecho de Gibraltar (España-Marruecos), y el Canal de Tsugaru entre las islas de Honshu y Hokkaido de Japón. También profundizó sobre sus comienzos en la natación, los mensajes que promueve y las distintas pruebas que ha superado.

–¿Cuándo comenzó a nadar?

–Aprendí a nadar a los 21 años. Me inicié en la disciplina porque era asmático, entonces tenía tratamientos mensuales para esta enfermedad y los médicos me decían que tenía que practicar deportes. Me probé en varios de ellos, y finalmente terminé en la natación.

–¿Cuál era su sueño cuando se inició en el deporte?

–No tenía ningún sueño sino la ilusión de encontrar el deporte que por fin pudiera practicarlo. Cuando me inicié en la natación, vi que mi cuerpo se desarrollaba, y ahí empecé a ver cuál podía ser mi sueño en el camino de la natación. Comencé a participar en torneos regionales. Luego llegó un sudamericano en Córdoba y finalmente arribé a Buenos Aires. Todo fue paso a paso.

–¿Cuándo tuvo su primer contacto con el océano y el mar?

–Tenía 27 años. Decidí nadar en aguas abiertas, y dejar de competir en piletas. Estuve en el CENARD dos años. Pero como había comenzado a los 21, no tenía futuro en la disciplina porque me faltaban varios años de entrenamiento. Y mi entrenador me dijo por qué no probaba nadar en aguas abiertas. Quería salir del estrés de la competencia y empecé a investigar que había nadadores en el mundo que hacían travesías. Esto es, nados en el mundo con objetivos sociales. Y ahí comencé con el proyecto de unir los cinco continentes. Me encantó el mensaje de unir los continentes nadando. Me puse a entrenar, y mi primer contacto con el mar fue en Mar del Plata, a los 27 años.

–¿Por qué decidió crear el proyecto unir el mundo?

–El proyecto unir el mundo, fue mi primer desafío de nadar en aguas abiertas. Escuché que lo había logrado un dominicano en 2010. Vi que lo hacían con trajes de neoprene, y yo decidí nadar sin ellos, ya que no era un nadador conocido. No era Meolans, entonces tenía que hacer algo diferente para destacarme. Y ahí comencé con mis entrenamientos de invierno en Mar del Plata, Bariloche, y llegué hasta el Calafate.

–¿Qué lo llevó a aceptar el de- safío de los siete océanos?

–Poder cumplir el desafío de los cinco continentes. El hecho de lograr esa travesía, ya que todo fue el resultado de mucho esfuerzo y sacrificio, me llevó a aceptar este nuevo desafío. En esa prueba, pudimos lograr que los países a los que fuimos a nadar nos apoyaran y recibieran nuestro mensaje. Hacíamos migraciones en el mar. Fue llamativo el resultado que logramos en unir el mundo, de que no solo era un proyecto con un nombre bonito, sino que se podía hacer realidad. Los siete océanos es uno de los desafíos más difíciles de aguas abiertas que hay en el mundo, ya que solo seis nadadores lo pudieron hacer en la historia. Se compara con el desafío de las siete cumbres, de los montañistas. Eso evidencia el grado de dificultad. Son 13 países que uno tiene que llegar, son siete travesías sin traje de neoprene. Ni siquiera un sudamericano logró hacer algo parecido. Y eso me incentiva a seguir compartiendo el proyecto de unir el mundo.

–¿Cómo se está preparando para el desafío?

–La preparación y la adaptación son de cuatro meses, antes de cada prueba, normalmente, y la realizo con mi entrenador. Estamos en la etapa de buscar los auspicios y la financiación, y el mejor mensaje que podamos entregar a la sociedad y los países que recorramos. Pensamos hacerlo en dos años, pero puede ser que sean más. No es nada fácil nadar en Hawai o en Nueva Zelanda, ya que tenemos que coordinar con personas que viven en esos puntos para que nos puedan preparar las embarcaciones o estudiar cuál es el mejor clima para hacer el cruce. Además, tengo pendiente llegar a nadar en la Antártida en este año, dado que se cumple el aniversario por el Bicentenario de nuestra Independencia. Soy tucumano, y quiero llevar ese mensaje sin traje de neoprene.

–¿Quiénes conforman su equipo?

–Camila, que se ocupa de lo audiovisual. Mi entrenador, Pablo Testa, que trabaja conmigo en todo lo relacionado a la preparación física, y en mis viajes es mi guía, fuera del agua. Después está Cristian Espínola, que es guardavidas y nadador de rescate, que vela por la seguridad de todos, en los lugares en lo que entrenamos. Esas cuatro personas integran mi equipo.

–¿Qué mensajes promueve?

–Inicialmente, con mi proyecto unir el mundo, quería demostrar un mensaje personal, relacionado con Tucumán, que es mi provincia, y tenía que ver con el fácil acceso a los centros deportivos, y su construcción. Se relacionaba con la inclusión social. Con ese mensaje empecé a nadar, y trabajo hasta el día de hoy. Incluso trabajé con empresas que donaron material para poder construir un centro deportivo. También compartí mensajes de paz, de amistad, y de unión con otros países. Y en este, el de los siete océanos, queremos llevar el mensaje de la importancia de cuidar el medio ambiente. A lo largo de mis distintos desafíos, comprobé lo sucios que son los océanos. Por eso me interesé en difundir ese mensaje. De hecho, estoy trabajando en una campaña que se llama SOS Mundo, que significa el nado en los siete océanos.

–¿Qué desafío le gustaría realizar luego de este?

–Me gustaría promocionar los destinos de Argentina para nadar en aguas frías, a través del turismo aventura. Ese es un proyecto personal. Además, me gustaría llegar a nadar en el Polo Norte o en la laguna que hay en el Everest. Encaro desafíos que pienso que nadie más los puede hacer. Toda la preparación que necesito para poder nadar en esas temperaturas tan frías, la hago en la Patagonia.

–¿Se lo puede considerar un embajador de la paz?

–Yo me siento identificado con los jóvenes. No me considero el nadador profesional. Soy un soñador y un apasionado de nadar y de cumplir mis objetivos. Hasta el día de hoy, en lo que respecta a la natación, todo lo que me propuse, lo logré. Y lo que no logré aún, lo voy a lograr. No sé si soy un embajador de la paz, pero honro mucho el deporte, el sacrificio, y la dedicación que uno tiene en emprender algo.

Entrevista: Pedro Ruiz de Galarreta.

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