Dom 02.01.2005

EL PAíS  › DUHALDE, DE SUDAMERICA A SAN JUSTO

Dimes y diretes

“Liderazgo y conducción”, proclama Solá. “Lealtad”, replica Duhalde: dime de qué alardeas y te diré de qué careces. La ingenua soberbia de uno revela en el crispado rostro del ex senador las prácticas que lo han hecho el político de peor imagen, sólo precedido por Menem. No en defensa de grandes valores, sino de pequeños intereses, Duhalde está dispuesto a rebajarse de la fantasía de estadista sudamericano a la práctica de puntero de La Matanza, en las huellas del inolvidable Raúl Alfonsín.

› Por Horacio Verbitsky

“Liderazgo y Conducción”, era la única idea de la solicitada en apoyo del gobernador Felipe Solá. Más que el texto importaban las firmas, obtenidas con uso y abuso de su cargo institucional. “La Lealtad es lo primero”, le hizo responder el ex senador Eduardo Duhalde. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces, sería una concisa síntesis de la confrontación, en la que Néstor Kirchner hará todo lo posible por ser apenas un lejano espectador. Algunos de sus colaboradores temen que como consecuencia del terremoto bonaerense, un tsunami pueda golpear las puertas de la Casa Rosada. “Solá desafió a Duhalde sin medir sus fuerzas y cuando le contestaron vino asustadísimo a buscar una protección que el gobierno nacional no tiene el menor interés en brindarle”, dice uno de ellos. Otro, curtido en batallas más duras, asiste con ánimo jocoso a los preparativos de cada bando.
Tiempo y lugar
Ni la ingenua soberbia de Solá alcanza para disimular la recaída duhaldista en las prácticas que han hecho de su líder el político de peor imagen pública, sólo precedido por Carlos Menem y seguido de muy cerca por su esposa, Hilda González de Duhalde. Sólo mejoró sus índices de aprobación en junio de 2002, cuando anunció el acortamiento voluntario de su interinato a cargo del Poder Ejecutivo, luego de los asesinatos en la estación de Avellaneda. Desde entonces, con el propósito de conservarlos anuncia su retiro gradual de la política. Le resultará más difícil sostener ese discurso después de la embestida de esta semana, en la que mostró la boca torcida de crispación no en defensa de grandes valores sino de pequeños intereses. Como el liderazgo de Duhalde no puede transmitirse cual bien de familia ni legarse a los amigos de la mesa de póker, Solá cabalga sobre un deseo de renovación generalizado. Eso no quiere decir que sea la persona indicada para encabezar ese proceso de apertura y participación, como lo definen muchos dirigentes intermedios. Solá planteó la disputa en el momento y en el terreno menos propicios: antes de la aprobación del presupuesto y en términos de aparato y de representación institucional. La idea de formar una línea propia que separe las aguas, cuando promedia su segundo mandato y ya pega en su espalda el sol de la no-reelección, demuestra su falta de astucia política. En cambio Kirchner conservó la mitad del gabinete de Duhalde y todos sus operadores legislativos y nadie podría decir que no le han respondido en forma vertical cada vez que los necesitó.
Hacer la víctima
La respuesta de Duhalde abrumó a Solá. No sólo controla dos tercios de los legisladores justicialistas y las principales intendencias de la provincia con sólo un par de excepciones. Además cuenta con los seguidores de Raúl Alfonsín, con el coronel Aldo Hulk y con el comisario Luis Abelardo Picapiedras, que pesaron en la Legislatura. Si se escucha la descripción de Solá, entre todos lo hicieron sentir como violador serial ingresando a cárcel cordobesa. “Me ataron las manos”, clama, para sugerir la escena. Para los duhaldistas, en cambio, Solá juega a hacerse la víctima. Donde unos ven ingenuidad, los otros detectan cálculo. Explican que el proyecto de ley de presupuesto ingresó a la Legislatura con cuatro meses de atraso, el mismo día del acto de presentación de la línea interna del gobernador en Costa Salguero y luego de dos semanas de duras críticas a los diputados provinciales. Sería una meditada provocación. Aun así, la Legislatura le concedió autorización para contraer un crédito del Banco Mundial por 350 millones de dólares y para endeudarse con el Estado Nacional por 1550 millones de pesos dentro del Programa de Financiamiento Ordenado. También le votó la ley impositiva y la adhesión a la de responsabilidad fiscal. Durante la emergencia, las partidas presupuestarias eran asignadas cada mes por el ministro de Economía, de modo de controlar que el gasto no se desbocara. Ahora, en cambio, cada jurisdicción recibe el total de su partida y lo administra a su gusto. Pero la Legislatura no modificó el monto presupuestario contemplado en el proyecto del gobernador ni el destino de cada partida. Tampoco les puso límites a las partidas identificadas para designaciones en policía, minoridad, justicia, desarrollo social y salud. Lo único que le negó fue la facultad de proveer 14.700 nuevos cargos públicos indeterminados que, en año electoral, hubieran