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Jueves, 8 de diciembre de 2011

¡¡¡EXCLUSIVO!!! DE PRONTO LLEGó PUBLIC ENEMY

“El poder manipula la historia”

El dueño de la sentencia, Chuck D, es uno de los componentes centrales de Public Enemy y uno de los mayores activistas políticos que posee la música de los Estados Unidos.

 Por Yumber Vera Rojas

“El rap es la CNN de los negros.” Tan sencilla como insurgente, tan alusiva como mediática, esta expresión estableció un parteaguas en la historia del hip-hop. Desde entonces existen dos tipos de artistas en el género manufacturado en las esquinas de Nueva York: los que lo consideran un amplificador concienzudo y los que quedaron tan cegados por el resentimiento social que al final se transformaron en todo aquello que odiaban. Chuck D, el dueño de la sentencia, componente además de los Public Enemy, es uno de los mayores activistas políticos que posee la música de los Estados Unidos. Su discurso apuesta por la acción, por la integración, por la crítica a la clase media norteamericana, por reivindicar a la comunidad afroestadounidense y por la contemporaneidad del mensaje. Por eso es muy difícil ser el mismo tras escuchar una canción del calibre de It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back, en la que juzga el sistema carcelario norteamericano; , en la que critican a Elvis Presley y a John Wayne; o , que redime al líder musulmán Louis Farrakhan.

Si bien la agrupación que encabeza integra una generación en la que también destacaron otros nombres fundamentales del género, como Run-DMC, NWA o los Beastie Boys, el mayor aporte de Public Enemy a la cultura hip–hopera fue haber cambiado la manera de entenderla. En su necesidad de llevarla primero por lo ancho y largo de su país, y más tarde alrededor del mundo, sembró el germen para que árabes, africanos y latinoamericanos desde las villas, o en su condición de minoría en las metrópolis europeas, entendieran que tenían una manera austera, y al mismo tiempo poderosa, de sacar afuera la bronca. Los marginados encontraron así un arma mucho más poderosa para vapulear a la desazón. Adam Yauch, de los Beastie, con el que compartieron catálogo en la disquera Def Jam en la época del álbum Licensed to Ill (1986), en una analogía arriesgada, llegó a comparar la llegada del conjunto fundado en 1982 en Nueva York con la de Bob Marley, y a sostener además que Chuck D, por su brío, cadencia y frontalidad, era el mejor MC que ha dado esta expresión musical.

Pero el hip-hop en la Argentina nunca caló del todo. A pesar de que su tradición es longeva, todavía lucha por salir del anonimato, ahora más aun porque la cumbia y –más recientemente– el reggaetón se apropiaron de algunos de sus códigos y estereotipos. Sin embargo, no fue impedimento para que Chuck D visitara por primera vez Buenos Aires esta semana. Aunque se pregunta todavía por qué no sucedió antes. Parece mentira. Este icono es un completo extraño. En la Plaza Congreso camina sin problemas. No hay fans, ni nadie que lo fastidie mientras deambula por la Plaza Congreso. Mata el tiempo antes de reunirse con Hebe de Bonafini en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo. Dos titanes de la resistencia política juntos. Llegó hace un par de días a la ciudad, invitado por la Diáspora Africana de la Argentina, para ofrecer un sound system mañana en Niceto (acompañado en las bandejas por DJ Lord, también de Public Enemy), para ofrecer una charla en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y para conocer de primera mano uno de los grandes tabúes de esta sociedad: el movimiento afroargentino.

“Hace tres años di una charla en Harvard, y la chica que estaba trabajando con los alumnos afroamericanos había estado en Buenos Aires”, recuerda Chuck D. “Ella fue la que me habló acerca de la Diáspora Africana de la Argentina (conocida por sus siglas como Diafar), y me dijo que tenía que conocerlos. Con Public Enemy, como banda, desde hace 24 años viajamos. Ya estuvimos en 78 países, pero por alguna razón nunca nos habían invitado a la Argentina. Ella me comentó que la Black Family Reunion, la actividad a la que nos invitaron, era interesante. Si bien siempre estamos en movimiento con la agrupación, tuve en cuenta que no iba a ser tan fácil venir. De manera que me imaginé que si tenía que estar acá, sería a través de una circunstancia muy particular. Siempre estuve muy intrigado por esta ciudad, porque me contaron que hay un inmenso interés por la música; y donde hay una gran movida musical, existe un poco de hip-hop. Sabía que en la Argentina el rock era la música con mayor poder, pero el hip-hop no podía quedarse atrás.”

