Mié 05.07.2006
espectaculos

RADIO “RADIOTEATRO PARA APLAUDIR”

La vigencia de un clásico, en escena

El ciclo propuesto por Argentores en el Auditorio Gregorio de Laferrère abre con La leyenda del Crispín Gritón, ganadora de un concurso de obras.

Alberto Migré se encargaba de destacar que el radioteatro era “un cuento argentino” y que sin proponérselo lo había inventado la actriz Orfilia Rico, cuando al enfermarse no pudo hacer más teatro. Como su memoria mantenía intactas un par de obras, la llevaron a Radio Fénix y, mientras ella recitaba, los actores que la acompañaban seguían el libreto. “En ese momento los directores artísticos pusieron atención y descubrieron que, agregando música, sonidos y libros especialmente escritos, se gestaba un género”, recordaba el autor fallecido en marzo de este año. Existe un comportamiento cíclico: con el surgimiento de cada nueva tecnología se cree que automáticamente todo lo anterior será suplantado. La escritura no mató a la oratoria, las computadoras no lograron –aún– la desaparición de la costumbre de escribir con lapiceras sobre papel; y un paso antes, el advenimiento de la televisión y su género clave, el teleteatro, no lograron desbarrancar al radioteatro. Contrario a todos los pronósticos, este género nacido en los años ’30 no estaba muerto sino (si se quiere) algo dormido, pero continúa vigente. Como clara muestra, hoy a las 19.30, la Sociedad Argentina de Autores (Argentores) estrena un nuevo ciclo de Radioteatro para Aplaudir, en el Auditorio Gregorio de Laferrère (Pacheco de Melo 1820).

“Por supuesto que toda innovación, sobre todo con la televisión, era algo muy fuerte, pero uno tiene que resistir en la vida los cambios, y la radio tenía vida propia. Los mejores autores de televisión eran los buenos autores de radio, porque se habían formado con la gimnasia que tiene este medio, que enseña los diálogos directos, los silencios, a que esté el gancho para que quieras escuchar al día siguiente”, explica Mabel Loisi, integrante del Consejo de Radio de la entidad. Existen pautas para escribir un radioteatro, que echan luz sobre algunas de las características del género. El radioteatro es una película “vista” por alguien que no ve. “El que no ve” no se entera cuándo hay cambios de escena, y para ello está la figura del relator. No conviene usar una gran cantidad de personajes, “el que no ve” tiene que reconocerlos y un amontonamiento de voces lo dificulta. Gracias a estas guías, como resultado del Tercer Concurso de ficción en Radio 2005 se presentaron numerosas obras de la Argentina y Uruguay, de las cuales treinta fueron seleccionadas para ser representadas. Para el estreno de este año, la primera obra en presentarse será la del ganador de la convocatoria, Cristian Kramer, con su obra La leyenda del Crispín Gritón. Grandes actores del género, como María Concepción César, Stella Maris Closas y Víctor Hugo Vieyra, aceptaron la propuesta de participar con la alegría de poder, una vez más, despuntar el vicio.

Una de las personas que trabajó incansablemente para que el género mantenga su vigencia fue Migré, quien a través de los años siguió apostando a la escritura y dirección de radioteatro, encontrando espacios que le brindaron esa oportunidad. Migré, junto al Consejo de Radio, integrado por Mabel Loisi, Nora Massi, Antonio Carrizo y otros, se atrevieron en el año 2002 a soñar con la vuelta del radioteatro, fomentado a través de la Asociación de Autores. “Así reencontramos al radioteatro, como quien encuentra al primer amor y lo encuentra bien, con pelo, sin panza...”, dice Loisi. “Y de esa forma fue como comenzó el proyecto de los concursos, las representaciones con ensayo previo y entrada libre y gratuita, a las cuales no sólo concurren aquellas personas que conocieron al radioteatro en su máximo esplendor, sino también jóvenes que se animan a conocerlo y conmoverse.”

En los años ’30, el radioteatro producía un efecto similar al que produjo el Mundial este último mes: con Chispazos de tradición, las tiendas Harrod’s pusieron autoparlantes a la hora de la función para no perder a los clientes, y las compañías telefónicas se aburrían esperando a que alguien usara el teléfono. En 1950, cuando comenzaron las primeras obras por Radio Nacional, se presentaban con una frase del escritor Alfred Musset que decía: “Y tú verás lo mío, sin dejar tu sillón”. Durante los años ’60, con el surgimiento de la televisión, el género parecía estar listo para integrar un lugar en cualquier museo de la ciudad, pero varios de sus integrantes se negaron a abandonar su pasión por la radio. No fueron los únicos. Los oyentes tampoco dejaron de escuchar, ver y sentirse acompañados por esas historias susurradas en la intimidad de su hogar, que hoy se trasladan a la sala de teatro en la comodidad de las butacas.

Informe: Suyay Benedetti.

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