Lun 05.11.2007
espectaculos

TELEVISION › ESTELA DE CARLOTTO Y “TELEVISION POR LA IDENTIDAD”

“La gente quiere saber lo que pasó”

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo habla de la repercusión del ciclo de Telefé que finaliza hoy. “Se acercaron muchos jóvenes con dudas, que se sintieron convocados por el programa”, señala Carlotto, quien se muestra esperanzada por el efecto multiplicador de la TV.

› Por Emanuel Respighi

Haciendo honor al dicho popular que señala que todo lo bueno es breve, esta noche finaliza Televisión por la identidad. Más allá del mérito que posee de por sí el ciclo que homenajea el trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo –al fin y al cabo nadie pone en duda la dignidad y el compromiso de la asociación– lo cierto es que en un pobre 2007 televisivo el ciclo producido por Telefé Contenidos fue el único –pero no por ello menos valorable– programa que prestigió a la TV local, tanto en forma como en contenido. Si Montecristo había logrado hacer que expresiones como “desaparecidos”, “centros clandestinos”, “terrorismo de Estado”, “apropiación de menores” invadieran a diario y por primera vez el prime time de la pantalla chica argentina, Televisión por la identidad redobló la apuesta instalando definitiva y masivamente el mecanismo de la dictadura militar y sus consecuencias en el tejido social argentino como una problemática tan cierta como la inseguridad, la pobreza y los excluidos.

Luego de centrarse en el primer capítulo en el caso de Tatiana Sfilgoy (la primera nieta recuperada por las Abuelas en 1980) y en el segundo en la historia de Juan Cabandié, como casos paradigmáticos de la lucha de la asociación por la recuperación de nietos apropiados ilegalmente por los militares, hoy culmina el ciclo con un programa en el que se narran a través de testimonios reales y recreaciones diversas situaciones por las que atravesaron algunos de los 500 chicos que se estiman fueron secuestrados durante la dictadura (ver aparte). Y, según parece, Televisión por la identidad trascendió a su mismo compromiso y con una gran realización y un cuidadoso guión escrito por Marcelo Camaño convirtió el homenaje sin fines de lucro comerciales en un programa de audiencia masiva, corroborando la idea de que los argentinos tienen deseos de ver una TV diferente: los 17,5 puntos que promediaron las dos emisiones, por ejemplo, superan ampliamente el rating que obtiene Gran hermano 5, el programa comercial por excelencia de la pantalla chica en todo el mundo.

Claro que Televisión por la identidad es mucho más que un programa de TV: los números del dios rating no bastan para analizar su performance. Tampoco el nivel de producción, la calidad actoral, su detallada musicalización ni sus ajustados elencos. Incluso, ni siquiera el marcar un antes y un después en la manera en que la TV se acercaba a los años dictatoriales explican el alcance de tamaña iniciativa televisiva-sociocultural. Cualquier análisis que se realice sobre Televisión por la identidad y “sólo” tome estos ejes sería incompleto si no se le sumara cuál fue la repercusión social que el programa tuvo (tiene) con el objetivo que con tanta dedicación persiguen las Abuelas: el acercamiento de los jóvenes que dudan sobre su verdadera identidad. “Las Abuelas estamos orgullosas por el reconocimiento, pero fundamentalmente por la respuesta que logró el programa en estas semanas, ya que aún hay mucha gente que sabe y todavía no habla, y muchos chicos que dudan y todavía no preguntan”, le explica a Página/12 Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. “Es muy loable –continúa Carlotto– que la TV se ponga al servicio del derecho a la identidad y que millones de personas entiendan que hay que buscar la verdad. Y que aquellos que dudan sobre su historia, no se queden con esa duda y tengan la posibilidad de ejercer sus derechos a saber quiénes son.”

–¿Y, sobre la base de la audiencia que tuvieron las dos primeras emisiones, no sólo la TV sino también la sociedad comienza a abrirse ante la problemática?

