Mar 04.07.2006

SOCIEDAD • SUBNOTA

“El vecino es enemigo”

Los asesinatos derivados de casos en los que la gente toma la justicia en sus manos son una manifestación de “la fragmentación social que atraviesa a todos los sectores sociales y que hace que cada uno sienta que debe cuidar lo suyo”, señaló a Página/12 la socióloga Victoria Rangugni, investigadora del Instituto Gino Germani. Según su perspectiva, se trata de una consecuencia de las ideas que impuso el neoliberalismo, que afectan a todas las clases: “Unos salen a los tiros de las casillas y otros contratan seguridad privada en los barrios cerrados”.

–¿Qué es lo que están mostrando los casos de justicia por mano propia que se repitieron últimamente?

–Lo más llamativo es que está apareciendo en reiteradas ocasiones una fragmentación social que atraviesa a todos los sectores sociales. Estas rupturas al interior de las clases sociales no es exclusiva de los sectores más pobres. También llegan a los sectores más altos, puede verse al interior de las empresas, en las actitudes de los ejecutivos, que son capaces de dañar a un par para quedarse con un puesto de trabajo.

–¿Cómo afecta esa fragmentación al sujeto?

–Los sujetos perciben que cada uno se tiene que hacer cargo de lo que tiene. Cada cual siente que debe encargarse de defender lo suyo, sea mucho o poco. Unos salen a los tiros de las casillas y otros contratan seguridad privada en los barrios cerrados. Pero ambas situaciones indican que los lazos sociales están deteriorados y que hay un individualismo muy fuerte. Por eso se da el enfrentamiento entre quienes deberían estar unidos en su padecer. Antes había una visión romántica en la criminología, que decía que los pobres les robaban a los ricos, pero ahora el delito es intraclase y hace más vulnerables a los más débiles.

–¿Cuáles son los orígenes de la exacerbación del individuo?

–Tiene que ver con el consenso logrado en los últimos 25 años alrededor de las ideas neoliberales. El neoliberalismo arrasó con los lazos sociales. Sus argumentos son que el Estado es un actor torpe y un obstáculo ante el desarrollo del individuo, y que hay que dejar que los sujetos gestionen su propio destino, cada uno debe ser empresario de sí mismo. Con la hegemonía de estas ideas las experiencias colectivas y las regulaciones estatales empiezan a ser vistas como negativas. Los valores positivos están relacionados con los del sujeto libre y autónomo, aunque está desamparado. Todos los ámbitos sociales, el barrio, el trabajo, se transforman en lugares de competencia entre los sujetos. Se percibe que el enemigo está en la casilla de al lado, del que me tengo que cuidar, o que es un par en el trabajo al que trato de perjudicar para progresar.

Informe: Lucas Livchits.

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