Dom 16.05.2004
libros

Infantiles > Pájaros de la cabeza

› Por Ariel Magnus

Había una vez un supermercado que quedaba en Cambridge, Inglaterra. El supermercado tenía un gerente que se llamaba Clive Woodall. Woodall tenía 36 años y dos hijos: Dave, de seis añitos, y Chris, tres años mayor. Como a Dave y a Chris les gustaba que su papá les contara cuentitos antes de ir a dormir, papá Clive escribió una historia para ellos. A los chicos les encantaba la historia y pedían siempre más, así que papá Clive tuvo que alargarla y alargarla. Escribía cuando volvía de su trabajo, los fines de semana y hasta en la hora del almuerzo. Once años se pasó Clive escribiendo su historia, a la que le puso el título Uno por la tristeza, dos por la alegría.
Un día se le ocurrió tratar de publicarla. No fue fácil; 30 editoriales se la rechazaron. Al fin, una se la aceptó. Y no sólo eso. Porque parece ser que Tricia, la esposa de Clive, empleada bancaria ella, habló sobre el libro con un compañero suyo de trabajo. Y hete aquí que ese compañero de trabajo es asesor bancario del director de cine Franc Roddam, el que filmó la ópera-rock Quadrophenia. Roddam, pues, habló con la gente de Walt Disney. “Es un libro de una belleza atemporal y de una moral conmocionante, que más allá de la edad y el país te atrapa desde la primera página”, dijo. Y fue escuchado. Aun antes de salir a la venta, Walt Disney compró los derechos para hacer la película basada en el libro. ¿Y cuánto pagó por ello? ¡Un millón de dólares!
“Es una sensación maravillosa, sencillamente abrumadora. Me siento como un conejo en los faros de adelante de un auto”, dijo Clive (47) esta semana, en la presentación de su libro. La comparación (I feel like a rabbit in the headlights) no quiere decir nada en español, pero así la traduciría literalmente un Fogwill para mostrarnos cuánto quiere Clive a los animalitos. Porque también para su novela épica infantil, Clive se inspiró en ellos. Manejando su automóvil rumbo al supermercado, vio al costado de la ruta a unas urracas blancas y negras picoteando los restos de un animal muerto. Ahí se le ocurrió todo, parece. Todavía trabaja medio día en el supermercado, donde ya se convirtió en una celebridad, pero pronto Clive tendrá más tiempo para inspirarse. Su sueño ahora es dedicarse por completo a la escritura, construirse una casa en Irlanda y entregarse a sus dos pasiones: tocar la guitarra y mirar los pajaritos.
Su libro trata de la lucha de un petirrojo por salvar al pajaromundo (Birddom) de las hordas de urracas demoníacas. Sus promotores ya lo comparan con los clásicos infantiles de Richard Adams, y esperan hacer de él un éxito de la talla de una Joanne K. Rowling, la infatigable autora de la inacabable saga de Harry Potter. De hecho, ni lerdo ni perezoso también Clive ya ha empezado a escribir una segunda épica centrada en Birddom. El título será Siete por un secreto. Pero ya ni Chris ni Dave podrán disfrutarlo como antes, cuando papá se los leía en la cama. Ahora tienen 21 y 17 años, respectivamente. Otros pájaros rondarán por sus cabecitas.

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