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Sábado, 9 de abril de 2005

NOVEDADES EN CIENCIA

NOVEDADES EN CIENCIA

LA ELEGANCIA HECHA TORRE

NewScientist

La modernidad tuvo varias formas de anunciar al mundo su llegada: a través de los charcos de sangre regados por las revolución francesa y los movimientos independentistas (revoluciones norteamericana y latinoamericanas, por ejemplo), la naturalización del uso de la electricidad como sistema nervioso del mundo y la aparición sigilosa, aunque estremecedora, de los medios de comunicación. Sin embargo, la muestra más palpable y fija de este período histórico se condensa en su estandarte y emblema máximo: la torre Eiffel, inaugurada el 31 de marzo de 1889 exclusivamente para la Exposición Universal de París y en celebración del centenario de la Revolución Francesa.
Sus 318 metros, las 18 mil piezas metálicas que la componen, sus 7300 toneladas de hierro, y hasta los 1665 escalones de sus escaleras rebosan de elegancia. Y aún así, los matemáticos e ingenieros desconocían hasta ahora con precisión la “fórmula base” en la cual se basó su autor, el ingeniero Gustave Eiffel –constructor de puentes, del observatorio de Niza y de la estructura de la Estatua de la Libertad–, para lograr levantar semejante mole de cables y hierro sin sucumbir a los azotes inclementes del viento parisino.
“Aunque era asombrosamente brillante mentalmente, Eiffel estuvo obligado a depender de su experiencia práctica en vez de valerse de cálculos matemáticos para estimar los efectos de la fuerza del viento en las estructuras”, explicó el ingeniero Patrick Weidman (Universidad de Colorado, Estados Unidos), al poco tiempo de terminar la primera investigación histórico-matemática dedicada a esclarecer el modus operandi del arquitecto francés. Así, Weidman afirma que la torre no fue diseñada aferrándose a una sola fórmula matemática. Los cincuenta ingenieros y diseñadores que trabajaron dos años en su edificación, en cambio, se valieron de resultados gráficos con los que calcular la fuerza necesaria para soportar el tremendo peso de las columnas de hierro. “Eiffel trabajó sección por sección, sin una ecuación compleja de sostén que explique la peculiar forma de la torre”, concluyó Weidman después de inspeccionar cientos de manuscritos de la Sociedad de Ingenieros Civiles Franceses.
La torre está formada por cuatro patas arqueadas que confluyen en una columna compuesta por secciones en forma triangular, hasta 2003 visitadas por 6.103.978 personas, un número sorprendente si se tiene en cuenta que actualmente hay países que se mantienen en pie con muchísima menos gente.

LA RUTA DE LA MARIPOSA

nature

“Si una mariposa agita hoy con su aleteo el aire de Beijing, puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene.” Aunque exagerada, frases como ésta –que alude al llamado “efecto mariposa”– condensan los aportes realizados a la teoría del caos por el meteorólogo Edward Lorenz en los años ‘60. La idea no es tan complicada; después de todo, lo que Lorenz hizo fue sugerir que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un sistema dinámico pueden producir grandes variaciones en el comportamiento del sistema a largo plazo y ejemplificarlo parafraseando un proverbio chino que dice que “el poder de las alas de una mariposa se puede percibir al otro lado del mundo”.
Lo cierto es que desde entonces muchos ven a estos insectos voladores con otros ojos, a veces con respeto y veneración, y en otras ocasiones con la ignorancia del temor. Sin embargo, las mariposas –adoradas por grandes escritores como Nabokov– no tienen la culpa de las calamidades desatadas por los desajustes en el motor del clima mundial. Lo único que hacen es nacer como orugas, transformarse casi mágicamente en insectos diurnos, volar alocadamente y morir casi al mes de vida. Eso sí: nuevas investigaciones indican que estos bichitos coloridos de seis patas y cuatro alas no son del todo libres. Al menos, eso es lo que piensa un equipo de entomólogos británicos que logró rastrear con radares los movimientos de las mariposas y detectó que en realidad no hacen otra cosa que desplazarse a lo largo de “rutas de vuelo”.
La investigación consistió en adosar al lomo de 30 ejemplares de un tipo de mariposas conocidas como Inachis io y Aglais urticae unos transmisores de 12 miligramos capaces de emitir señales de radio. Una vez que estuvieron equipadas las mariposas, los científicos del Rothamsted Research en Harpenden (Gran Bretaña) fueron capaces de analizar, a lo largo de 1 kilómetro y con la ayuda de un radar, su velocidad cuando los insectos aceleraban (a 2,9 metros por segundo) o cuando hacían piruetas por el aire buscando flores (a 1,6 metro por segundo). El resultado: una evidencia que las exonera definitivamente en el escenario meteorológico del crimen mundial.

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