Lun 11.04.2016

EL PAíS  › EL DESEMBARCO DEL GRUPO MACRI EN TIERRAS BRASILEñAS

El carnaval carioca de Socma

La diversificación en Brasil se hizo a través de una de las principales empresas del holding: Sideco. El país vecino llegó a representar a comienzos del siglo XXI casi la mitad de las ventas y empleados del holding.

› Por Tomás Lukin

En el relato oficial, la firma Fleg Trading radicada en Bahamas se creó en 1998 para canalizar inversiones del grupo Socma en Brasil. El directorio de esa compañía offshore estuvo compuesto durante una década por el presidente Mauricio Macri, su hermano menor Mariano y su padre Franco quien, a su vez, era el único accionista. A cargo de algunas precisiones adicionales, el actual mandatario indicó en una entrevista realizada con La Voz del Interior que la sociedad “era para cuando en ese momento [mi padre] quería extender Pago Fácil a Brasil, pero finalmente después no pudo”. Por eso, tras pasar una década inactiva la empresa fue dada de baja en enero de 2009. Hasta ahí llega la fundamentación de la Casa Rosada y el holding familiar que generó un extenso listado de interrogantes, todavía sin respuesta, alrededor de la estrategia societaria de Socma montada en guaridas fiscales para realizar una inversión en el país vecino donde tenía una arraigada y diversificada presencia.

“Constituí esta sociedad como holding para participar en otras entidades no financieras para el desarrollo de diversos emprendimientos privados, particularmente dentro de Brasil, dentro de mi estrategia comercial internacional de aquella época. Ante la falta de concreción de negocios para los cuales fue constituida e inactiva por más de cinco años, la sociedad fue disuelta. Por último, es importante destacar que la sociedad nunca tuvo cuenta bancaria”, escribió Franco Macri en el comunicado sobre Fleg Trading que difundió a comienzos de la semana pasada.

Aunque, según Macri padre, las operaciones para las que se constituyó la sociedad offshore de Bahamas no se realizaron, Brasil ocupó un rol protagónico en los intentos de supervivencia de Socma a finales de los años noventa. “Cuando el modelo de convertibilidad empezó a crujir, Franco fue uno de los pocos empresarios que alertaron sobre los efectos y reclamaron compensaciones. `Este es un país antiindustrial y la lucha con las multinacionales no nos permite mantenernos` (Clarín, 19-10-1999). Para sortear la crisis intentó hacer pie en el sector agroalimentario y aceleró el desembarco en Brasil, con pobres resultados. La crisis de la convertibilidad encontró al grupo sin la mayor parte de sus empresas históricas (Manliba también había caído en desgracia) y con sus nuevas apuestas en serios problemas. El único flanco que se sostenía era el de los orígenes: la construcción”, explica el investigador de la Unsam y el Conicet, Alejandro Gaggero, en “Los ricos no piden permiso” publicado en la revista Crisis.

“La razón más importante para decidir producir en Brasil es que el gran mercado está allá. Además, aunque suene increíble, los empresarios argentinos se sienten más protegidos en Brasil que en su propio país”, explicaba a fines de 1999 el vicepresidente de Socma, Jorge Rubén Aguado, al referirse al desembarco del grupo en el país vecino. La diversificación en Brasil se hizo a través de una de las principales empresas del holding: Sideco. Desembarcó en el frigorífico Chapecó, adquirió la recolectora de residuos Enterpa Siwa, se quedó con las concesionarias viales Rodovías das Colonias y Rodovía das Cataratas, operó con su constructora Iecsa, produjo galletitas con Canele do Brasil e hizo pastas con las empresas Zabet, Isabela, Bacilar y Adria. Brasil llegó a representar a comienzos del siglo XXI casi la mitad de las ventas y empleados del holding. “Compramos fábricas en San Pablo –un estado en el que vive más gente que en Argentina– que poseen marcas de enorme penetración en el mercado, pero que necesitaban una inyección de capital para modernizarse. Ellos están jugando un partido distinto: apuestan al crecimiento. Aunque en el presente los incentivos para construir un fuerte polo industrial les generen déficit fiscal, saben que el resultado de su política será un crecimiento sólido con menor desempleo. En Argentina se sigue apostando a la baja del costo laboral. Si no hay mercado a quien venderle, por más que nos reduzcan los costos, no vamos a tomar más gente. Y si tuviéramos una gran demanda, tomaríamos trabajadores aunque nos salieran caros”, aseguró Aguado quien fuera presidente de Carbap y luego funcionario de la última dictadura cívico-militar.

En la actualidad el escenario es otro. “El grupo perdió sus antiguas joyas y hoy Franco –formalmente– no controla ninguna empresa de las que se ubican entre las 200 más grandes del país. Ahora bien: no hay que confundir el innegable declive de Socma con su lisa y llana desaparición. El grupo redujo su poder pero sigue vivo, en manos de la misma familia y en plena expansión”, sostiene Gaggero.

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