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Jueves, 6 de junio de 2002

Flaco, ¿no te sobra una moneda?

PRODUCCION Y TEXTOS: ROQUE CASCIERO

ATTAQUE 77
La gira. Estarán fuera de la Argentina hasta julio, embarcados en un tour de tres meses que se inició en Brasil y sigue por varias ciudades europeas. El cuarteto ya cumplió con más de una docena de shows en España y tiene programadas fechas en Alemania, Suiza, Austria, Italia, Hungría y Bosnia. “En Brasil, como es la tercera vez que giramos, todavía tenemos que tocar mucho en poquito tiempo y aprovechar todo al máximo”, asegura el cantante Ciro Pertusi vía telefónica. “En España, en cambio, ya es nuestra sexta gira, entonces es un poquito más distendido. Lo que más me gustó fue el País Vasco, por todo el peso político que tiene encima. Estando ahí entendés por qué quieren la independencia: porque no necesitan de nada ni de nadie.”
Vamos a la ruta. “En España la cosa es en furgoneta, tres hileras de asientos y la carga de atrás para meter los instrumentos. Manejan Mundy (Epifanio, manager), Leo De Cecco (baterista) y Luciano Scaglione (bajista), porque Mariano (Martínez, guitarrista) y yo no sabemos manejar. Por cada lugar al que vamos, nos perdemos tres veces. Ahí aparece la furgofobia (risas). Algunos duermen en las hileras de asientos y el resto en colchonetas en el piso, para que no se haga tan desgastante. Son viajes de dos a cinco horas. Mucha curvita, bajadas, mareos... te volvés loco.”
No llores por mí. “Me llevo para Buenos Aires un folletín de una casa okupa de Bilbao que se titula ‘Argentina: revuelta social y perspectivas de la auto-organización popular’. Eso se maneja ahí adentro como material didáctico para los pendejos que están instruyéndose políticamente. Por otra parte, en todas las notas está la rigurosa pregunta de cómo vemos la situación argentina desde el punto de vista de músicos y con nuestra sensibilidad. Nos preguntan mucho porque no saben si les llega todo el material por la televisión y nosotros les contamos un poquito más de Crónica TV, más el material sin editar... (risas). Y se alucinan. Lo que más me llama la atención es el gesto de pena en la cara de los tipos. No es una pena burlona, es como si se enteraran de que a su hermano le está pasando algo. Nos guardan cariño, a pesar de los argentos de mierda que vienen para acá creyéndosela.”
3,50 a 1. “En España nos pagan en efectivo en todos lados. Trabajamos con una agencia y con contactos de Mundy. Salvo en las ciudades grandes, no tenemos público propio, así que tenemos que ir al frente y poner el pecho. Obviamente está contemplado hotel, pasaje y comida, y un porcentaje de la puerta. En los pueblitos se toca en barcitos para 50 personas. Es un circuito súper digno, todos los grupos han pasado por ahí. Nuestro centro está en Madrid; paramos en la casa del dueño de Desobediencia Records, que nos edita acá. El mono no nos deja gastar un mango, nos tiene como duques. Al principio nos costaba muchísimo gastar euros y veníamos con un gasolerismo mal, no queríamos comprar ni repuestos para las maquinitas de afeitar, porque multiplicábamos todo por tres y pico, y nos parecía carísimo. Ahora nos soltamos un poco, porque si ganamos en euros, podemos gastar en euros.”

