Mar 04.07.2006

EL PAíS  › MAS TESTIGOS DEL HORROR EN EL JUICIO AL TURCO JULIAN

El engaño hasta último momento

Antes de ser “trasladado”, el desaparecido José Poblete creía que iban a enviarlo junto a su mujer a “una granja de rehabilitación”, de la que saldrían en un año o dos. La noche de Año Nuevo de 1978, Poblete le pidió a su compañero de militancia, Juan Guillén, quien horas después sería liberado, que le comunicara la noticia a su madre para tranquilizarla. “Me dijo que le diera muchos besos a Claudia Victoria. Pobre... no sabía que la beba no estaba con su familia (había sido apropiada)”, contó ayer Guillén durante la tercera jornada del juicio contra el represor Julio Simón, alias “el Turco Julián”, a quien el testigo indicó como “el jefe de interrogadores”.

La jornada en la Sala de Audiencias de Comodoro Py 2002 estuvo signada por los relatos de los sobrevivientes del campo clandestino El Olimpo, que hablaron del funcionamiento del lugar y las atrocidades cometidas por el imputado. Por la mañana, fueron convocados Isabel Mercedes Fernández Blanco, Susana Leonor Caride y Juan Guillén, mientras que Enrique Carlos Ghezan y Gilberto Rengel Ponce declararon por la tarde.

Mirando siempre al represor, la primera testigo, Isabel Blanco, recordó cómo fue obligada a llamar a su marido mientras amenazaban con un revólver a su hijo Nahuel, de menos de dos meses de vida. También afirmó haber sido torturada “brutalmente” por el Turco Julián. Sobre los “traslados”, Blanco contó que otro detenido solía decir que era preferible “la libertad que dan las rejas”, porque al menos daban la esperanza de un eventual “blanqueo y envío a una cárcel común”. Ante la pregunta del fiscal Raúl Perotti sobre si la tortura era “en busca de información o por sadismo”, la mujer –en sintonía con los demás testigos que hablarían después– no dudó: “Ambas cosas”. Como ejemplo, detalló el ensañamiento particular que tenían con Poblete por su discapacidad (le faltaban las piernas): “Le sacaban la silla de ruedas y lo hacían caminar con los muñones mientras se reían a carcajadas”, declaró.

Dentro del Olimpo –detalló la segunda testigo, Susana Caride– funcionaba una especie de circo romano, en el que el imputado tenía especial interés. Se obligaba a boxear a los detenidos entre sí bajo amenaza de tortura. Caride recordó una fiesta de Navidad en donde “nos dieron de comer pollo, ensalada rusa y pan dulce y a las 12 en punto, a la hora del brindis, comenzó una sesión de torturas. Después hubo un ‘traslado’”. La testigo declaró que fue “cadeneada, golpeada y torturada” por el imputado.

Guillén afirmó que buena parte de sus compañeros del Frente de Lisiados Peronistas, entre ellos Poblete, fueron secuestrados por “la patota”, tal como calificaron los testigos a los “grupos de tareas” de la dictadura y llevados al Olimpo. Luego narró las circunstancias en que su mujer (ciega) fue secuestrada y cómo luego lo fueron a buscar a él (que se desplaza con bastones ortopédicos).

El juicio, que llevan adelante los camaristas Luis Di Rienzi, Guillermo Gordo y Ricardo Farías, pasó a cuarto intermedio hasta el jueves, a las 10, luego de que el Tribunal Oral dispusiera sumar dos nuevos testimonios sobre el campo de concentración El Olimpo.

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