servido para el armado de su corriente personal. Cuando el gobernador desee crear nuevos cargos, deberá enviar la propuesta a la Legislatura que, si son reales, se los aprobará sin reparos. Todos los bloques del Senado, incluyendo quienes responden a Solá, votaron estas enmiendas, afirma la vicegobernadora Graciela Giannettasio, quien se cuidó de poner las partidas para la Comisión Provincial por la Memoria a salvo de la inquina de Solá. En 2003, el gobernador le retaceó fondos al organismo presidido por Adolfo Pérez Esquivel y Hugo Cañón, para castigar las objeciones a los superpoderes policiales y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en cárceles y comisarías. En 2005 no podrá hacerlo, porque los fondos serán girados en forma directa a la Comisión, como ocurre con los de la Dirección de Escuelas.
¿Vetar qué?
La opción de Solá es vetar la ley de presupuesto, pero no está claro si puede hacerlo y si le conviene. El artículo que permitía al Ejecutivo provincial reasignar partidas y crear a voluntad casi 15.000 cargos fue excluido del texto por la Legislatura. ¿Cómo vetar algo que no forma parte de la ley? Si vetara todo el presupuesto, podría prorrogar por decreto el de 2004, imputar y cambiar partidas de jurisdicción, con ellas construir la contrapartida que exige el Banco Mundial y pedir la garantía del gobierno nacional. Pero la dudosa constitucionalidad de esa medida sería dirimida por el bloque duhaldista en la Suprema Corte provincial. Los únicos vetos que le quedarían a mano serían el límite de los subsidios a otorgar y la creación de una comisión bicameral de seguimiento de las obras no contempladas en el presupuesto ni en el crédito del Banco Mundial. Pero incluso esas decisiones menores podrían ser frustradas por una insistencia legislativa con mayoría calificada, lo cual agravaría la situación del gobernador. Si Solá se decidiera a ir a fondo, debería correr de Acción Social al aparato que sigue conduciendo la diputada González de Duhalde y purgar de duhaldistas todas las delegaciones de organismos provinciales en los municipios (Vialidad, el Registro Civil, Salud Pública, Previsión Social). “Como es un autista nunca lo hará”, opina uno de los bonaerenses a quienes Kirchner escucha con atención. “Solá se mandó solo, sin consultar. No midió las consecuencias del desafío que lanzó y ahora está en pánico”, cree otro interlocutor habitual del presidente. “Unos y otros dicen que están con nosotros”, agrega, con una cuota de inquietud y otra de regocijo.
Enfoques
El miércoles por la noche, José M. Díaz Bancalari llegó hasta Olivos junto con varios intendentes duhaldistas para averiguar hasta qué punto el intento del ex hipercafierista, hipermenemista, hipercavallista e hiperduhaldista Solá, cada cosa en su medida y oportunamente, implicaba una estrategia indirecta del gobierno nacional. Kirchner se limitó a recomendarles que antepusieran los intereses de la provincia a los partidarios. Al Poder Ejecutivo le intriga la alta exposición pública que Duhalde ha asumido sin advertir que sólo le producirá un desgaste adicional. La confrontación escaló a partir del reportaje a Enfoques del intendente de La Matanza, Alberto Balestrini, quien hace dos semanas llamó a Duhalde “señor feudal” y dijo que si las candidaturas para los comicios de este año no se decidían en elecciones internas, el justicialismo se partiría. Los diputados provinciales duhaldistas querían modificar la ley electoral, para quitarle al gobernador la facultad de convocar a elecciones internas, la confección de los padrones y la fijación del cronograma, pero a último momento desistieron. Podrían hacerlo en febrero o marzo, si reunieran los 2/3 de ambas cámaras, lo cual no es imposible, dado el interés de los partidos menores en obtener esas facultades. Tal reforma también podría convertir las elecciones internas en cerradas, lo cual tornaría decisivo el peso del aparato duhaldista. Pero ello implicaría modificar además la carta orgánica del PJ, que las ordena abiertas. La eventual ventaja que de ese modo obtendría Duhalde se compensaría con el daño que tal reforma le haría entre los ciudadanos no encuadrados en partidos. En tal caso, Solá no tendría otra alternativa que buscarse un sello de fantasía para enfrentar al aparato por fuera en la elección general, como Cafiero hizo en 1985 frente a Extherminio Iglesias. Sin embargo, tanto Duhalde como Solá se declaran confiados en caso de que la elección sea abierta.
Puñales
