Mié 20.03.2002

EL MUNDO

Cardoso y Lula juegan todo el resto en el último tramo de la campaña

La caída de Roseana Sarney y el ascenso de José Serra con un nuevo perfil progresista complican la campaña del líder del PT.

El gobierno de Fernando Henrique Cardoso está tejiendo meticulosamente una estrategia para que su candidato, el ex ministro de Salud José Serra, se vuelva el favorito para las próximas elecciones presidenciales. Y lo está logrando. El escenario actual así lo anuncia. La derecha se quedó huérfana de candidato tras la debacle de Roseana Sarney y el Partido del Frente Liberal (PFL), que sacrificó su alianza con el gobierno para respaldar las denuncias de Roseana, hoy aparece desplazado por el Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), que se ha convertido en el niño mimado del gobierno. Con ese objetivo, Serra –que ascendió meteóricamente al segundo lugar en los sondeos– apuesta a convertir al actual gobernador de Pernambuco, Jarbas Vascocelos (PMDB), en el vicepresidente de su fórmula. Tal jugada daría al binomio oficial un perfil de centro izquierda que complicaría la campaña de Luiz Inácio Da Silva. El Partido de los Trabajadores (PT), a su vez, intenta retomar las negociaciones con el Partido Liberal (PL) y sumar también al Partido Socialista de Brasil (PSB) que candidatea a Anthony Garotinho. Sin embargo, esos planes se vuelven muy difíciles con la vigencia de la reciente ley que obliga a respetar las alianzas nacionales a nivel estadual y municipal, promovida por el propio Cardoso.
Serra, el “delfín” de FHC, hace apenas un mes no alcanzaba el 10 por ciento de las preferencias de voto. Hoy está segundo, detrás de Lula. El “fenómeno Serra”, sin embargo, tiene una historia. Serra dejó el gobierno de Cardoso a mitad de febrero por segunda vez. La primera había sido en mayo de 1996, cuando se presentó como intendente de San Pablo y logró el tercer puesto. Ahora, a sus 59 años, Serra –proveniente de los sectores de la gran burguesía paulista– aspira al mayor salto de su carrera política: ocupar el Palacio de Planalto (casa de gobierno). Cuando se lanzó hace casi un mes y medio, sus asesores le planteaban tres objetivos: mejorar su figura en las encuestas, reeditar la alianza que llevó a Cardoso al poder y probar que puede atraer votos, algo que hasta el momento nunca había logrado demasiado bien. Para cumplir con estos requisitos el gobierno le dio un buen empujón.
La ley que aprobó recientemente el Tribunal Superior Electoral (TSE) -presidido por Nelson Jobim: un amigo y ex ministro de Cardoso– por la cual las alianzas partidarias deben respetarse a nivel estadual y municipal promueve un efecto importante: tiende a polarizar la campaña electoral y aglutinar a los partidos que pretendían lanzar varios candidatos en la primera vuelta. El objetivo de tal iniciativa parece cada vez más cercano: que se termine en una segunda vuelta entre Lula y Serra. Cardoso apuesta a ese escenario desde el año pasado. Con esta legislación, los analistas locales anunciaron que el ex ministro tendría más chance de aliarse con el PMDB. Las noticias de ayer así lo confirman: la alianza entre el PSDB y el PMDB sería presentada dentro de quince días y las negociaciones entre Serra y Vasconcelos y los presidentes de ambos partidos, José Aníbal y Michel Temer, ya se largaron. Vasconcelos es un histórico militante del PMDB y tiene un reconocimiento popular por haber sido uno de los principales opositores a la última dictadura, dentro de lo que se conoció como la “oposición auténtica” de los pemedebistas radicales.
Además, se hace evidente que el hecho de que Serra haya alcanzado el segundo lugar en las encuestas no sólo se debe a la debacle de Roseana tras los escándalos de corrupción que envolvieron a su marido: también lo logró a expensas de todos los demás probables candidatos presidenciales. Tal tendencia reafirma la polarización buscada por el oficialismo. Según el último estudio sobre una eventual segunda vuelta realizado por Datafolha, en una hipotética disputa con Lula, Serra obtendría el 45 por ciento contra un 43 del líder del Partido de los Trabajadores (PT), lo cual representa un empate técnico. Pero la ley electoral no sólo beneficia a Serra, sino que, además, perjudica seriamente a Lula. El pasado domingo fue oficializada su candidatura en el PT luego de ganar las elecciones internas por un 80 por ciento de los votos, en las que desplazó al senador Eduardo Suplicy. Desde entonces, se abrió el juego abierto de negociaciones. Anteayer, Luiz Dulci, secretario general del PT, anunció que se volcarían a buscar el apoyo del Partido Liberal (PL), de la izquierda y del sector antigubernamental del PMDB que actualmente lo representa el ex presidente Itamar Franco. Sin embargo, el presidente del PL, Valdemar Costa Neto, dijo ayer que la alianza con el PT “sólo sería posible si se anula la decisión del TSE”. “No tenemos las condiciones para formar una alianza nacional y no permitir a los estados que hagan las alianzas que quieran”, graficó. El PT había ofrecido al senador liberal José Alencar, un exitoso empresario textil de Minas Gerais, ser el vicepresidente de Lula. Pero tales negociaciones se congelaron después de la imposición de repetir las alianzas nacionales en las jurisdicciones menores, ya que dicha posibilidad enfureció a las bases del PT. De hecho, el domingo pasado, en un seminario sobre “Fe y política”, un grupo de tres mil manifestantes petistas interrumpieron el discurso de Lula para protestar por las negociaciones con el PL. Al otro día, sin embargo, los presidentes de ambos partidos se reunieron, en un almuerzo de carácter reservado, en San Pablo para conversar sobre la posibilidad de acuerdos. El PL y el PT tienen diferencias irreconciliables en algunos estados pero ambos partidos afirman que hay posibilidades de que el Supremo Tribunal Federal anule la decisión del TSE y permita hacer pactos sólo donde convenga. Sin embargo, aunque la alianza con entre el PL y el PT se efectivice sólo a nivel estadual, las disconformidades al interior del PT no se acallarían.
Mientras tanto, el PT también busca tentar al socialista Garontinho, actual gobernador de Río de Janeiro, quien de presentarse por separado y enfrentarse con Lula en una segunda vuelta apenas obtendría dos puntos menos que el petista, según reveló Datafolha. La otra apuesta para conquistar a la izquierda es convocar al candidato del Partido Popular Socialista (PPS), el ex comunista Ciro Gomes.
Sin embargo, si se concreta la dupla Serra-Vasconcelos, Lula sumará nuevos problemas. El perfil más “progresista” que lograría la fórmula oficial lo obligaría a refinar su discurso, que cada vez se modera más y se concentra en refutar el “continuismo” que Serra representa. A la vez, Serra logra mejor puntería en sus palabras: su insistencia en corregir “los excesos de liberalismo” y sostener los logros de la gestión de Cardoso cada vez logra más adeptos. Si los planes del gobierno siguen saliendo tan bien, será difícil que una polarizada segunda vuelta la gane la izquierda petista.

Informe: Verónica Gago.

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