Mar 11.05.2004

EL PAíS  › OPINION

La decadencia del peronismo

Por Juan José Hernández Arregui (h) *

Plantear como discusión política la decadencia del peronismo, pierde rigor científico, cuando el problema queda reducido a una cuestión de hombres en disputa por el ejercicio del poder.
Si la política en una primera definición genérica, no es otra cosa que los intereses encontrados de sectores sociales en lucha permanente, tal circunstancia es al mismo tiempo la historia de la sociedad. Entonces, el signo distintivo de las luchas políticas de la Argentina en sus últimos treinta años, indudablemente encierra una contradicción fundamental y no resuelta, definida sobre un hecho de base; el peronismo como partido ha abandonado la alternativa nacional como silogismo primario de su existencia, al subvertir su contenido de clase, para, en definitiva transformarse en el emblema del país colonizado.
En otras palabras, la estructura partidaria ha sustituido la ideología revolucionaria de la liberación, por la dependencia sin eufemismos.
Pero, este hecho no es casual. Si hoy un hombre de reconocida militancia peronista como Néstor Kirchner encuentra severas limitaciones para plasmar nuevamente una corriente popular del pensamiento político nacional, tal hecho encuentra la contradicción no resuelta, en la antítesis, cuyo origen se halla en las críticas que recibe de “peronistas” autodefinidos como tales, pero sin embargo enemigos de un proyecto emancipador.
Entonces, el problema que presenta el peronismo no es una crisis de identidad respecto de la concepción histórica del pueblo y sus luchas; es la deliberada traición de sus cuadros dirigentes encerrados en la lógica nefasta de la dependencia, expresión alienante de un falso proyecto pequeño burgués.
Tal concepción, oculta deliberadamente una contradicción fundamental. Se pretende imponer aquella crisis de identidad instalando artificialmente en el escenario político la “obligatoria” claudicación ideológica del pensamiento nacional, dando lugar a una práctica que, en realidad, es la negación misma del peronismo.
Lograr el objetivo consiste por lo tanto en producir un fenómeno de domesticación de la conciencia del pueblo, desde el momento de transformar al peronismo en un partido político formal, pero necesariamente mutilado en la conciencia histórica de su razón de ser. Ya no se está ante el hecho maldito del país burgués, es únicamente en su reduccionismo partidario un hecho pequeño burgués. En tales términos, el partido peronista ya no es el motor político útil como expresión ideológica nacional y por lo tanto capaz de afirmarse en las masas sociales en su devenir, que más tarde o más temprano dueñas del impulso emancipador, utilizará el basurero de la historia para esta clase de dirigentes.
En definitiva, esta clase dirigente no rescata al pueblo, pretende rescatarse a sí misma, pero al desvirtuar la esencia misma del movimiento peronista, está creando las condiciones que la destruirá como dirigencia. Por eso, hoy, Kirchner tiene un grado de reconocimiento político superior al setenta por ciento. Pero el Presidente no es el retorno al pasado, es sólo la posibilidad política de un futuro distinto y ese futuro es una Nación justa, libre y soberana.

* Apoderado del partido Memoria y Movilización Social. Integrante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

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