Vie 21.05.2004
las12

MúSICA

DJ gitana

Ella no tiene nada que ver con la etnia nómade, aunque de tanto dormirse en América y despertar en Asia para tocar en cualquier fiesta del mundo, Colette Marino se siente así, gitana. Fundadora junto a otras DJs de Chicago del colectivo de mujeres Super Jane, tocó en Buenos Aires y ya partió hacia Brasil.

Por Mariana Enriquez

Colette Marino empezó a estudiar música clásica y canto lírico a los 9 años. Pero vivía en Chicago, la cuna de la música house, y en su adolescencia, aunque no olvidó su amor por el canto, empezó a recorrer las fiestas rave de su ciudad. Tenía 14 años, y se codeaba con leyendas como DJ Sneak, Roy Davis Jr. y Mazi. Pero aunque la escena era su ambiente natural, tardó mucho en ponerse detrás de la bandeja. Cuando lo hizo, encontró su propio estilo: DJ Colette (es su nombre verdadero, no un seudónimo) canta sobre los discos, con una voz celestial de mezzosoprano que la convirtió en personalidad notoria de la concurrida escena de Chicago. “Empecé tarde, es sorprendente, porque no me pensaba como DJ, aunque sabía que quería hacer música. La mayoría comienza a los 15 o 16, y yo empecé a los 21”, le cuenta a Las/12 antes de su incendiario show en Mint, dentro del tour Sudamericano MotoDJ que organiza Motorola.
“Comencé a viajar a los 24 años, y soy como una gitana. Toco en alrededor de 8 fiestas por mes, en el verano pueden llegar a 15, y viajo de EE.UU. a Asia, luego a Europa, luego a Australia, ahora América latina... Siempre tengo la valija hecha. Nunca la desarmo, ni cuando estoy en casa; además, no suelo estar en un mismo lugar por más de cuatro días seguidos.” Pero no se queja, aunque le gustaría pasar más tiempo con su esposo, el DJ house y productor Angel Alanis. “Lo que hago es tremendamente divertido, no hay mucha gente que tenga la oportunidad de viajar y encima ir a fiestas todas las noches. Lo único es que compartimos profesión con mi esposo, y los dos viajamos constantemente. Nos vemos poco. Si él no fuera DJ, me acompañaría. Anoche estuve 45 minutos hablando por teléfono; él se va para Rusia ahora y yo salgo para Brasil.”
Cuando vuelva a casa, en Los Angeles, completará su primer disco de música original (ya lanzó varios mix CDs) que se llamará From a record player. Hace tres años que lo está preparando, y espera que marque un punto de quiebre en su carrera. No dejará de ser DJ, está segura, pero tiene ganas de formar una banda electrónica. “Es un paso más: puedo usar mi voz, tengo una banda de música, no quiero quedarme sólo con los remixes.”
DJ Colette es, además, miembro fundadora de Super Jane, un colectivo de mujeres DJs de Chicago, una ciudad conocida por la importante presencia femenina en una escena todavía dominada por varones. Super Jane, una experiencia rara en el mundo, se formó en 1997, y entre otras lo integran DJ Heather (de hip hop), Laura B (que toca hace dieciocho años), Dayhota y Lady D, más jóvenes. Sabe que en América Latina una DJ mujer todavía es una rareza, y lo acepta. “Pero espero que se olviden de que soy una chica cuando empiece el show. No exploto mi género, no me aprovecho de eso, no creo que sea mi misión”.
–¿Notás alguna diferencia por ser una DJ femenina?
–En general no, porque lo hago desde hace tanto tiempo. Cuando empecé alguna gente desconfiaba de mi capacidad por ser mujer. Yo siento que ser mujer no afecta nada de lo hago, y ser DJ no tiene nada que ver con el género, sino con la música. En Europa y en EE.UU. hay muchas mujeres que tocan, y no es un tema. Pero en otros países, en Asia y en América Latinano hay mujeres DJs, entonces es una rareza. Yo ya no pienso en eso. Pienso en cosas técnicas, en que la gente la pase bien; mi género ya no es algo que se me pase por la cabeza.
–¿Cómo funciona hoy el colectivo Super Jane?
–Super Jane toca desde hace siete años. Ya no tocamos juntas siempre, pero cuando empezamos era así: en nuestros shows podías ver mujeres tocando toda la noche. No importaba quién tocaba o qué, siempre era una mujer, y creíamos que era muy poderoso. No eran seis tipos y una chica, como suele suceder. Eran todas buenas, y queríamos demostrar que las mujeres podían ser excelentes DJs también. Ahora eso ya fue superado, sucedió hace mucho tiempo, y nos parece que la gente ya lo acepta. En este momento prefiero la mezcla de hombres y mujeres tocando, creo que es más balanceado. Algunas DJs del colectivo tocan desde hace más de quince años, y creemos que el trabajo ya está hecho.
–¿Como cambió la escena dance desde que empezaste?
–Cambió muchísimo. Antes era más fácil hacer una fiesta, porque sencillamente se montaba, incluso de forma ilegal. Ahora todo tiene que ser legal. Era más divertido, las fiestas se multiplicaban en departamentos, en sótanos, en los galpones abandonados de Chicago. Esas fueron las primeras fiestas a las que fui, y la experiencia para una pendeja como yo era maravillosa, tuve mucha suerte. Vi a DJs que después se hicieron famosos tocando en una habitación. Había más libertad, y estaba bueno incluso que cayera la policía, porque en realidad no pasaba nada. Ahora si te denuncian tenés que pagar multas de diez mil dólares, y no vale la pena. Ya no es underground, y para entrar a una rave tenés que tener 21 años. Yo empecé a ir a fiestas a los 14. No había tantas reglas.
–¿Cuál creés que es la posición de la música dance en la cultura juvenil?
–Es como el rock’n’roll. Las raves son como los festivales de rock en los ‘60 y ‘70. Y a pesar de la negatividad que a veces carga la escena dance, lo cierto es que no es violenta en absoluta. Yo nunca vi violencia en una rave, y estuve en miles. Los chicos se drogan, eso sí, pero después de todo se drogan en cualquier parte. Es un ambiente positivo, y que significa algo para la gente, hay unión.

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