SUPER RATONES
La gira. La segunda gira por España comprendió veinte shows en dieciocho ciudades, presentaciones en televisión y apoyo al lanzamiento de Mancha registrada. “Allá vendimos el doble de copias que en la Argentina”, reconoce el cantante y bajista Fernando Blanco, de vuelta en Buenos Aires. “Tocábamos para 500 personas o para 15, haciéndonos de abajo. La idea era hacer pie en España. En Barcelona estaban armando un especial de Bonano y nos invitaron, grabamos un playback en el Camp Nou e intercambiamos banderines con él.También hicimos un show en el teatrito del FNAC, una especie de Musimundo, donde compartimos un tema con Jorge Drexler.”
Vamos a la ruta. El cuarteto marplatense hizo base en Madrid, desde donde recorrió más de 10 mil kilómetros en furgoneta. “Era muy loco estar horas en la camioneta. Vimos que se labura muy bien, muy estrictos con los horarios. Una vieja se quejó porque salimos quince minutos tarde y me vino a reprochar. De lunes a miércoles hacíamos demos para el disco nuevo, con una portaestudio en el hotel.”
No llores por mí. “En España hay una preocupación general y mucho cariño por los argentinos. Sentís que sos como el hijo que más quieren. No te pasa con el gerente de Telefónica, claro, pero sí con el tipo de la calle. Hay dos clases de argentinos afuera. Por una parte, están los que tuvieron que irse porque no les daban las circunstancias; con ellos charlábamos y sentíamos que les llevábamos un poco de la Argentina. Pero también están los soretes que te dicen: ‘Mirá, loco, yo me vine porque allá era todo una mierda, no vuelvo más’.”
3,50 a 1. “Tratamos de sacarnos el tres y pico por uno de la cabeza porque nos volvíamos locos. Mirábamos las disquerías y lloriqueábamos. El año pasado me había comprado cien compacts en España y esta vez... sólo uno. La gira de España fue armada muy bien por el sello que nos edita allá. Nos pusieron todos los equipos y un road manager que nos llevaba y nos ayudaba, porque armábamos y desarmábamos todo nosotros. Y pegamos un empate técnico con la guita. A Estados Unidos fuimos más de hippies, a cubrir el hotel con los shows. Cuando nos tomamos el avión de vuelta veníamos con el Mono, de Kapanga, y le dije que parecíamos las putas dominicanas, que se van a buscar los dólares afuera de su país. Porque estábamos todos: nos cruzamos con los Ratones Paranoicos, Bersuit, La Mosca, Santos Inocentes, recién se habían ido Los Piojos...”

KAPANGA
La gira. Como un sello independiente (De La Nuca), publicó su último disco, Operación rebenque. Kapanga se mudó a Puerto Rico durante 47 días. Además de la promoción, los quilmeños hicieron nueve shows, tres de ellos en festivales muy importantes. “En ese país tienen un gran respeto por las bandas argentinas; para ellos Soda Stereo son Los Beatles”, asegura el Mono, vocalista del grupo. “Lo de Los Cafres es increíble, llenaron el Anfiteatro Tito Puente, donde entran 5 mil personas. Nosotros fuimos a promocionar un disco nuevo, pero el tema que más conocían era ‘El mono relojero’, porque habíamos ido en el 2000 a tocar con los Cadillacs y se ve que les pegó esa canción. Pero es como en todos lados: si no ponés la tarasca en las radios, no sonás.” El Mono dice que el impacto mayor fue ver una situación económica y cultural completamente diferente: “Por suerte, los puertorriqueños no se acuestan pensando qué le van a dar de comer mañana a los hijos, las villas de allá son mejores que mi casa. Pero es muy raro cómo se manejan bajo el ala de Estados Unidos. Son bastante cómodos y consumen mucho. Los únicos que caminábamos éramos nosotros y tres o cuatro que pedían por la calle: todos tienen auto”.
Vamos a la ruta. “Organizamos la gira con un productor de allá y el sello nos bancaba el hospedaje y la comida. Además había algunos shows pagos. Era un mes de gira, pero se alargó porque el disco tardó en llegar. En Puerto Rico, el que quiere, puede vivir de la música. A Miguel, nuestro guitarrista, le preguntaron si daba clases. Entonces se enteró de que un profesor cobra cien dólares la clase grupal y doscientos la individual. Al cambio nuestro, es un billete...”
No llores por mí. “Afuera del país te transformás un poco en un Osvaldo Granados, porque te preguntan de todo. Lo que no les entraba en la cabeza era cómo podía ser que los bancos incautaran los ahorros. Lo que para los puertorriqueños es poca plata, es mucha para nosotros, así que es la oportunidad de que el rock nacional se exporte. Uno se ríe porque tieneque ir a buscar el morfi a otro país, pero es lo que nos toca y vamos a hacerlo. Aparte, lo que sueña toda banda es trascender, por más que no cambio el afecto que recibo acá por ningún lugar del mundo.”
3,50 a 1. “El sello nos dio mil dólares para que pasáramos un mes, pero como nos quedamos, gastamos trescientos más, así que volvimos con la lengua afuera. Nos cuidábamos muchísimo, nos cocinábamos todos los días y aprovechábamos cada invitación a comer: un bife de costilla cuesta seis dólares en el súper. Pero no nos quejamos porque dimos un paso muy importante y podemos volver en tres meses, y en otras condiciones.”

