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Viernes, 13 de septiembre de 2013

PERFILES > ADELA GóMEZ MARTíNEZ

La luchadora

 Por Sonia Tessa

Adela Gómez Martínez es maestra y dirigenta de la Organización Nacional del Poder Popular de Chiapas. El 15 de agosto pasado fue detenida junto a su pareja, también docente, Noe Hernández Caballero. El despliegue del operativo fue monumental: tres autos particulares, seis camionetas de la policía, más de 40 efectivos, muchos uniformados y todos con armas largas. Los acusaron de haber participado en una movilización del magisterio, una semana antes, el 8 de agosto.

Adela Gómez Martínez sabe de tesón y rebeldía. Tenía cuatro años cuando su padre fue encarcelado por participar del movimiento indígena Los Chiapas, en 1968. Su madre le enseñó a trabajar para sobrevivir. Desde pequeña supo vender tamales, chicharrón o carne por kilo en la calle. Los vecinos le compraban porque era “muy curiosa” para anunciar la mercadería por las calles del barrio La Pimienta, en busca del dinero que pagara la cena familiar. Así se lo contó ella misma a Marcela Laguna, para el libro 10 Historias de Mujeres Líderes de Chiapas, que hoy publican los sitios web Cimac Noticias y Chiapas Paralelo como parte de la campaña pública para su liberación.

Desde aquella época, Adela aprendió que sólo obtendría lo que quería si sabía luchar. La convicción de entrar a la escuela secundaria la llevó a hacer fila tres noches para conseguir un lugar. “Al tercer día llegan los papás de los demás y la fila que habíamos protegido por tres noches nos la arrebatan y nos mandan hasta la cola; entonces yo empiezo a ver que mi amiga empieza a llorar, y empiezo a romper filas entre los señores, a codazos; ahí sí me sirvió cuando con mis hermanos nos poníamos a luchar en la arena”, relató en la biografía. Un profesor que vio lo ocurrido les consiguió las fichas para ingresar a la escuela. “Cuando llegó el primer día de clases me encontré con un maestro terrible, malísimo”, sigue el relato de Adela. Cuando ella le contó de dónde venía, el tipo le dijo: “Acá no vas a aguantar ni dos meses porque ustedes son de la barriada, y además son bien torpes porque no les enseñan bien, ni siquiera les enseñan a multiplicar”. La afrenta le despertó el gusto por ser maestra. Un sueño que cumplió.

Una de sus compañeras, Sandra de los Santos, cuenta que la conoció “en una marcha que ella organizó para exigir justicia para una de sus compañeras que fue asesinada por su esposo. La mató a machetazos y dejó su cuerpo en el patio de su misma casa, porque llegó tarde después de haber asistido a una reunión de mujeres. En ese entonces no se hablaba de femicidios, pero se daban y Adela sabía que se tenía que hacer algo para que no quedaran impunes”.

Entre los múltiples aprendizajes de Adela puede sumarse lo difícil que es convertirse en dirigenta en organizaciones sociales. “De las mujeres tengo mucho amor y mucho reconocimiento y con los líderes hombres es donde está el golpeteo”, dice. Fue su actual pareja quien observó: “Tú ya no hablas quedito, sólo hablas fuerte, es que tú ya no sabes obedecer, sólo mandas”. Ella lo dice con todas las letras: tuvo que fortalecerse por las resistencias que genera el liderazgo de las mujeres.

A partir de su encarcelamiento en la cárcel chiapaneca de El Amate, 174 redes por los derechos de las mujeres, que incluyen organizaciones sociales, políticas, gremiales, así como personalidades de todo México y América latina, le reclamaron al gobernador Manuel Velazco la inmediata liberación de la luchadora social. “¿Son las mujeres quienes hoy están bajo sospecha por defender sus derechos y los derechos de otros y otras?”, se pregunta el comunicado que reclama su libertad y agrega: “¿Estamos ante un posible fenómeno de incremento de violencia institucional en un clima de violencia de género, que ya de por sí golpea a las mujeres?”

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