Vie 16.08.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › HABLA EL GENERAL ALBERTO MILLER ROJAS, EX CHAVISTA Y EMBAJADOR

“Chávez puede llegar a ser depuesto”

› Por Mercedes López San Miguel

El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) absolvió anteayer a los cuatro militares involucrados en el efímero golpe contra Hugo Chávez del 12 de abril, al no endilgarles el mérito de rebelión que los hubiera enfrentado con un proceso. Una consecuencia es que, de este modo, se allanaría el camino para juzgar al propio Chávez por las muertes que hubo en las jornadas del 11 y 12 de abril, según dice en esta entrevista de Página/12 el general Alberto Miller Rojas, ex embajador de Chávez en Chile.
–¿Cómo interpreta el fallo?
–Yo creo que la interpretación política de este fallo es que el Tribunal Supremo, entre la disyuntiva de determinar si aquí hubo una rebelión en el sentido de Santo Tomás, o un proceso violento para impedir la acción de un gobierno, escogió que hubo una rebelión, es decir, un acto legítimo de un pueblo para enfrentar a un gobierno, en donde participaron estos militares que estaban indiciados ante el TSJ en un antejuicio de mérito. Esa es una posición bastante conservadora del tribunal, acorde con la figura de preservar la estructura de orden que tiene la sociedad venezolana. De hecho, condena al régimen de Chávez, porque señala que acá hay una tiranía, un gobierno abusivo: ese es el significado político de la decisión de la Corte. Luego abre campo para abrir un juicio ahora, de los tantos que tiene Chávez justamente en esa corte, especialmente por parte de un grupo de los familiares de las víctimas del 11 de abril por un acto de genocidio. Eso por supuesto va a traer por una parte desórdenes públicos y por otra que se desencadene todo un proceso jurídico en donde finalmente si no hay ninguna interrupción del mismo, el presidente va a ser depuesto.
–¿Representa una invitación a la rebelión militar?
–A mí no me gusta usar el término, porque en su sentido filosófico la palabra “rebelión”, desde que la utilizó Santo Tomás de Aquino, se entiende como un derecho. Abriría una posibilidad de que los militares y la sociedad se rebelaran en el caso de que el gobierno no acatara la decisión del TSJ. A mi parecer no va a pasar, porque uno de los líderes de las Fuerzas Armadas actuales, el general Raúl Isaías Baduel habló de que había que respetar el fallo de la Corte y exhortó a que ésta señalara sobre quién recaía la responsabilidad de los actos del 11 de abril.
–¿Cree que el fallo es constitucional según la Constitución bolivariana?
–Claro que sí, el problema es que la gente piensa que los fallos de los tribunales son hechos de acuerdo a una imparcialidad que nunca existe; todo fallo de un tribunal es político. En este caso, se privilegió el factor orden, entendiendo por orden que se conserven las jerarquías sociales y que no haya ninguna transformación en las relaciones asimétricas de una sociedad. En ese sentido el tribunal cumplió el papel constitucional que ya tiene.
–¿Cómo inciden las relaciones de fuerza dentro del Ejército?
–Yo creo que en el Ejército, después de los acontecimientos del 11 de abril, sobre cualquier otra consideración de orden político, de diferencias internas o predominio de algún grupo, prevalece la relativa a su supervivencia y legitimidad corporativa. Lo demuestran las declaraciones de Baduel, que fue uno de los líderes que se mantuvo dentro del ánimo constitucional y contribuyó a la reposición de Chávez después del 11 de abril.
–El ex presidente Carlos Andrés Pérez habla de un nuevo golpe...
–Yo no creo. El presidente Pérez, que tiene unos rasgos psicológicos parecidos a los del presidente Chávez, está pensando en términos de ilusiones.
–Además habla de que va a correr sangre.
–Eso sí es una posibilidad, porque pueden haber choques violentos entre bandas civiles, pero no sangre en sentido de que vaya a desatarse una guerra civil. Porque una guerra exige un alto grado de organizaciónpolítica y aquí en Venezuela no la hay; en ninguno de los bandos que están enfrentados. Aquí hay un enfrentamiento de tipo social, de carácter casi racial. El tema de discusión es: sale o se queda Chávez. Sale, porque apoya al populacho, o se queda porque es la expresión del pueblo. Ese es el planteamiento en Venezuela, que no es propiamente político, sino de fuerte contenido endocultural.
–¿Qué van a hacer los Círculos Bolivarianos?
–Para mí son simples pandillas que están estructuradas sobre el seguimiento de un caudillo.
–¿Cuál es la posición de Chávez y de las Fuerzas Armadas frente al nuevo presidente Alvaro Uribe y el conflicto colombiano?
–¡Ninguna!, porque nadie tiene posiciones frente a ninguna cosa seria de lo que ocurre dentro o fuera del país. Todo está centrado en la figura de Chávez, y lo emocional, los que lo quieren y dicen tener la esperanza para ellos y los que lo odian, y dicen que es la destrucción de un orden centenario. Tome cualquier periódico venezolano a ver si encuentra una discusión política en torno a los grandes debates que hay hoy en día a nivel mundial.
–¿Qué saldrá el debate de la Asamblea Nacional y otras apelaciones?
–Como la fuerza del chavismo tiene la mayoría, el poder Legislativo va a condenar a los militares que intervinieron, pero el Judicial ya ve que no. Va a mantenerse esa lucha social y posiblemente por la vía jurídica el presidente se vea obligado a renunciar. Chávez cayó en la trampa que le tendió quien fue su ministro de Relaciones Interiores, Luis Miquelena; de la cual me di cuenta en el año 2000 cuando yo era embajador de Venezuela en Chile. Chávez le entregó a Miquelena la conformación del TSJ, Miquilena puso a los suyos, que son los mismos que votan actualmente. Esta sentencia no es de hoy, se la puso a Chávez cuando éste no asumió el contenido de la Constitución en mayo de ese año, en el proceso de legitimación, y siguió actuando como un caudillo de pueblo.
–¿Cuánto tiempo le queda a Chávez?
–Todavía tiene margen de juego, puede intentar racionalizar su comportamiento; el problema es si tiene el talento y los operadores políticos que sean capaces de llevar adelante una estrategia adecuada para recuperar el control de poder en el Estado. Hasta ahora no ha demostrado tenerlos. El gran ganador de esta situación es Luis Miquelena.

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