LOS FABULOSOS CADILLACS
La gira. Puerto Rico, Estados Unidos, México: una gira más para LFC, acostumbrados a los viajes y los estadios llenos. En el Distrito Federal mexicano, por ejemplo, tocaron frente a 60 mil personas en el Foro Sol, con Mimi Maura y los locales Kinky como teloneros. Lo de los Cadillacs en esas tierras es cosa seria y el guitarrista Ariel Minimal no puede ocultar su sorpresa, aunque ya esté acostumbrado: “No tenemos disco nuevo sonando, ni siquiera compañía discográfica, pero la gente se enloquece”, afirma. “El merchandising que hay en México es alucinante: vasos de tequila, tazas, llaveros, setecientos millones de remeras. Todo trucho, por supuesto. Los puesteros te regalan remeras y casi que viajás con ellos, porque van atrás del micro de la banda. Yo soy de guardarme las remeras, las pulseras y collares que tiran al escenario, porque alguien está desprendiéndose de algo propio sin saber siquiera si te va a llegar. En Mexicali, en la frontera con Estados Unidos, al pie del escenario había cuatro gordos barbudos con remeras amarillas que decían ‘Minimal está poseído’. Y después me regalaron una a mí.”
Vamos a la ruta. “Hace quince años que los Cadillacs tocan en el exterior, no es para traernos los dólares... Es medio trucho que se digan cosas así. Los Cadillacs somos top, ¡somos ‘Super M 2002’! (risas). Tenemos todo lo que una banda grande como ésta se merece. Para los tramos largos viajamos en avión, pero preferimos los micros porque viajamos más distendidos. Algunos tenemos una pequeña fobia a volar. Si me dan la opción seis horas de micro contra media de avión, elijo el micro.”
No llores por mí. “Algunos nos preguntaban sobre la situación argentina y parecían estar levemente al tanto de la crisis. Pero, en realidad, no somos de tener demasiado contacto, estamos en nuestro rollo y no paramos demasiado en ningún lugar. Curtimos el tiempo entre nosotros, salvo que nos encontremos con grupos amigos como Maldita Vecindad.”
3,50 a 1. “Teníamos que gastar en dólares porque ganábamos en dólares. Los tres primeros días nos agarrábamos la cabeza, después nos acostumbramos. Al final me deliré y me compré unos discos japoneses que estaban a 30 dólares. Cuando volví a Buenos Aires me quería matar, pero ya los había comprado. Hay un montón de gastos o compras que ya no hacemos, pero comer o tomar un taxi es inevitable y eso hay que pagarlo al precio que esté. No es que iba a comer sushi: una hamburguesa con una gaseosa nos costaba diez dólares y una comida regular, lo mismo que acá cuesta comer en el Alvear. Pero uno trata de no pensarlo para que no le caiga mal la comida.”

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