En una u otra hipótesis, más que Solá a Duhalde le inquieta Balestrini, quien está jugando para Kir-chner el rol que él desempeñó para Menem, cuando en 1988 desertó de las filas del cafierismo y se convirtió en el caballo de Troya que permitió el abordaje del riojano a la provincia de Buenos Aires. Con una diferencia: antes de su defección, Duhalde se movió con disimulo y no mostró en los diarios su sombra puñal en mano tras la espalda del cándido Cafiero. Una cosa es que Carlos Kunkel instale la candidatura bonaerense de la esposa presidencial, que nunca lo confirmó; otra muy distinta que Balestrini afirme que Kirchner le ofreció acompañarla en la boleta, le reserva un rol protagónico en el Congreso y apoya la línea lanzada por Solá. Duhalde amenaza con conducir en persona la campaña electoral en La Matanza, tal como hizo cuando Alberto Pierri intentó volcar el municipio más poblado del país en favor del rrreleccionismo menemista. Con ese involucramiento personal tendría posibilidades de victoria. Pero implicaría un redimensionamiento dramático, de estadista sudamericano a armador de listas municipales, siguiendo las huellas del inolvidable Raúl Alfonsín. “Pura ganancia para Kirchner”, opina uno de los cuatro ministros del gobierno nacional que antes integraron el gabinete de Duhalde.
Fantasmas
En las elecciones internas bonaerenses no sólo se decidirán las candidaturas provinciales, sino también las nacionales. Esto significa que el único interlocutor de Duhalde será Kirchner. Pese a las ostensibles diferencias que los separan, ambos se entienden entre ellos mejor que cada uno con el gobernador, cuya incontinencia de librepensador que comenta los acontecimientos y confía sus cavilaciones a la prensa provoca el desdén irónico de Kirchner y la exasperación de Duhalde. Aunque hoy parezca un pasado remoto, cuando Kirchner asumió la presidencia los dirigentes políticos no podían salir a la calle sin exponerse a un disgusto. Si Duhalde optara por proyectar su bloqueo a Solá en una táctica deobstrucción a Kirchner en el Congreso y/o de agitación en las calles como en diciembre de 2001, aquel fantasma que sigue a la vuelta de la esquina podría volver a corporizarse, al menos para quienes adhieran a esa táctica que Kirchner motejó de extorsiva. Por eso es imaginable que el ex senador preferirá seguir negociando espacios de repliegue con un presidente que ha restaurado, aunque sea en forma precaria, el nexo cortado entre la política y la sociedad y que ha tenido con él no pocas consideraciones personales, como el cargo sudamericano para el que lo designó, en atención a sus conocimientos y talento en la materia. Sólo ha defendido el límite, cuando sintió que se lo corrían demasiado.
Temblores
Hace apenas seis meses, Solá se apoyó en Duhalde para embestir a Kirchner por la tajada bonaerense en la ley de coparticipación federal y habrá que esperar unos pocos meses para saber si no repite el mismo esquema, cuando el ministro de Economía Roberto Lavagna le niegue los 1550 millones de pesos que la Legislatura le votó para el Programa de Financiamiento Ordenado y sólo le ofrezca 1200. La clave es que Solá se considera en el mismo plano con el presidente y el ex senador. Recuperado de la depresión que le produjo el ascenso de Kirchner a la presidencia (“podría haber sido yo”, se lamentó) ahora imagina que podría acompañarlo como vicepresidente en 2007. “Cuando un gobernador de Buenos Aires entraba a la Casa de Gobierno, al presidente le temblaba la pera. Ahora le tiembla, pero de risa. En cada discurso dice que habla como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo repite a ver si él mismo se convence”, comenta uno de los aspirantes a sucederlo en la gobernación. En junio, cuando Duhalde avanzó con una retahíla de cuestionamientos públicos al gobierno nacional, Kirchner lo afeitó en seco. En uno de los escasos reportajes que ha concedido preguntó quién era Duhalde para decidir cuál es la verdad, dijo que no le debía nada, descalificó a la burocracia política bonaerense, rechazó los pactos corporativos y aludió al uso de los fondos remitidos por la Nación a Duhalde con la inequívoca palabra “botín”. Eso no lo puede hacer Solá, cuya zigzagueante biografía lo inhabilita para denunciar ante la sociedad las corruptelas de la politiquería bonaerense. En aquel momento, como ahora, reapareció el fundado temor al viejo hábito peronista de transferir al aparato estatal sus querellas intestinas, con consecuencias para la economía, la política y la institucionalidad. La historia es una ayuda insustituible para predecir el pasado, pero sólo dirá algo acerca del futuro si se cotejan sus ocurrencias con las de un escenario distinto, como el que plantea todo presente. Para el gobierno nacional se abren dos opciones. Si Solá se plantara y le diera pelea a Duhalde, cosa posible pero improbable, Kirchner podría terminar como mediador que procure un avenimiento. De lo contrario, no habrá una tercera silla en la mesa a la que se siente con Duhalde para consensuar las listas de diputados y senadores nacionales. Mientras Solá perdió tres años en forma intrascendente, a Kirchner le bastaron los primeros seis meses de su presidencia para construir un poder que lo independizó de cualquier padrinazgo. Nadie lo entiende mejor que Duhalde, quien sólo busca mejorar sus condiciones de negociación para cuando llegue la hora de discutir quiénes acompañarán la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner.

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