Sáb 16.04.2016

ECONOMíA  › PANORAMA ECONOMICO

Economía real

› Por David Cufré

La economía real atraviesa en abril una agudización de su deterioro. La producción industrial, la construcción, las ventas de supermercados y del comercio en general, la inflación y el empleo presentan peores resultados que en el primer trimestre. A esta altura, la Unión Industrial Argentina proyecta una dura caída del PIB del 2,5 por ciento para 2016, con una inflación del 40 por ciento como piso en el área metropolitana. Este número podría escalar a 50 por ciento si el dólar y las paritarias se recalientan, de acuerdo a la visión de los empresarios, quienes por ahora manejan esta información puertas adentro de la central fabril. La cámara que reúne a las principales cadenas de supermercados reportó un derrumbe en las ventas del 8 por ciento en unidades en marzo, en comparación con igual mes de 2015. En la primera quincena de abril la tendencia se aceleró: el descenso es del 9 por ciento interanual, con bajas de hasta 15 puntos en artículos de tocador y limpieza. Pese a ello, las empresas que monopolizan la producción de esos artículos, Unilever y Procter & Gamble, entregaron esta semana listas de precios con incrementos de entre 5 y 10 por ciento. Dentro del comercio minorista, cifras preliminares de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa (CAME) anticipan para abril una caída más pronunciada que la de marzo, que fue de 5,8 por ciento interanual. En la construcción, los 2000 trabajadores despedidos ayer por la suspensión de las obras en Atucha III elevaron a 57.000 los cesanteados desde noviembre del año pasado, según los aportes a la seguridad social que computa la AFIP.

Todos estos datos alejan la posibilidad de una recuperación importante de la economía en la segunda mitad del año, como promete el Gobierno. El equipo económico acumula en poco tiempo varios pronósticos errados. En noviembre aseguró que una devaluación no impactaría sobre precios porque “el dólar oficial no afecta a nadie”. En enero tuvo que corregir. Alfonso Prat-Gay sostuvo que el fogonazo inflacionario que se había producido tras el alza del dólar de 9,80 a 13,50 pesos era “una joroba” que quedaría atrás ese mes, para seguir desde febrero con valores similares a los de octubre de 2015. El instituto de estadísticas de la Ciudad de Buenos midió entonces una inflación de 1,7 por ciento. Luego el índice saltó a 2 por ciento en noviembre y a 3,9 por ciento en diciembre, con la devaluación consumada. En el primer trimestre acumula 11,9 por ciento. Son casi 18 puntos en cinco meses, a los que abril agregará entre 6 y 8 más, según las proyecciones de consultoras privadas. Es decir, pasados seis meses de aquella estimación de Prat-Gay de que una devaluación no afectaría a nadie, la inflación habrá trepado cerca de 25 por ciento, poco menos que los doce meses previos.

El Fondo Monetario Internacional presentó esta semana su evaluación de la economía argentina. El dato saliente fue que el PIB caería 1 por ciento este año, contra un crecimiento de 1,2 en 2015. Para el Indec de Jorge Todesca la expansión del año pasado fue mayor: 2,1 por ciento. En cualquier caso, el hecho es que se pasó de un escenario de crecimiento y disminución gradual de la inflación a otro de caída del PIB y aceleración de precios.

La muletilla de Cambiemos de que la economía no crece hace cuatro años quedó desmentida por las mediciones del Indec y del FMI para 2015. Otro mito que derrumban datos oficiales es que el año pasado no se creó empleo privado. Los registros de la AFIP evidencian que entre febrero y octubre se generaron 142.851 puestos de trabajo en el sector formal, al pasar de 6.438.596 a 6.581.447. En cambio, durante el gobierno de Macri la situación del empleo cambió de manera abrupta. Entre octubre y febrero se perdieron 26.035 puestos (54.774 en la construcción y 7502 en la industria, compensados por altas en agricultura y ganadería, comercio, servicios y el sector financiero), bajando el total a 6.555.412 ocupados.

La respuesta que dan los funcionarios frente a la preocupación empresaria, que involucra a la mayoría de los sectores, es que una vez terminado el capítulo de los fondos buitre el Gobierno pondrá en marcha un ambicioso plan de infraestructura. Esa sería la plataforma para empezar un proceso de recuperación económica. La promesa, sin embargo, se repite desde principios de año y no termina de concretarse, mientras que la realidad marca una paralización de las obras públicas, del plan Procrear y una disparada de los costos para la construcción.

Si la economía termina 2016 con una caída del 2,5 por ciento como estima la UIA y una inflación de más de 40 puntos, la continuidad del ministro Prat-Gay puede estar en problemas. Por ahora el funcionario celebra el acuerdo con los fondos buitre y la emisión de deuda por 15.000 millones de dólares para pagarle a los inversores carroñeros y cubrir gastos corrientes. El ex ejecutivo del JP Morgan se muestra despreocupado frente al derrumbe económico, que sigue atribuyendo a la herencia, como si la devaluación, la escalada inflacionaria, el tarifazo de servicios públicos, el ajuste fiscal y los despidos no hubieran sido decisiones del gobierno actual. Esas políticas están minando las expectativas económicas y el consumo. La pregunta que se hacen en cámaras empresarias es si una eventual salida del gabinete de Prat-Gay llevará al presidente Macri a optar por un fiscalista más duro, como Carlos Melconian, o se inclinará por una alternativa más pragmática desde lo político, que encarnaría Rogelio Frigerio.

La orientación neoliberal de la política económica está produciendo modificaciones en el comportamiento empresario. Se multiplican los casos de empresarios que estiran la cadena de pagos para aprovechar las tasas de interés del 38 por ciento a 30 días que ofrecen las Lebac. Eso se refleja en la suba por cuatro de las compras de los títulos que ofrece el Banco Central el último mes. “El gerente financiero vuelve a ser más importante dentro de la fábrica que el gerente de producción”, describe un industrial. También afirma que cada vez son más los empresarios que reducen sus planes de producción y se ponen en contacto con importadores, como ocurría en los 90. En la zona de Once, en Buenos Aires, se registran mayores alquileres de locales grandes para despachar productos comprados en el exterior: mochilas y útiles escolares en marzo y juguetes para el Día del Niño, pone como ejemplo un referente del sector comercial.

En la industria tabacalera, en tanto, esperan con ansiedad una decisión que estaría por tomar el Gobierno. El aumento del 7 al 21 por ciento del componente más importante del impuesto a los cigarrillos, lo que impactaría positivamente en la recaudación de la AFIP pero provocaría un salto en el precio de esos productos. Es una medida que podría entrar en vigencia desde mayo, aunque provincias productoras y las empresas del sector presionan para evitarlo.

Después de cuatro meses de gobierno de Cambiemos, los problemas de la economía real se reproducen, mientras el gobierno se concentra casi exclusivamente en la agenda financiera. Es una experiencia que la Argentina ya vivió y que terminó en una grave crisis social, política y económica. Brasil es otro espejo donde podría mirarse el gobierno: la devaluación, la suba de tasas de interés y el ajuste fiscal que aplicó ese país desde enero de 2015 lo encerró en un laberinto del que no puede salir. El FMI lo elogiaba entonces y lo ponía como ejemplo para la región, como ahora le ocurre al sonriente Prat-Gay.

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