Sáb 15.07.2006

EL MUNDO  › HEZBOLA LE DECLARO LA “GUERRA ABIERTA” A TEL AVIV Y HUBO MUERTOS DE LOS DOS LADOS

Nada frena la guerra del Líbano e Israel

Pese a un creciente clamor internacional por un alto al fuego, Israel profundizó su ofensiva y bombardeó suburbios de Beirut, destruyendo puentes, rutas y el aeropuerto, una central eléctrica y la casa del líder de Hezbolá. Los milicianos contestaron con una salva de cohetes sobre ciudades limítrofes y averiaron una nave enemiga.

Ya no hay vuelta atrás. Mientras los israelíes bombardearon por tercer día consecutivo al Líbano, el grupo fundamentalista Hezbolá atacó el norte israelí con una lluvia de proyectiles y, por si hiciera falta, le declaró la guerra a Israel. Los cohetes de los milicianos mataron a dos personas y causaron al menos 60 heridos. Al mismo tiempo, cuatro personas morían y 55 resultaban heridas en el Líbano a causa de la ofensiva israelí, con lo que trepó a 61 la cifra de libaneses muertos y a unos 200 los heridos desde que Hezbolá mató a ocho soldados israelíes y capturó a otros dos el 12 de julio. Ayer, después de que los israelíes destruyeran el cuartel de Hezbolá en Beirut y atacaran la casa del líder Hassan Nasralá, quien resultó ileso, el grupo islamista declaró la “guerra abierta” al Estado hebreo. “Esta será una guerra a todos los niveles (...) a partir de Haifa y más allá”, dijo Nasralá. “Son ustedes los que han querido cambiar las reglas del juego”.

El ejército israelí dijo que sus ataques dentro de Beirut y en sus alrededores alcanzaron un depósito de combustible, dos puentes, una autopista que une Beirut con Damasco y los barrios del sur de la capital libanesa, donde Hezbolá tiene sus oficinas políticas. Además, la marina israelí bombardeó la ciudad portuaria de Tiro, al sur de Líbano, y el campo de refugiados palestinos de Rashidiya, a 80 kilómetros de la capital del país. Por otra parte, cazas israelíes atacaron el poblado de Msayleh, sur de Líbano, en cercanías de la residencia de verano del presidente del Parlamento, Nabih Berri, jefe del grupo chiíta Amal, quien no se hallaba en la casa.

Hezbolá respondió con el lanzamiento de al menos 50 cohetes contra ciudades del norte de Israel, que produjeron dos civiles muertos y once heridos. Los ataques del movimiento chiíta involucraron a unas 15 localidades a lo largo de la frontera con el Líbano, entre ellas algunos kibbutz (cooperativas agrícolas). Diez de los cohetes cayeron sobre Safed y otros dos sobre Nahariya, donde el jueves murió Mónica Lerer de Saidman, una residente argentina de 47 años (ver aparte). El diario israelí Haaretz informó que una mujer y su nieto, de cinco años, murieron en Alta Galilea, cuando un misil destruyó su casa.

Después de lanzar el mensaje de “guerra total” contra Israel, Hezbolá dijo que atacó un barco de guerra israelí en aguas libanesas. “Les prometí sorpresas. Comenzarán a verlas pronto. Una de las naves israelíes que bombardearon Beirut se está incendiando en medio del mar y se hundirá con sus armas”, dijo Nasralá, líder de Hezbolá, en una conversación telefónica con la emisora Al Manar. “Miren frente a Beirut, verán que una nave israelí está en llamas, son nuestros combatientes los que la atacaron”, dijo. Un portavoz militar israelí admitió que la nave fue alcanzada por fuego enemigo y que sufrió daños ligeros. La cadena árabe Al Jazeera anunció la desaparición de cuatro soldados israelíes después de la destrucción del buque, a pesar que las autoridades militares israelíes habían afirmado que no hubo bajas ni heridos.

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, advirtió ayer al secretario general de la ONU, Kofi Annan, que mantendrá la ofensiva sobre el Líbano mientras Hezbolá no sea desarmado, informó el diario israelí Haaretz en su sitio de Internet. Olmert reclamó el cumplimiento de la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que dispone el desarme del grupo libanés. Israel tiene dos flancos de batalla abiertos, ya que además de la del Líbano, lleva adelante de forma paralela otra gran operación militar en la Franja de Gaza para rescatar a otro soldado, capturado por militantes palestinos a fines de junio. Ayer los tanques se retiraron de la Franja para desplazarse a la frontera norte, pero siguieron los ataques aéreos.

Ante la grave situación, los principales líderes mundiales urgieron a las partes en conflicto a detener la violencia, mientras que el gobierno libanés –que quedó en medio de Hezbolá y el gobierno israelí– afirmó que el presidente estadounidense, George W. Bush, prometió a Beirut presionara Israel para que limite su ataque. Sin embargo, el vocero de la Casa Blanca, Tony Snow, desmintió esas declaraciones al informar que Bush “no va a interferir en las decisiones militares israelíes”. El Papa pidió paz, los países islámicos repudiaron a Israel y el Consejo de Seguridad evitó pronunciarse o tomar medidas en una sesión urgente solicitada por el gobierno de Beirut.

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