Sáb 08.07.2006
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CON NOMBRE PROPIO › CON NOMBRE PROPIO

Para el ooommm

Profesor de yoga y ebanista, Eduardo Cauhapé diseña y fabrica productos para trabajar con el cuerpo y aliviar dolencias y tensiones.Axa, su línea de auxiliares de bienestar.

› Por Luján Cambariere

La palabra sánscrita “asana” significa postura y hace referencia a las distintas posiciones que adopta el cuerpo en la práctica del yoga. Y si bien los beneficios son varios y bien conocidos –mejoran la circulación, liberan tensiones, elongan y tonifican los músculos logrando un equilibrio psíquico y emocional–, es cierto que a veces ciertas posturas son arduas para el cuerpo occidental. Eduardo Cauhapé es profesor de yoga y ebanista. De hecho, en su casa gimnasio y taller están pegados y ocupan el mismo metraje. La misma división que hace de sus horas de trabajo. Medio día para las clases y el otro para diseñar y fabricar sus auxiliares de asanas. Todo tipo de piezas –bancos, rampas, extensores, estiradores, espaldares– que facilitan las posturas, pero también sirven para aliviar las dolencias y tensiones que compartimos todos los mortales (dolores de cabeza, en las piernas, de cintura o de espalda).

“El tema de los aparatos, el uso de elementos para la práctica del yoga, se origina ya en la India. Lo que ocurre es que cuando el yoga llega a Occidente, se encuentra con que el cuerpo del occidental es distinto en cuanto a aptitudes, flexibilidad y costumbres, y entonces muchos de estos auxiliares resultan indispensables”, explica Cauhapé, quien comenzó con el yoga de forma casual pero intensa a los 24 años (“me regalaron una beca para estudiar el instructorado durante seis meses en Uruguay”) y desde ahí nunca paró. Volvió a Buenos Aires, corrían los ‘90 y empezó a dar clases cuando aún muchos no sabían de qué se trataba. “Lo más gracioso es que yo era durísimo, una piedra. No me podía sentar con las rodillas estiradas contra el piso, me dolía la espalda, la cintura. Para lo que te propone el yoga, yo era un tipo rígido. En Oriente, ellos tiene una cultura donde usan las cuclillas para todo, tanto para comer como para hacer sus necesidades. Yo creo que el gran drama que tenemos los occidentales es la silla. Nuestro sedentarismo pasa no sólo por no hacer actividad física sino por estar tanto tiempo sentados. Volviendo a la práctica, me hacía tan bien –te cambia el cuerpo, se te calma la cabeza, una cantidad de sensaciones profundas de bienestar– que empecé a indagar en elementos que me ayudaran. Así, lo primero que llega a mis manos son los taquitos para poder sentarse (muchos vienen de la escuela de Iyengar) y las kuruntas o kuruntis, sistema de sogas que permiten los ejercicios de estiramientos y fuerza y colgarte. Pero eran piezas toscas y las cintas ásperas, poco amigables. Las empecé a usar y me di cuenta de que eran fantásticas, pero muy precarias, con muchas cosas para resolver, porque eran muy agresivas para las manos. Como a la vez tengo facilidad con lo manual y me gusta la carpintería, empiezo a desarrollarlas, inventé otro sistema de tablas atornilladas a la pared con unas argollas”, cuenta. A esto le siguieron los bancos curvos para enderezar la espalda. Pero ahí se dio cuenta de que necesitaba saber más de carpintería y se inscribió en la escuela de ebanistería de la fábrica Nordiska. Aunque sus compañeros ebanistas no entendieran en principio las formas y funcionalidad de sus piezas. “Después hice un elongador, un sistema de estrías con una barrita de la que te vas agarrando para estirarte. Después hice bancos de meditación inclinados. Todos productos que hacía para mí, hasta que alumnos y colegasempezaron a solicitarlos. Porque en esto, explicar el para qué y cómo funciona es fundamental. ¿Los materiales cuentan? “Absolutamente. Deben ser maderas duras, pero que no tengan mucha astilla. Maderas maleables pero resistentes, ya que el contacto con la piel es directo (cedro, pino brasil). Para las de menos contacto uso incienso, guatambú, pino, paraíso”, detalla.

Hoy, Cauhapé ya cuenta con más de veinte productos para las distintas partes del cuerpo y dolencias. ¿Algunos hits? “El estirador, masajeador cervical, que lo hice por una necesidad mía, ya que juntaba mucha tensión en la nuca y este aparato te relaja y distiende con la propia presión del cuerpo. Y el espaldar, una estructura donde podés hacer de todo: colgarte cabeza abajo, tenés barras a distintas alturas para poder hacer estiramientos, una ménsula regulable.” Además hace bancos para pararse de cabeza, extensores y superextensores de espalda, rampas y su hit más accesible: los masajeadores de mano. “Al tener tres puntos de apoyo fijos, estimulan el sistema nervioso más allá del masaje, como hacen las manos”, aclara. ¿A futuro? “No trabajo de forma compulsiva. No fabrico por fabricar. Voy haciendo en la medida en que veo que existe una necesidad”, remata

* Axa: 4792-3997
www.axayoga.com.ar

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