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Viernes, 13 de septiembre de 2013

INTERNACIONAL

Doctora Lego

La empresa danesa Lego, de bloques y muñecos, lanzó su primera científica mujer. ¿Puntapié inicial de una época inclusiva o caso excepcional para una firma exclusivamente varonil?

 Por Guadalupe Treibel

¡Enhorabuena! La famosísima empresa Lego, conocida mundialmente por sus bloquecitos de plástico interconectables y las minifiguras que integran los distintos universos a construir, presentó en sociedad su primera mujer científica. Pelicorta, anteojuda, con trajecito blanco de laboratorio y un frasco de Erlenmeyer en cada mano, la muñequita ha sido bautizada Profesora C. Bodin y es el miembro más aplaudido de la onceava serie de figurines de la firma. Y aunque su ambigua descripción no permita descifrar si es química, bióloga, ingeniera o biofísica, se sabe que es muy inteligente: “La especialidad de esta brillante científica –¡que ganó el codiciado Premio Nobrick por su descubrimiento del sistema teórico Duplo Interfaz!– es encontrar nuevas e interesantes maneras de combinar las cosas”, reza el vago detalle de la igualmente bien recibida doctora, que –suceso– no usa escote ni tacos, no lleva maquillaje y está libre de accesorios beauty.

Quienes ven el matraz medio lleno auguran que la novedad es el primer paso hacia un universo de ladrillitos más igualitarios, con representaciones auspiciosas para niñas a las que tradicionalmente se las ha desalentado de seguir carreras vinculadas con ciencia, tecnología, ingeniería o matemática por ser “campos varoniles” de formación. Que, por ejemplo, exista una Barbie que grita “¡Qué difícil es hacer cuentas!” no es anécdota o dato de color; suma a una nefasta ecuación que tiene consecuencias inmediatas. Es que, acorde con numerosos estudios, la autoestima de las peques en materia tecno o numérica se vuelve tembleque tras ser bombardeada por estereotipos de género. “Las mujeres en Estados Unidos constituyen la mitad de la fuerza laboral de la nación; sin embargo, componen apenas la cuarta parte de su cuerpo científico (un 24 por ciento, en honor a la exactitud). A la vez, tienen menos probabilidades que los hombres de trabajar en una profesión científica; la mayoría termina en ámbitos como el cuidado de la salud o cargos educativos”, explica un reciente artículo de The New York Times sobre la situación de hecho norteamericana, perfectamente extrapolable a otros países del globo.

“La Profesora C. Bodin es un paso más en la dirección correcta, en tanto es fundamental para las niñas verse reflejadas en un campo de ocupaciones lo más amplio posible. De todas formas, Lego tiene un largo camino para volver a sus productos y sus campañas de marketing verdaderamente inclusivas”, ofrece Megan Perryman, de la organización Let Toy Be Toys, con base en Gran Bretaña. Y su reticencia a ver a la muñequita como una verdadera revolución tiene sus justificadas razones de base...

Son muchas las voces que dudan y temen que el producto sea apenas una solitaria gota de corrección que ha venido a emparchar el mar de equivocaciones en que se sumergió la empresa danesa en 2012, cuando anunció que expandiría su oferta a las niñitas y, tras invertir millones en investigación intensiva, lanzó su mejor idea... Lego Friends, una ciudad rosa y púrpura focalizada en cinco amigas con minifaldas que hornean tortas y se tiñen las raíces en Heartlake City, una ciudad genéricamente segregada, un suburbio estereotipado demasiado, demasiado pastel.

“¿Qué pasa si se incendia Heartlake City? Tendremos que llamar a los varones de la verdadera City Lego para que vengan a apagar el fuego. ¿Y si alguien en la ciudad tiene hambre? Pues, de seguro llamará a las chicas para que le cocinen algo”, parodió la siempre lúcida blogger y analista feminista Anita Sarkeesian de cara a aquel invento. Acto seguido, atinó con su crítica certera: “Si realmente hubiesen querido incluir a las mujeres en la experiencia Lego deberían haber hecho exactamente eso, incluirlas, no separarlas en su propio universo rosa”.

La realidad es que Lego no ha sido justamente un modelo de igualdad de género; muy por el contrario. Para empezar, la compañía comercializa sus productos exclusivamente para varoncitos (salvo por casos excepcionales como el fiasco de Lego Friends u ofertas similares, o de fabricación de joyas), lo cual es una verdadera pena en tanto está comprobado que jugar con los bloquecitos de antaño acelera el desarrollo de los niños y los ayuda a introducirse en los campos de la ingeniería y las matemáticas, promoviendo la memoria y el diseño espacial, al igual que la imaginación. Y si las chicas no se han interesado durante décadas en dicha experiencia es porque la empresa se ha cansado de repetir: los ladrillos son para chicos.

Pero no siempre fue así: originalmente estaban dirigidos a ambos sexos, incentivando la colaboración entre ambos e, incluso, plantando la actividad como un gesto familiar. Las publicidades de época no dejan mentir; hasta mediados de los ochenta (época dorada cuando a los muñequitos sólo se les distinguía la sexualidad por el peinado), los anuncios mostraban a niñatos y pequeñas construyendo a la par. Después, sí: la eliminación del target femenino del panteón de los ladrillos, con minifigurines fundamentalmente masculinos (se calcula que de cinco personajes, sólo uno es femenino y, en general, visten corazones o motivos floreados, muestran piel en exceso, están maquillados), sets masculinos con historias concentradas alrededor del varón y un fuerte énfasis en el combate masculino. ¿La palabra clave? Masculino.

Pero, tras años y años de segregar, estereotipar, relegar, diferenciar, Lego hoy ofrece una científica en miniatura. Una mujer inteligente, capacitada y vital, ¡ganadora del premio Nobrick, señoras y señores! Si es una excepción o la regla que regirá el caso, lo dirá el tiempo. De momento y sin lugar a duda, la Profe vale un brindis y un festejo. ¡A chocar los tubos de ensayo!

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