Antes de su encuentro con Hebe de Bonafini, el MC de Public Enemy, conjunto en el que comparte protagonismo con el indomable MC Flavor Flav, Chuck D, trajeado de negro y gorra blanca, y acompañado por su esposa, Gaye Johnson, docente en Teoría racial en la Universidad de California, y Federico Pita, presidente de la Diafar, el lunes concertó una conferencia en la sede la facu de 25 de Mayo y Perón, colmada principalmente por raperos y afrodescendientes, en la que manejó paralelismos entre la evolución de la música africana, la discriminación y la imposición de imaginarios por parte de los gobiernos. “Me considero un multiculturalista, y cuando me pregunto dónde vivo, digo que soy del planeta Tierra, que es lo mismo que Public Enemy. El poder manipula la historia para tener el control. Si a un estadounidense le preguntás sobre países, quizá te mencione cinco. Y después del quinto, ya está en problemas. Vengo a la Argentina y veo que hay una comunidad afro, cuando allá se piensa que es imposible. Para hablar de historia, las razas deben aprender de hip-hop.”

A sólo minutos de que este apóstol del rap –que en 1996 debutó en solitario con el álbum Autobiography of Mistachuck, integra la organización panafricana Trans Africa Forum, está entregado al vegetarianismo, es partícipe del team de productores The Bomb Squad y co–autor del libro – expresara que mientras “los gobiernos y libros cuentan una historia, la música dice otra cosa”, y recordara que hace 10 años, en un concurso de remixes que organizó con su grupo, el ganador fue un artista argentino, fue interceptado por este suplemento, en la caída de la calurosa tarde porteña, y antes del temporal, para participar en un fugaz tête-à-tête, el único que ha dado para un medio gráfico criollo, en el que con elegancia y finura, aunque con mesura, compartió sus impresiones acerca del bastión político de la Argentina, del despertar de la afroargentinidad, de lo que se viene con su grupo, del presente del rap y también de su país. “Estamos en contra de las leyes que hostigan a los inmigrantes. En los Estados Unidos te rechazan si sos mexicano o africano. Y te dicen que sos mejor si sos blanco.”

–Viniste a la Argentina en una época en la que el pensamiento político está muy presente. ¿Qué impresión te has llevado en esta visita?

–A pesar de que a mitad de año estuvimos con Public Enemy en Chile y a Brasil fuimos varias veces, se dio la posibilidad de venir de esta manera. La Argentina siempre es un radar para mí para poder entender cómo es la situación en la región. Me llama la atención que tengan mucha conciencia sobre lo que les pasó.

–Llegás al país gracias a la invitación que te hizo Diafar. Es interesante porque no existe, salvo en iniciativas como ésta, una conciencia sobre el presente afroargentino. ¿Te llamó la atención la invitación?

–No me tomó por sorpresa. Sabía bien que la Argentina tiene una conciencia sobre la realidad de sus raíces africanas hoy en día. Fue un trabajo que se dio de manera gradual.

–¿Sabías que el lugar del gangsta rap lo ocupó la cumbia villera?

–Escuché acerca de la cumbia villera, y sé que es bien importante.

–¿En qué consistirá tu show en Buenos Aires?

–Voy a estar junto con DJ Lord, y nos encargaremos de pasearnos, a través del formato sound system, por algunos de los clásicos de Public Enemy. También quiero conocer la realidad del hip-hop acá, y relacionarme con la gente.

–En tiempos recientes comentaste que “más que la CNN, ahora el rap parece el Cartoon Network”. ¿Qué opinión te merece el género hoy en comparación a cuando nació Public Enemy?

–Desde que empezamos, nunca paramos. El rap que hoy suena en Estados Unidos es el que las compañías discográficas y los medios le dan a la gente, pero no el que el pueblo elige.

–¿Qué te parece que los chicos crezcan creyendo que Eminem y Jay Z son los referentes del rap?

–Si bien se habla de Eminem, es alguien nuevo. Su contribución es reciente. Si uno quiere conocer la verdadera realidad del hip-hop, tiene que remontarse a muchísimo tiempo. Vos podés agarrar a una banda de rock ahora, pero el rey del género es Elvis. ¿Entendés el paralelismo?

–En 2012 saldrá un nuevo álbum, Most of Our Heroes Don’t Appear on a Stamp. ¿Cómo será musical y líricamente?

–Lo que espero es que todo el mundo entienda el contenido de este disco, sobre todo porque tratamos de explicarle a la gente que el mundo está cambiando.

–Este año se cumplen dos décadas de Apocalypse 91... The Enemy Strikes Black. ¿Qué recuerdos tenés de ese trabajo?

–Es una producción importante porque estableció el puente entre el rap y el rock, y esa impronta la sintieron muy cercana agrupaciones como Cypress Hill o Beastie Boys.

–Tomando en cuenta que sos activista político, ¿qué opinión te merece que Flavor Flav se haya dedicado a los reality shows e incluso a la telecomedia?

–El es una persona amigable, familiar para todo el mundo. Hay que entender que es parte de la familia. Pegó esa chance, y está todo bien. Lo entendemos como un negocio. A los integrantes del grupo nos pareció bien que le saque provecho a esta oportunidad.

–Pregunta obligada: ¿seguís bancando a Obama?

–Obama es una buena persona. Hay un montón de cosas para cambiar. Es un estupendo conductor con un mal coche.

* Public Enemy se presentará este viernes en la segunda edición de la Black Family, en Niceto Club (Niceto Vega 5510), a partir de las 21.

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Imagen: Joaquin Salguero
 
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