Vie 14.05.2004
las12

RAMOS GENERALES

Ramos generales

Catalina vuelve a trabajar
Catalina Balaguer es una “delegada de hecho”, una activista que puso el cuerpo –y el puesto de trabajo– para representar a sus compañeros y compañeras –que son mayoría– en la planta de producción de alimentos Pepsico de Argentina SRL, y por eso debe ser reincorporada a pesar de no contar con fueros gremiales. Así lo consideró la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo que ratificó una sentencia de primera instancia que reconocía, además, que la trabajadora fue discriminada cuando se la despidió con la excusa de su “bajo rendimiento”. Junto con Catalina también fue despedida la esposa de un delegado gremial que se hallaba suspendido por tiempo indeterminado. El fallo da cuenta de las presiones, amenazas y medidas coercitivas que intentaban terminar con el trabajo de Balaguer en defensa de los derechos de sus compañeras contratadas. En la apelación se agregó un informe del Inadi en el que se dictaminó que Catalina sufría discriminación “fundada en su opinión política gremial”. Con esta sentencia queda firme un antecedente jurisprudencial que pone límites a las presiones patronales, sobre todo hacia quienes quedan desprotegidos en su estabilidad laboral por no contar con fueros sindicales.


El manoseo recrudece
De paso por la Argentina, la directora ejecutiva del Servicio de Noticias de la Mujer –la red de mujeres periodistas que con 25 años en funcionamiento es la más antigua del mundo–, Thais Aguilar, se quejó de un claro “recrudecimiento en el manoseo y la exhibición del cuerpo de las mujeres, de todas las edades, realmente exagerado. Algo que preocupa mucho porque incide directamente en la violencia de género que sufrimos. Es como que el mensaje que detrás de esta dinámica cultural dijera que si quisimos tener igualdad de derechos, parte de eso es manosearnos y violentarnos más fuerte. Y los medios de comunicación se prestan divinamente para eso”. Aguilar llegó de Costa Rica para presentar la red latinoamericana de la Agencia de Noticias de la Infancia (ANDI) y tuvo tiempo también para alertar sobre las condiciones del trabajo periodístico: “Nos están convirtiendo en maquiladoras de noticias con eso de que la prensa no tiene horario, así nos tienen trabajando entre 12 y 16 horas diarias, con una vida personal paupérrima y con un ego que nos choca contra la pared”.

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