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Jueves, 5 de enero de 2006

SANDRO GUZMáN, ARQUERO RASTAFARI

Roots, reggae, fútbol

 Por Javier Aguirre

¿Es una utopía imaginar a un futbolista de primera división que haya abrazado el rastafarismo y lo practique entre concentraciones, partidos y entrenamientos? Lo responde Sandro Guzmán, ex arquero de Boca, All Boys, Atlético Tucumán, Deportivo Español y Vélez –donde fue suplente de Chilavert en la época de Carlos Bianchi como DT–, quien poco después de abandonar el fútbol adoptó la cultura rastafari: “Cuesta imaginarse a un rasta jugando profesionalmente en La Bombonera. La gente no sabe nada del rastafarismo; creen que es una religión rara, cuando en realidad es una forma de vida. Es muy fácil que se malinterpreten las cosas; ven a un tipo con dreadlocks y ya les da miedo. Y caen en todo tipo de equivocaciones, piensan que fumás, o cualquier otra cosa; cuando el rastafarismo va por dentro, y no pasa por el corte de pelo, por la barba o por fumar”, señala el ex guardavalla, cuyo vuelco hacia la cultura jamaiquina incluyó también una veta musical.

Así, Guzmán empezó, bajo el nombre de DJ Sandro, a animársele al sound system y al raggamuffin, hasta el punto de haber musicalizado con sus discos la previa de varios shows de su amigo personal, Fidel Nadal. “Somos amigos desde hace muchos años –cuenta Guzmán– vamos al gimnasio juntos, salimos a correr y hemos ido a montones de recitales. El, como artista, habla de cosas que a mí me interesan.” Su gusto por la música de Fidel es una excepción: “Al reggae argentino me le escapo, mucho no me gusta; prefiero artistas jamaiquinos como Syzzla, King David y otros que quizás acá nadie conoce, mucha música no editada y rarezas que rescato de gente amiga que viaja a Jamaica”.

A pesar de los prejuicios que denuncia, DJ Sandro se niega a creer que el fútbol y el reggae sean mundos aparte. “Perfectamente podrían ir de la mano. Hay miles de videos de Bob Marley jugando a la pelota, y él dijo mil veces que le habría gustado ser futbolista”, aunque admite que durante sus años de deportista, sólo tuvo un compañero que disfrutara del reggae: Christian Dollberg, ex jugador de Boca y Argentinos Juniors.

Su reflexión final no es muy alentadora para aquellos rastas argentinos que sueñen con llegar a jugar en Primera: “La vida rastafari te hace proceder distinto, te da una gran tranquilidad interna, te lleva a darle más tiempo a la meditación y a lo espiritual, a ese ‘one love’ que decía Bob. Y todo eso tal vez choca un poco con la agresividad que hay en el fútbol profesional, que es la misma que hay en la calle, que es una verdadera jungla de cemento”, sostiene Sandro, sin temor al lugar común.

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