Jue 21.03.2002

EL PAíS  › EE.UU. RETACEA SU APOYO Y, EN PRIVADO, EL GOBIERNO SE PREOCUPA

“Letal, nos están bajando el pulgar”

“No es para tanto”, dijo Duhalde. Pero en privado los funcionarios del Gobierno que asisten a la cumbre de Monterrey, adonde llegó anoche el Presidente, interpretaban que “Estados Unidos cree que la Argentina aún no descendió todo lo que debiera”. Los dichos escépticos de los funcionarios norteamericanos son un mal prólogo para la reunión con Koehler.

› Por Sergio Moreno

Eduardo Duhalde recibió la información en el Tango 01, en vuelo hacia Monterrey. El presidente norteamericano George Bush, la número dos del Fondo Monetario Internacional, Anne Krueger, la asesora de Seguridad Nacional Condoleeza Rice y el secretario del Tesoro Paul O’Neill dijeron que la Argentina aún no recortó el gasto como para merecer ayuda internacional. Mientras esperaba al Presidente, que llegó anoche a México, un importante miembro de la delegación, en absoluta reserva, desterró los eufemismos para calificar el impacto de esas palabras: “Es letal”, dijo a Página/12. “Le están bajando el pulgar al Gobierno.”
“Nos van a ayudar”, dijo Duhalde al llegar a Monterrey. “No es para tanto”, intentó desdramatizar.
La vicepresidenta del Fondo Monetario Internacional destrozó gran parte de las expectativas que el Gobierno argentino había puesto en este viaje presidencial. “No podemos otorgar préstamos en la misma situación, donde continúan existiendo las mismas dificultades. El FMI no deberá ayudar a la Argentina si el Gobierno falla en implementar todos los requerimientos formulados” por el Fondo, dijo desde Moscú. En su primera salida al exterior, Duhalde esperaba obtener un guiño, una señal o al menos un rictus facial del titular del FMI, Hoerst Koehler, con quien mantendrá una reunión mañana en esta ciudad, sobre la posibilidad de que el organismo otorgue la ayuda económica que imperiosamente necesita el Gobierno. Las palabras de la número dos del Fondo prenuncian categóricamente lo que le espera al Presidente en su meeting con Koehler.
La parrafada de Krueger connotó las declaraciones de Bush. “Espero que Argentina lleve a cabo las reformas necesarias en su economía para recuperar la confianza del FMI. Quiero expresar nuestra gran preocupación por la crisis de Argentina. (El Gobierno) debe tomar las decisiones necesarias para que su economía vuelva a ser confiable”, dijo.
El cruce de conceptos desde Washington y Moscú dejó sin aliento tanto a los funcionarios que ya están en Monterrey cuanto a la pequeña delegación que acompaña a Duhalde en el Tango 01. La certeza de que la teutona representante de Estados Unidos en el Fondo dijo lo que dijo después de leer algunas de las conclusiones a las que llegó la misión de ese organismo que la semana pasada visitó Buenos Aires –encabezada por el indio Anoop Singh– desinfló los ánimos argentinos y gran parte de las expectativas que el propio Gobierno generó sobre los posibles resultados del paso de Duhalde por esta cumbre.
El Presidente tiene agendado verse, además de con Koehler, con su par Mexicano, Vicente Fox, en una cena que se produciría durante la madrugada de Buenos Aires; con el primer ministro canadiense, Jean Chretien; con el presidente de Gobierno de España, José María Aznar; con el presidente francés, Jacques Chirac; con el titular del Banco Mundial, James Wolfensohn; con el del BID, Enrique Iglesias; con el secretario general de la ONU, Kofi Annan; y con George W. Bush. El cruce con el texano se producirá en una reunión que mantendrán todos los jefes de Estado que asisten a esta cumbre, y no pasará de un shake hands con foto y algunas palabras.
Todas las reuniones –excepto quizá la que tenga con Kofi Annan– estarán atravesadas por la angustia que despierta en el Gobierno la situación económica argentina. Serán apelaciones a la piedad de organismos financieros y países desarrollados a fin de ablandar la durísima actitud tanto del Fondo como de Estados Unidos. Lo propio harán el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, cuando hoy se enfrente al poderoso O’Neill, y el canciller Carlos Ruckauf, cuya tenida será con su colega español, Josep Piqué.
Mazazo
Nadie en la administración Duhalde esperaba que Koehler llegase a México con un container lleno de dólares para la defaultiada Argentina. La módica esperanza estaba puesta en que la primera reacción del alemán, tras la partida de misión Singh de Buenos Aires, fuese algo así como una palmada en el hombro y aliento para seguir adelante con las medidas económicas, hasta tanto se encendiese la luz verde para comenzar las negociaciones con el Fondo. Pero el mensaje llegó, públicamente, de la afilada lengua de Krueguer.
“Es letal”, se extendió ante Página/12 un influyente funcionario del gobierno argentino. “Le están bajando el pulgar al Gobierno. Estados Unidos está dando una señal clara: a pesar de que siempre nos considerarán socios y aliados, sus pareceres políticos no influyen en la línea económica que se trazaron para otorgar ayuda. Me parece que están convencidos de que la Argentina aún no descendió todo lo que debiera”, especuló.
Los diplomáticos argentinos que preparan la agenda y efectúan las negociaciones previas a los contactos del Presidente trataron ayer de morigerar la dureza de las palabras de Krueger. “Es la misma línea de siempre, la del plan sustentable y los seis puntos que hay que abordar para otorgar la ayuda”, dijeron a este diario dos de ellos. Los seis puntos a los que hacían referencia fueron los que se cansó de repetir el parco Singh en Buenos Aires, donde además aprovechó, junto al resto de su delegación, para comprar zapatos de calidad a bajísimos precios: derogar la ley de quiebras y la figura de subversión económica, modificar el presupuesto recientemente aprobado por el Congreso, bajar el déficit de las provincias y retirar de circulación los bonos que emiten sus administraciones, y sentarse a reestructurar la deuda externa. De todo ello, entienden los funcionarios argentinos, los asuntos más conflictivos son los referidos a las finanzas provinciales, las mismas a las que se refirieron en sus declaraciones de marras tanto Krueger como Bush.
Duhalde deberá, ahora, esforzarse aun más para remontar la pendiente a la que lo empujaron las frases de los funcionarios norteamericanos. De que lo logre, de que suavice la posición norteamericana y del Fondo –aunque más no sea pour la galerie, es decir para el establishment local– tras los encuentros con Koehler, Bush y O’Neill, dependerá el futuro inmediato, no ya de la economía nacional, sino de su propia permanencia en el poder.

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