–Aunque mucho no entiendo, la cifras de rating fueron muy buenas, lo que significa que el programa fue bien recibido por los argentinos. Eso demuestra también que el publico está ávido de saber qué fue lo que pasó y qué es lo que se puede hacer para llegar a la verdad. Y en ese proceso Argentina va por el buen camino: los adolescentes son los más interesados por conocer la verdad. Ese es un fuerte motor para la búsqueda.

–¿Cómo fue la repercusión que tuvo el ciclo en las distintas sedes de Abuelas de Plaza de Mayo? ¿Hubo más acercamientos y llamados a partir de Televisión por la identidad?

–Fue terrible. A partir del 23, el día posterior al debut, en Abuelas no se alcanzaban a recibir todas las llamadas telefónicas. Se acercaron muchos jóvenes con dudas que se sintieron convocados por el programa, según dijeron, a la central de Abuelas, a la filial y también a la Conadi, que tiene un registro histórico diferente al archivo nuestro. Hubo decenas de llamados de todo tipo y en un principio no dimos abasto, pero que ahora ya sí porque pese a que se mantiene el nivel de consultas, decidimos en estas semanas poner a toda nuestra gente a atender esta demanda inusual que no hace otra cosa que llenarnos de esperanza de encontrar a nuevos chicos. Se calcula que fueron unos 500 los chicos apropiados. Hay muchos casos que aún hoy se siguen denunciando. Incluso, en la Conadi hay una cantidad de denuncias que no están en Abuelas porque llegaron directamente al Estado. Ojalá la TV ayude en esta búsqueda.

–¿Se preguntó por qué llegó recién ahora este reconocimiento televisivo a Abuelas y por qué en este momento los jóvenes se permiten dudar de su identidad?

–Todo en este país tiene su tiempo. Todo en Argentina se hizo escalonadamente, dando pasos pequeños pero firmes. Esa es la manera de hacer una sociedad más justa. Aquí no hubo revoluciones, sino transiciones, procesos socioculturales que tuvieron sus alcances. Y ahora estamos construyendo junto con un fuerte apoyo de los medios de comunicación un proceso de búsqueda y análisis sobre el pasado necesario para llegar a un futuro mejor como sociedad. El apoyo de Telefé es, tal vez, el punto más alto de este proceso de concientización.

–¿Qué representa para Abuelas que su lucha y su compromiso con el derecho a la identidad arribe a la TV, luego de haber realizado distintas iniciativas en el teatro y en la música?

–“Teatro por la identidad” es nuestra iniciativa más longeva y que está dirigida a un público determinado. Comenzó en Capital, luego se extendió al interior y hasta llegó a España. Televisión por la identidad, en cambio, está pensada para un público masivo. La TV es una cadena de reproducción que hace que se involucre a toda la comunidad con la temática. Hay que valorarlo, por el esfuerzo que le demandó a toda la sociedad argentina poder llevar la dictadura como tema de análisis y debate, incluso en propuestas de ficción, a la TV. Asumo que las Abuelas tenemos mucha tenacidad, amor y deseo de encontrar a los centenares de chicos que faltan recuperar. Lo bueno es que en esta etapa percibimos que el compromiso social va en aumento.

–¿De todas las acciones culturales de Abuelas realizadas en tantos años, Televisión por la identidad es la más importante en términos de respuesta?

–Indudablemente. Ese dicho de que en la actualidad si no estás en la televisión no te conocen, es cierto. Uno aparece en la TV y empieza a entrar en el reconocimiento social. La dimensión y el alcance que tiene la TV lo vuelven un medio único.

–¿Cuál será la próxima acción cultural de Abuelas?

–Hay varias en carpeta, pero hasta que no estén definidas prefiero no adelantarlas. Seguimos con “Teatro por la identidad”, aprovechando para agradecer a todo el gremio actoral que nos acompañó en todo este tiempo. Y no quiero dejar de agradecer en nombre de todas las Abuelas a Telefé y a sus trabajadores por asumir este compromiso de la mejor manera: con respeto y con seriedad. Primero con Montecristo y ahora con Televisión por la identidad. Espero que sigamos recibiendo el apoyo de la gente de la tele y que juntos continuemos transitando el camino de la verdad y la Justicia.

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