Lun 17.06.2002
libero

FúTBOL › ERAN OCHO DE 32, PASARON CINCO

La gran moda del Mundial es tener un técnico extranjero

Nunca antes en un Mundial se utilizaron tantos técnicos extranjeros. Muchas escenas de alegría en Seúl, Londres, Tokio o Dakar se deben a la obra de hombres cuyo origen es muy distante de esas capitales.

Por Timothy Collings
Desde Yokohama

Nunca antes en una Copa Mundial de Fútbol ha estado tan de moda, ni ha sido tan llamativa, la utilización de directores técnicos extranjeros. Las escenas de jolgorio en Seúl, Tokio, Dakar y Londres se deben mucho a la obra de hombres cuyo origen es muy distante de las capitales de las selecciones nacionales que dirigen.
Alemania fue el primer equipo de 16 en llegar a los cuartos de final, pero es una de las excepciones a la nueva regla de los exitosos entrenadores de las selecciones, al tener un técnico local, el ex jugador Rudi Voeller.
Inglaterra, bajo la dirección del sueco Sven-Goran Eriksson, fue el segundo en llegar a los cuartos de final, y debe gran parte de su éxito a la inteligencia aplicada de su técnico.
Pero Eriksson es sólo uno de ocho técnicos “extranjeros” de los 32 que llegaron al Mundial, y, después de la finalización de la primera ronda, quedaron cinco de ellos.
Entre los tres que no pasaron a octavos de final, el alemán Winfried Schaefer fue el único que se mostró decepcionado con el resultado, ya que preveía que llevaría a Camerún a la segunda ronda.
Los otros dos que no superaron la primera ronda, el serbio Bora Milutinovic –técnico de China– y el colombiano Hernán Darío Gómez -entrenador de Ecuador–, no tenían las mismas ilusiones que el técnico del país africano, y ambos se mostraron satisfechos con haber clasificado para el Mundial por primera vez.
En este Mundial, Milutinovic dirigió a su quinta selección nacional diferente en una Copa, la quinta en la que participa el serbio, y fortaleció su trayectoria en el torneo, además de haber colocado a China como una potencia futbolística a futuro.
Gómez tuvo la satisfacción de motivar a la selección ecuatoriana para su primera victoria en un Mundial, sobre Croacia, antes de emprender el regreso.
Entre los 16 que pasaron a octavos de final, cinco tienen entrenadores “extranjeros” y todos tuvieron motivos para festejar, mientras que otros seleccionados que eran grandes candidatos se fueron a casa.
El técnico de Francia, Roger Lemerre, mantuvo su antigua formación y tácticas gastadas; el argentino Marcelo Bielsa dio a su sistema de 3-3-1-3 más importancia que a los mismos jugadores, y Antonio Oliveira siguió con la “generación de oro” de Portugal cuando ya había perdido el lustre.
Como ocurrió con varias selecciones europeas, los tres se vieron afectados por haber llevado jugadores cansados, lesionados y agobiados, afectados por la fatiga después de los agotadores torneos europeos.
El italiano Giovanni Trapattoni, demasiado cauteloso como para arriesgar a Alessandro Del Piero y a Francesco Totti en el mismo equipo, se vio forzado a recurrir al agua bendita y a la imprevista victoria de Ecuador sobre Croacia para poder sobrevivir.
Pero las naciones con técnicos importados fueron más pragmáticas en su enfoque. Antes de que empezara el torneo, el entrenador francés de Senegal, Bruno Metsu, dijo: “Lo último que quiero es que seamos la Jamaica de este Mundial. No quiero que seamos el equipo adorable que nadie toma en serio”.
La famosa victoria sobre Francia y la clasificación para la segunda ronda demostraron que el equipo valía sus palabras, y la larga cabellera del técnico se ha convertido en un símbolo del éxito de Senegal, al igual que el poder en el mediocampo del distinguido Pape Bouba Diop.
Entre los latinoamericanos, mientras que Argentina y Uruguay –ambos campeones mundiales en el pasado– volvieron a casa, Paraguay llegó a octavos de final gracias a la experiencia de Cesare Maldini, ex técnico de Italia, y se despidieron después de caer ante Alemania. El sueco Eriksson, que inspiró el gran triunfo por 5-1 en Munich en las eliminatorias, generó otra enorme alegría para los ingleses al impulsar la victoria sobre Argentina en la primera ronda, y un fácil triunfo 3-0 contra Dinamarca en octavos de final.
Pero todos estos éxitos se ven eclipsados por los del francés Philippe Troussier y el holandés Guus Hiddink, con Japón y Corea del Sur, respectivamente.
Troussier, subestimado como técnico, estuvo cuatro años al frente de la selección japonesa sin la distracción de tener que clasificar, y, al igual que Hiddink, se ha enfocado sólo en su gran ambición: el éxito.
Ambos guiaron a sus equipos hasta la segunda ronda con un juego ofensivo rápido, un estilo asiático que contrasta con el de las selecciones de los países de las otras regiones.

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