Vie 22.03.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

Un contexto paradójico

› Por Claudio Uriarte

La reaparición del terrorismo en Lima después de 10 años de ausencia tiene un contexto secretamente paradójico. Porque ocurre en momentos en que George W. Bush se dirige a la capital peruana para una cumbre con los jefes de Estado de Perú, Colombia y Ecuador con el pretexto de un Acuerdo de Preferencias Arancelarias Andinas que no ocurrirá y el subtexto de una profundización de la intervención estadounidense y regional en Colombia, que tampoco ocurrirá.
La cumbre fue convocada en enero, cuando estaba terminando de agonizar el proceso de paz entre el presidente Andrés Pastrana y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y la línea dura del Pentágono pisaba fuerte en Washington. Pero en términos de la inestable y fraccionada administración Bush, dos meses son como años. Cuando se convocó la cumbre, lo llamativo fue la exclusión en ella del venezolano Hugo Chávez, simpatizante de la guerrilla colombiana y bestia negra del Departamento de Estado y que entonces empezaba a tambalear entre las corridas bancarias y el aumento de la oposición interna. Para desmentir lo obvio –que Bush iba a Lima para hablar de la crisis colombiana– se inventó entonces que iba a hablar de las preferencias arancelarias, y que Venezuela no había sido invitada porque no participaba de ese capítulo de la Comunidad Andina de Naciones. Pero el presidente está llegando el sábado a Lima con las manos vacías de cualquier autoridad del Congreso para negociar preferencias arancelarias de ningún tipo ni intención de hacerlo jamás en el futuro previsible. Su actual objetivo excluyente es conseguir sólidas mayorías para los republicanos en las elecciones parlamentarias de noviembre, lo que está en clara contradicción con cualquier preferencia arancelaria.
Por la misma razón, la idea de aumentar la ayuda militar al gobierno de Colombia –al actual y al que venga en mayo– en su lucha contra las FARC, se está desdibujando. En las últimas semanas, el Departamento de Estado redobló sus compromisos contra la participación estadounidense en operaciones de combate, al tiempo que alzó significativamente el tenor de sus críticas para los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que han crecido en fuerza y en apoyo y son culpables de numerosas violaciones de derechos humanos. La idea es despegar a la administración de cualquier problema que pueda surgir con Colombia ante el Congreso y entorpecer así el objetivo de noviembre. Por eso, quien haya atentado antenoche ante la embajada norteamericana en Lima golpeó contra un objetivo vacío.

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