Mié 28.06.2006

ECONOMíA  › KIRCHNER Y MICELI POLEMIZARON CON LAVAGNA POR EL ROL DEL SECTOR PUBLICO

Hasta dónde debe intervenir el Estado

El Presidente y el ex ministro volvieron a cruzarse por el papel que debe jugar el Estado en la economía. La titular del Palacio de Hacienda también marcó diferencias con su antecesor. La pelea de fondo es por la probable postulación de Lavagna para 2007.

Néstor Kirchner y Roberto Lavagna hablaron ayer casi a la misma hora sobre el mismo tema con posiciones opuestas. Se convirtió en un nuevo capítulo de la pelea que protagonizan desde que el ex ministro empezó a dar señales de que se postulará como candidato a presidente en 2007. El tema de debate fue la intervención del Estado en la economía. El primer mandatario defendió la política oficial, al enfatizar que “si nosotros desde el Estado no hacemos las viviendas para los sectores más desposeídos, seguramente el mercado no las va a hacer”. “Son teorías casi burdas y absurdas”, agregó, sabiendo que su ex colaborador machaca con que el Gobierno se involucra demasiado. Lavagna, de hecho, sostuvo que “el Estado no debe estar ausente, pero tampoco invadir la actividad privada”.

La polémica la inició Lavagna hace tres semanas, cuando dijo que “entre el Estado poniendo caños y proveyendo educación yo me quedo con lo segundo”. El ataque fue por la anulación del contrato de Aguas Argentinas. Desde ese momento, el Ejecutivo avanzó con la capitalización de deudas en Aeropuertos 2000 y Aerolíneas Argentinas.

Kirchner aprovechó ayer el acto de llamado a licitación para la construcción de la nueva terminal ferroautomotor de Mar del Plata para volver a contestarle. Defendió la “importancia del Estado” para realizar estas inversiones, “porque si no pasa que el país se quedó sin rutas, sin hospitales y sin trenes”. “El Estado tiene que acompañar la inversión privada y estar presente para promover el crecimiento económico”, remarcó. Felisa Miceli, un rato más tarde, volvió a instalar el tema al disertar en otro acto en Santa Fe. Su intervención dejó en claro que el Gobierno se siente cómodo discutiendo en este terreno.

La ministra sostuvo que el Estado debe favorecer “las decisiones del sector privado, con un camino claro, un horizonte de previsibilidad y el mantenimiento de un programa económico que permita que nuestras exportaciones sean competitivas”. Luego se defendió de otro ataque que suele hacer Lavagna, en este caso con mirada ortodoxa, referido a cierto relajamiento de la disciplina fiscal. Miceli, con la misma lógica, enfatizó que su cartera mantiene “una solidez fiscal nunca antes vista en la Argentina, que frente a la volatilidad de los mercados permite resistir y seguir creciendo sin ningún tipo de preocupaciones”.

Lavagna utilizó la tribuna del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires para referirse a la cuestión. “Hay que cuidarse del retorno de la ortodoxia basada en el ajuste permanente, pero también de ciertas heterodoxias basadas en el distribucionismo de discurso”, atacó. A su criterio, “el Estado no debe estar ausente, pero tampoco invadir la actividad privada, en general”. Si bien no especificó a qué se refería, anteriormente cuestionó –como se mencionó antes– la estatización del servicio de aguas y cloacas y los acuerdos de precios. Luego volvió sobre otro punto que suele reportarle aplausos de su habitual auditorio de empresarios: “Estamos atravesando una situación excepcional, con una macroeconomía fuerte, pero cuidado con desatender las cuestiones institucionales, sobre todo las reglas y los contratos”, remarcó.

Miceli destaca que uno de los aspectos que la diferencian de Lavagna es la concepción sobre cuál debe ser el rol del Estado en la economía. Una de las razones por las cuales Kirchner desplazó a Lavagna del Palacio de Hacienda y lo reemplazó por la actual ministra fue justamente esta discrepancia de enfoques. Miceli dedicó sus primeros meses de gestión a encarar negociaciones con empresarios para contener la inflación, política que su antecesor no tenía entre sus prioridades. Lavagna prefería avanzar con instrumentos macroeconómicos, de carácter fiscal y monetario. “El objetivo último –sostuvo Miceli– es que el beneficio de crecimiento no quede en unos pocos y que llegue a la mayoría de la población. Eses es el compromiso de esta conducción económica y de nuestro gobierno nacional”, afirmó.

Kirchner, por su parte, replicó a los economistas liberales que se oponen a la intervención del Gobierno en la economía, al señalar que “si nosotrosdesde el Estado no hacemos las viviendas para los sectores más desposeídos, seguramente el mercado no la va a hacer”. “No hay explicación de esto. Son teorías casi burdas y absurdas”, concluyó.

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