La novela de vendettas entre espías que se envenenan con sustancias extrañas en Europa sumó un nuevo capítulo ayer, cuando se comprobó que una de las fuentes de información de Litvinenko también ingirió el Polonio 210 que acabó con la vida del espía ruso.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
En una nueva vuelta de tuerca del caso Litvinenko, el profesor italiano Mario Scaramella, que se encontró con el ex espía ruso el día en que éste fue internado, dio positivo en las pruebas de contaminación radiactiva de Polonio 210. Según la Agencia de Protección de la Salud británica, a cargo de los análisis, se trataba de una cantidad “significativa” de la sustancia, aunque se estima que es mucho menor a la ingerida por Alexander Litvinenko.
El hallazgo abre una nueva pista y empieza a cerrar el cerco sobre el aparente complot para liquidar al ex espía. Scaramella estaba investigando las actividades de la KGB para el Parlamento de su país y se reunió con Litvinenko para pasarle información sobre el asesinato de la periodista rusa Anna Politkovskaya a principios de octubre. En sus primeras declaraciones a la policía, Scaramella aparentemente indicó que no había comido nada en el restaurante japonés y siempre ha negado toda vinculación con la muerte del ex espía.
La autopsia de Litvinenko, que por motivos de seguridad dada la cantidad de material radiactivo sospechado sólo se realizó ayer, puede aportar nuevos datos sobre la sustancia que causó su muerte y la manera en que fue ingerida, aunque se calcula que los resultados sólo se conocerán la semana próxima. Fuentes policiales y gubernamentales citadas por el matutino Daily Telegraph señalan que científicos de la Agencia de Armas Atómicas de Aldermaston habrían identificado a la central nuclear rusa productora del Polonio 210 utilizado. Este material habría ingresado en el Reino Unido el 25 de octubre, una semana antes de que Litvinenko se enfermara.
Los dos rusos que se reunieron con Litvinenko el fatídico 1° de noviembre en un hotel céntrico de cinco estrellas, el Milenium, son uno de los focos de la investigación. Según la prensa británica, la policía halló claros rastros de radiación Alfa en el piso de una habitación del hotel y en el interruptor de luz. La intensidad de la radiación indicaría que se trataba de una fuente primaria de Polonio 210, es decir, no contagiada por contacto directo con secreciones del cuerpo de Litvinenko (sudor, orina o heces).
Otra línea de investigación son dos cartas que llegaron a manos de la brigada antiterrorista que investiga el caso, escritas por otro ex espía ruso, Mikhail Trespashkin, en las que advertía a Litvinenko que él y su familia corrían peligro. Según esta pista, habría un grupo comando ruso de sectores internos de los servicios secretos, ajenos al presidente Vladimir Putin, que tenían como misión eliminar a Litvinenko. Trespashkin, miembro de la FSB, sucesora de la disuelta KGB, fue hallado culpable en 2004 de ser un espía británico y pasar información secreta a Litvinenko y a otro exiliado en Inglaterra, el multimillonario ruso Boris Berezovsky.
En un desarrollo paralelo que abre aún más el amplísimo espectro de esta historia, el gobierno de la República de Irlanda continúa la investigación por la muerte de otro crítico del presidente Vladimir Putin, el ex primer ministro ruso Yegor Gaidar. Ayer un portavoz de Gaidar señaló que los doctores no veían ninguna razón natural para la fuerte indisposición que sufrió Gaidar. El Kremlin ha negado toda participación en ambos hechos. Un número creciente de fuentes de la investigación citadas por la prensa británica parecen dispuestas a creerle.
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