Jue 21.01.2010

SOCIEDAD • SUBNOTA  › EL TERREMOTO DEJó A CIENTOS DE MILES DE NIñOS SIN PADRES NI FAMILIA

Los huérfanos que dejó el sismo

Algunas agencias calculan que son 300 mil, más otros tantos que ya había antes. Padecen hambre y todo tipo de padecimientos. Algunos están siendo entregados a extranjeros. Y hay polémica por el descontrol en las adopciones.

› Por Guy Adams *

Desde Puerto Príncipe, Haití

Su nombre es Wideline Fils Amie. Tiene nueve años. Sus padres murieron y su única posesión es el vestido escocés rojo sobre su espalda. Durante la semana pasada estuvo viviendo y durmiendo en el patio trasero indescriptiblemente sucio del orfanato Foyer de Sion, en Pétionville. Cuando se le pregunta cómo se siente, Wideline murmura dos palabras a través de sus dientes rotos: “hambrienta” y con “miedo”.

Dieciocho chicos y chicas, de dos a 15 años, están en un edificio ruinoso de dos pisos en las colinas a la salida de Puerto Príncipe. Sus reservas de comida consisten en tres bolsas de arroz, tres bolsas de porotos, unas batatas y media botella de jugo de naranja. Una semana después del terremoto que dejó a su ciudad en ruinas, el orfanato no había recibido asistencia alguna.

“No sé por qué”, dice Pascale Mardy, la gerenta. “No nos queda casi nada. Cuando ocurrió el terremoto, tenía 100 dólares en mi bolsillo para comprar comida. Ahora gasté hasta el último dólar, de manera que estamos reducidos a una comida diaria. Estamos en problemas.”

Es la misma historia en todo Puerto Príncipe, donde la asistencia disfuncional está entrando lentamente en acción. Grandes reservas de suministros están varadas en la pista de aterrizaje del aeropuerto. Los buques de carga están anclados en el mar, incapaces de llegar al dañado puerto. El número de muertos en Haití se estimaba ayer en 200.000. La capital ya no tiene pilas de muertos en las calles. Pero se pueden oler los cadáveres debajo de los escombros. Casi todos los que uno conoce perdieron su hogar y varios parientes. La escala de sufrimiento es tan masiva que los sentimientos se petrifican.

Wideline creció con pérdidas, pero el terremoto convirtió una mala situación en una peor. Nunca conoció a su padre. Su madre murió cuando tenía seis años y vivió en el orfanato desde entonces. Cuando sucedió el terremoto, estaba jugando con amigos en la escuela. Ahora se siente profundamente traumatizada. “Algunos chicos salieron corriendo, pero yo me quedé adentro. Vi cómo se lastimaban mucho”, murmura. “Ahora tengo miedo de quedarme en Haití. Hay mucha, mucha gente muerta; están sucediendo cosas feas. También tengo miedo de morirme.” ¿Perdió muchos amigos? “Muchos”, contesta.

El estado de Foyer de Sion debe verse para creerse. Una mezcla de barro y heces cubren el suelo. No hay electricidad. Los niños, generalmente ocho por habitación, tienen mucho miedo de entrar en el edificio, en caso de nuevos movimientos, de manera que estuvieron durmiendo en colchones en el patio de afuera. Los inodoros no tienen agua desde hace una semana. Su única comida diaria proviene de un caldo de arroz y porotos y una pequeña ración de vegetales. En ausencia de agua potable, se vieron obligados a beber el agua de un río sucio.

Los 28 niños de Mardy sobrevivieron al terremoto. Desde entonces, muchos más niños huérfanos llegaron a su puerta. Haití tenía el asombroso número de 380.000 huérfanos antes del desastre, de una población de 9 millones. Ahora la cifra puede ser el doble o más. Alguna agencias de ayuda reconocen que la isla pronto puede tener hasta un millón de niños de los cuales ocuparse. Pero como muchas otras instituciones, Foyer de Sion no puede recibir a más. Mardy dice que no puede disponer de su reserva de alimentos.

El trauma psicológico es aún más preocupante, dice Mardy. “No quieren entrar en la casa. No quieren ir arriba. Tienen que tener a alguien acostado a su lado para poder dormirse, y me siguen por todos lados y me toman de la mano todo el tiempo. No tienen juguetes aquí, pero para ser honestos tampoco quieren jugar, porque tienen demasiados problemas.”

Una avalancha de agencias de adopción en Puerto Príncipe, esperando alzar a los huérfanos y llevarlos a nuevas vidas, podría ayudar a descomprimir la situación. Un avión lleno se dirigió ayer a Holanda y otro ya salió para Pennsylvania, y provocó temores de que padres sin hijos puedan adoptar sin pasar por la burocracia normal. Ayer a la mañana, un ómnibus de la iglesia mormona de Salt Lake City llegó a las puertas de Foyer de Sion y se llevó un montón de niños. “Diez chicos se fueron a Utah esta mañana”, dice Mardy. “La papelería no estaba en orden pero se les permitió ir y la embajada de Estados Unidos les permitió entrar sin visa.”

“Ya estaban en proceso de ser adoptados antes del terremoto y los padres adoptivos en Estados Unidos los habían elegido por fotos, pero cuando antes hubiéramos tardado dos a tres años para arreglar los papeles de adopción, ahora salen volando.”

Es difícil pensar en cómo esos niños no tendrán una vida mejor que la que soportan ahora. Pero las agencias de protección infantil ya criticaron el apuro para exportar huérfanos, argumentando que la falta de procedimientos adecuados abre la puerta al fraude, al abuso y al tráfico de niños. También es desgarrador ver cómo el proceso de adopción divide a ganadores y perdedores. Wideline no tiene padres adoptivos todavía, pero a la edad de nueve años tiene muchas chances de ser adoptada. Milaine Pomelus, una chica de 15 años a su lado, tiene menos esperanzas. “Mo me quiero quedar aquí porque tengo miedo. No tengo miedo sólo del terremoto. También tengo miedo de la cárcel porque está rota y pienso que alguien vendrá a matarnos. Cosas malas están sucediendo en Haití.”

Niños que recientemente quedaron huérfanos están siendo entregados para adopción en la iglesia mormona de Pétionville. El obispo Harry Mardy Mitchell ya tiene alrededor de 700 personas en su patio trasero y llegan a 1000 a la noche. Entre 20 y 30 son huérfanos. Wyclef y Evry tienen dos años, y deben partir la semana que viene. “No han tomado leche en días, y están viviendo de galletitas. Se irán a Estados Unidos y se convertirán en estadounidenses. Esto es bueno porque podemos encontrarles padres que los alimenten y los cuiden y les den una buena educación que no podrían recibir de otro modo.”

El éxodo de huérfanos también está aumentando la presión en el aeropuerto de Haití. La CNN informó ayer que el gobernador de Pennsylvania, Ed Rendell, pudo aterrizar un jet charteado para llevar a docenas de niños a Estados Unidos. Previamente estaban en el orfanato Bresna, que está dirigido por dos mujeres del área de Pittsburgh. El avión de Rendel aterrizó el lunes, el día que Médicos Sin Fronteras denunció que otro avión de asistencia no pudo aterrizar en Puerto Príncipe.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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