Sáb 15.05.2004

EL MUNDO

La Operación Topadora se convierte en una sangría

Dos soldados israelíes más fueron muertos ayer en una de las semanas más negras para el Estado judío desde el inicio de la actual Intifada. Fue por la resistencia a la demolición de viviendas en Gaza.

Por Ferrán Sales*
Desde Jerusalén

El ejército israelí empezó ayer a demoler centenares de casas del campo de refugiados de Rafah, al sur de Gaza, para ampliar y fortificar el Corredor Filadelfia, con el que se pretende sellar la frontera con Egipto e impedir el paso de combatientes y armas para los palestinos. Esta operación, calificada de “catástrofe” por la Autoridad Palestina, provocó ayer la reacción de los grupos radicales, que atacaron un vehículo del ejército que patrullaba por la zona y mataron a otros dos soldados. Por la noche, helicópteros israelíes bombar-dearon la sede de Yihas Islámica, que quedó totalmente destruida. Pero la acción dejó sólo cinco heridos.
Las demoliciones masivas iniciadas ayer permitirán al ejército israelí ampliar de una manera considerable el Corredor Filadelfia, convirtiendo la pequeña pista de arena en una vía asfaltada, de casi un centenar de metros de ancho y de hasta nueve kilómetros de longitud, que a su vez estará protegida por alambradas, torres de vigías y aparatos de vigilancia electrónica, por la que podrán patrullar con toda comodidad y seguridad las tropas, sin verse acosadas por las milicias palestinas.
La creación de este corredor se inició de manera tímida hace tres años, con el estallido de la Intifada, al constatar Israel que la zona fronteriza venía siendo utilizada habitualmente como paso de los combatientes que transportaban armas procedentes de Egipto a través de túneles cavados bajo la línea fronteriza. Durante este tiempo el ejército ha destruido decenas de casas, dejando sin hogar a centenares de familias refugiadas.
La operación de demolición masiva que se inició ayer afectará ahora a millares de personas, según aseguró un portavoz de la Unrwa, la agencia de las Naciones Unidas encargada de la protección y asistencia de los palestinos, quienes coincidieron con la Autoridad Nacional Palestina en calificar la operación como una “catástrofe”. El diputado y líder del partido israelí pacifista de izquierda Meretz ha afirmado que se trata de un “crimen de guerra”, ya que en su opinión la operación supondrá la destrucción de la mitad del campo de refugiados de Rafah, donde viven más de 100.000 desplazados. La situación de Gaza, la muerte continua de los soldados y de palestinos y las demoliciones masivas de casas ha empezado a inquietar a la izquierda israelí. Paz Ahora, el gran movimiento pacifista israelí fundado en 1978 por más de 300 oficiales y soldados de la reserva, artífice con los laboristas del proceso de diálogo con los palestinos que culminó en la década de los años 1990 con los Acuerdos de Oslo, se prepara para volver salir a la calle para reclamar la descolonización y la salida del ejército de la Franja de Gaza.
Los dirigentes de Paz Ahora, apoyados por laboristas y laicos de Meretz, han convocado para mañana por la noche una gran concentración en Tel Aviv, en la plaza Yitzhak Rabin, en la que esperan que se reúnan más de 100.000 personas. Intentan que ello suponga el inicio de una campaña de movilizaciones que culminen con la salida de la Franja de Gaza. En la concentración participarán otras organizaciones sociales, entre ellas el Movimiento por los Acuerdos de Ginebra, que lidera Yossi Beilin, la organización “Shuvi”, compuesta por madres, hermanas o novias de los soldados, y los “Tres Padres”, que agrupa a los padres que perdieron un hijo en la Intifada.
“El pueblo ha comprendido que no hay otra opción para lograr la seguridad y la paz que volver a salir a la calle”, asegura el secretario general de Paz Ahora, Yair Oppenheimer, de 27 años, licenciado en Derecho por la Universidad de Tel Aviv, que desde hace 10 meses se encuentra al frente de la organización. Paz Ahora intenta además con esta campaña resucitar de sus cenizas, tras un largo silencio al que se ha visto sometido en los últimos años, como consecuencia de la crisis interna en la que se encuentra sumida la izquierda israelí, tras la bancarrota de los Acuerdos de Oslo.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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