Mar 11.07.2006

SOCIEDAD

Piden expropiar un terreno para preservar un cementerio aborigen

Vecinos de Baradero se movilizaron para frenar la destrucción del cementerio, que data del siglo XVII. Piden que el terreno se dedique a un espacio para la memoria y estudios arqueológicos.

El terreno de más de media manzana, en la ciudad de Baradero, no tiene demasiado valor a simple vista. Pero en su subsuelo alberga nada menos que un cementerio aborigen del siglo XVII, considerado el único en su tipo en toda la provincia de Buenos Aires. Por eso, vecinos de esa localidad reclaman su expropiación. Allí vivieron comunidades guaraníes y chana timbúes, en una reducción administrada por los curas franciscanos. Ahí, una empresa pretendía remover la tierra para construir una playa de estacionamiento. La movilización vecinal logró frenar la obra y ahora apunta a conseguir que el predio pase a propiedad del Estado para construir allí un espacio para la investigación arqueológica y en memoria de los pueblos originarios. Para ello es preciso la sanción de una ley de expropiación de ese sitio que permitiría posteriormente la compra del predio y su probable transformación en espacio para la memoria.

“Todo sigue frenado. No tenemos una resolución que nos deje tranquilos, por eso nos unimos en la defensa del patrimonio. Hasta ahora lo único que logramos fue detener las topadoras”, comentó a Página/12 Alicia Gastellu, vecina de la zona.

El director provincial de Patrimonio Cultural dependiente del Instituto Cultural bonaerense, Juan José Ganduglia, explicó a este diario que “el sitio ocupa media manzana sobre la barranca, en el centro de la ciudad, y no está cercado, se puede entrar a caminar”. En cuanto a la importancia histórica del lugar, comentó que “los primeros datos del cementerio son de 1911, cuando el arqueólogo Salvador Debenedetti recibió la información de que había restos humanos. Entonces realizó excavaciones e identificó esqueletos que fueron incorporados al Museo Etnográfico de Buenos Aires, dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA)”.

“Un día, a principios de septiembre del año pasado, estábamos con mis alumnos pintando un mural y vimos que en el lugar había topadoras. Los dueños de la empresa Transportes Bernardi querían hacer una playa de estacionamiento de camiones”, relató Mariana Maroli, profesora de Plástica e Historia del Arte. En ese momento se movilizó la comunidad y se frenó a las topadoras.

Ganduglia explicó que después de eso hecho “se hizo una denuncia en la Justicia”. Posteriormente, “el 15 de febrero de 2006 se puso en el lugar un cartel indicando la prohibición de innovar, hasta tanto se estudie el lugar. La empresa detuvo la obra”. Esta prohibición se efectuó en el marco de la ley 25.743 de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico que estipula que este sitio arqueológico y los materiales que contiene pertenecen al dominio público de la provincia, por lo que disponer de las piezas en forma privada o dañar el lugar es un delito. “Para evitar que el conflicto termine en la Justicia, el Instituto Cultural notificó al empresario involucrado a fin de llegar a un acuerdo voluntario de partes”, indica un comunicado del organismo.

Ganduglia especificó que para que el Estado se apropie del predio “se tendría que hacer una ley de expropiación, nacional, provincial o municipal, e indemnizar al propietario del lugar”.

Mariainés Bernardi, una de las dueñas de la empresa que quería instalar la playa de estacionamiento, dijo a este diario que cuando adquirieron el predio, en septiembre del año pasado, “no sabíamos que se iba a armar este lío. En la escribanía nos dijeron que la venta no estaba inhibida”. Bernardi, que es de la zona, admite que sabía que en el lugar había un cementerio.

Sofía Gastellu, estudiante de Historia, relata que “a lo largo de los años se fueron sacando restos óseos, no siempre dentro del ámbito arqueológico, los sacaban particulares como trofeos”. Por su parte, Mariana Maroli comentó que “cuando llueve pueden verse muelas, cuentas de vidrio, collares de conchilla. La mayoría de los habitantes de la zona tiene un souvenir del cementerio”.

Fernando Oliva, a cargo del Centro de Registro Arqueológico y Paleontológico del Instituto Cultural de la provincia, explicó a este diario que “la idea es conservar el cementerio como un lugar sagrado y para ello tienen que actuar investigadores, haciendo excavaciones, para hacer un centro de interpretación”.

Alicia Tapia, arqueóloga e investigadora de la UBA y de la Universidad de Luján, recuerda que en 1911 Debenedetti encontró en ese lugar “cajitas, restos esqueletarios, cuentas de colores venecianas, entre otras cosas”. La especialista destacó que “el valor no está en el hecho material o lo que puede haber, sino en la potenciación de la memoria”. Es un cementerio donde se enterró a aborígenes reducidos en la misión de 1615. A partir de ahí, “el proceso de desestructuración del mundo indígena fue vertiginoso”, explicó. Las etnias que estaban en el lugar eran “chana timbúes y guaraníes”.

El cementerio es “único en la provincia de Buenos Aires como sitio, aunque es probable que existan otros de este tipo, que no fueron descubiertos”, destacó Tapia. “Reducciones franciscanas hubo tres en la provincia, una de ellas en Río Santiago, pero la única que persistió fue ésta”, agregó. Por todo esto, es importante “el hecho de valorizar este espacio para dejar memoria, para dejar constancia de lo que fue”.

Informe: M. S. Wasylyk Fedyszak.

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