Vie 21.07.2006

EL PAíS

“Si las plantas de celulosa son contaminantes, las vamos a cerrar”

Al arribar a Córdoba, el presidente uruguayo dio garantías de que las plantas de celulosa no serán contaminantes y volvió a proponer el monitoreo conjunto que para Argentina no alcanza.

› Por Fernando Cibeira
Desde Córdoba

Tabaré Vázquez no sólo aceptó participar de la cumbre de Córdoba sino que llegó al país dispuesto a fijar posición respecto del conflicto por las papeleras. Apenas bajó del avión, tuvo el gesto –poco común en él– de acercarse a los periodistas que cubrían la llegada de los presidentes. “Sinceramente comprendo las preocupaciones de los ciudadanos de Argentina por la instalación de las plantas; nosotros también las tuvimos. Eso nos llevó a que fuéramos muy exigentes con el cumplimiento de la protección medio ambiental”, sostuvo, y reiteró que si comprueban que contaminan “las vamos a cerrar”. También dijo estar dispuesto a dialogar con Néstor Kirchner para encontrar una solución e insistió en la idea de un monitoreo conjunto “desde ahora”. La propuesta ya había sido expuesta por el canciller uruguayo, Reynaldo Gargano, por la mañana en el encuentro que mantuvo con Jorge Taiana. Pero el canciller argentino había anticipado que la consideraba “insuficiente”.

Resultó evidente que el gobierno uruguayo no está dispuesto a dejar que pase la cumbre sin avanzar en una solución al conflicto por las papeleras. Pero su propuesta de solución, el monitoreo conjunto, para los argentinos no representa nada nuevo porque no contempla la realización del estudio previo de impacto ambiental. “Sería monitorear el desastre”, responden invariablemente en Cancillería.

En términos más diplomáticos, fue lo mismo que le dijo Taiana ayer a Gargano. Luego se preocuparon por mostrar gestos de distensión. Brindaron una acotada conferencia de prensa conjunta en la que anunciaron un acuerdo para apurar la residencia de los uruguayos en Argentina y de los argentinos en Uruguay. Tanto Argentina como Uruguay quieren “encapsular” el problema de las papeleras, de manera que no interfiera en el resto de la relación bilateral.

Pero la instancia de los cancilleres quedó superada con la llegada de Tabaré. Moderado, el uruguayo tuvo un gesto comprensivo con la protesta de los ambientalistas y buscó dar garantías sobre las bondades del proyecto. “Con nuestros países transitando una democracia muy sólida, es un derecho de los ciudadanos expresar sus opiniones, sean a favor o en contra, es lógico y lícito que tengan sus preocupaciones, y es obligación de los gobernantes tratar de darles las explicaciones necesarias”, sostuvo. Una delegación de Gualeguaychú viajó a Córdoba para realizar una protesta. Uno de ellos, incluso, ayer tuvo un conflicto con Gargano (ver aparte).

“Estoy seguro de que la técnica que van a utilizar, la tecnología no sólo para producir la pasta de celulosa sino para controlar los efluentes, es de la más alta tecnología que se aplica en el mundo. Nosotros vamos a controlar y, si esas plantas contaminan el ambiente las vamos a cerrar”, aseguró Tabaré.

Kirchner y Vázquez se verían anoche en la cena de honor. Como lo hicieron en Caracas, se descontaba que se saludarían afectuosamente en público. Pero la idea de una reunión bilateral no está en la agenda y en la Cancillería no le veían muchas posibilidades. “Si se reúnen tienen que salir con alguna solución, y hoy no está a la vista”, respondían. La propuesta del monitoreo conjunto ni siquiera entraba en consideración.

Hoy en la Casa Rosada parecen inclinados a apostar a una estrategia más larga, en la que la asfixia económica a los proyectos de las plantas juega un rol primordial. “El problema es Gualeguaychú”, explicaba un funcionario argentino. “En un año electoral, Kirchner no va aceptar lo del monitoreo conjunto, porque por un lado es consentir la inevitabilidad de las papeleras y, además, sería retroceder respecto del acuerdo que firmaron en Santiago de Chile, cuando pactaron detener las obras para hacer el estudio de impacto ambiental”, agregaba. En esa dirección, en Cancillería no veían que Kirchner hiciera ningún gesto que diera a entender que las papeleras se construirían inexorablemente. Una solución posible, veían, pasaba por la relocalización de Ence, una idea que se conversó en España durante el último viaje de Kirchner y que el nuevo presidente de la empresa estaría dispuesto a considerar. Pero esa alternativa no cae bien en Uruguay. La solución no parecería estar en esta cumbre.

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