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Jueves, 24 de julio de 2003

LAS CARAS NUEVAS DEL PRIMER MUNDO ROCKER

La nueva, nueva ola

Después de unos años de letargo pre y pos cambio de siglo, el semillero de bandas y solistas de los Estados Unidos y la Gran Bretaña vuelve a producir. En cantidad y calidad, con variedad. Promesas, realidades y sorpresas de la más reciente cosecha 2003: un completo panorama de novedades.

POR ALFREDO ROSSO


Más que una movida predominante, como fueran el grunge o el brit-pop en los ‘90, la realidad del rock internacional habla de una diversidad de estilos, donde conviven neo-punk, psicobilly, electro-pop y hasta un nuevo folk testimonial. Estas son las nuevas caras del rock del primer mundo, que atraviesa un período de cambio inédito desde la erupción de la new wave hace dos décadas. Los recientes festivales europeos de Glastonbury y Roskilde fueron testigos de un gran reacomodamiento de piezas en el que, más que surgir un género hegemónico –como el brit-pop en los noventa, en el Reino Unido–, hay cantidad y calidad.
No es casual la mención al brit-pop. Después de todo, la movida que alcanzó masa crítica entre 1995 y 1997 produjo una repercusión que fue más allá de lo puramente musical para convertirse en una larga celebración generacional: un optimismo con fondo de prosperidad económica y despreocupación. No en vano varios temas clásicos de Oasis, banda insignia del género, llevaban títulos hedonistas como “Estrella de rock and roll” o “Cigarrillos y alcohol”. Como tantas otras veces, el capítulo siguiente en la historia del rock nació de una reacción hacia lo que había venido antes. Sólo que los escenarios son diversos.


UK I: Los sensibles herederos de Coldplay
Cuando la efervescencia del brit-pop entró en su curva descendente, emergió un nuevo fenómeno comienza a perfilar un rock más intimista en su temática, más ambicioso en sus arreglos. El OK Computer de Radiohead es su primer gran icono, pero pronto surgirán otras bandas que hoy se ubican en el centro de esta nueva constelación de rock sensible: Travis, Doves, Starsailor y el grupo que en 2003 se disparó al megaestrellato: Coldplay. El registro melancólico de Chris Martin y el clima de recogimiento y vulnerabilidad de hits como “Yellow” o “In my place” encontró un oído receptivo en una porción significativa del público, un poco saturado ya de las públicas bravuconadas de los hermanos Gallagher. En los últimos meses, las puertas de los sellos grabadores británicos han estado abierta para las bandas que siguen la impronta de fragilidad emocional de Coldplay. Una de ellas es LONGVIEW, un cuarteto con base en la zona de Manchester que ostenta la delicada voz de Rob McVey y la diestra guitarra de Doug Morch como signo identificatorio. “Recuerdo cómo me deslumbró ver a Radiohead a los 15 años”, declaró McVey. “Tenían el poder del rock y un clima melancólico que les calzaba justo. Mi meta con Longview es hacer un disco que toque el corazón de la gente. Un álbum clásico e inolvidable. Nada más y nada menos.” El CD debut de Longview, Mercury, lleva las influencias a flor de piel, pero transmite una serenidad y un optimismo que vale la pena experimentar. Y hablando de experimentación, las intrincadas estructuras musicales y los delicados arreglos vocales no son monopolio de los Doves, como podrá apreciar cualquiera que acerque sus oídos a Cedars, segundo larga duración de CLEARLAKE. Una banda enigmática, capaz de recorrer un rango emocional que los lleva desde el humanismo positivista hasta el gótico pesimismo de un tema como “The mind is evil”, que abjura de toda responsabilidad ante las falencias humanas (“Cuando me enojo o siento rencor / nunca es mi culpa / pero nadie parece creerme / que la cosa se me va de las manos / tan solo hago lo que se me dice / de lo contrario ella sabe cómo lastimarme / es la mente, esa malvada...”).
Históricamente, el rock irlandés tuvo simpatías por el country y el folk de la costa oeste estadounidense. Si le sumamos una sensibilidad a flor de piel para los estribillos pop, tenemos el molde estilístico de los dublineses THE THRILLS, una de las apuestas más firmes del sello Virgin para este verano boreal, a juzgar por los avisos a toda página que aparecen en las revistas especializadas del Reino Unido, promocionando las virtudes de su álbum debut, So Much for the City.
El abanico de posibilidades que abrió el rock sensible incluyó también un renacimiento del cantautor. El éxito de Badly Drawn Boy fue el espejoen el que se han mirado varios solistas. Algunos son viejos batalladores, como JACKIE LEVEN. Su reciente álbum Shining Brother, Shining Sister lo encuentra matizando el aura confesional de sus relatos con un humor y un sentido de la ironía propios de maestros como Warren Zevon o John Hiatt. Hablando de maestros, es cierto que Brian Wilson nunca completó Smile, primer puesto en el ranking de los grandes álbumes que nunca fueron, pero muchos músicos han escuchado los fragmentos dispersos y tomado nota. El ex guitarrista de Flying Saucer Attack y Third Eye Foundation, MATT ELLIOT, es uno de los nuevos solistas que adoptó el modelo del Wilson psicodélico: evanescentes melodías, letras minimalistas y arreglos simples pero impresionistas abundan en el notable The Mess We Made, un álbum para escuchar de madrugada. Y ya que estamos en el tema de música para oír en las horas pequeñas, sabiendo la devoción que ha despertado en los últimos años el culto al genio malogrado de Nick Drake, resulta raro que el escocés JAMES YORKSTON no haya sido descubierto antes de que, desde su base de Edinburgo, enviara dos demos por correo. Uno al legendario DJ radial John Peel y otro a su compatriota, el gran músico John Martyn. Mal no le fue: Peel pasó la cinta en su programa radial y Martyn lo invitó a que fuera telonero en su gira de 2001. El cd debut de Yorkston, Moving Up Country, acompañado por The Athletes, es un compendio de folk-rock relajado y pacífico, con predominio de instrumentos acústicos, tocados con gusto y fineza.


UK II : Neo- psicobilly, voces lánguidas y rocktrónica
No todo el Reino Unido se mece al ritmo de los cansinos compases del rock sensible. En las marítimas escolleras de Brighton –las mismas que otrora presenciaron las batallas campales entre las tribus de Mods y Rockers inmortalizadas en Quadrophenia– hoy día resuenan las adrenalínicas guitarras de THE EIGHTIES MATCHBOX B-LINE DISASTER. En vivo son un shock para los sentidos; sus aserrados feedback de guitarra evocan a Jesus & Mary Chain, mientras que las cataratas de notas kamikazes remiten a los primitivos Birthday Party y la imagen retro 50’s de sus músicos recuerda a unos bisoños The Clash. El álbum Horse of the Dog es uno de los debuts con mayor personalidad y aplomo del 2003. Un parecido azote de guitarras es la carta de presentación de BRITISH SEA POWER. Acoples y acordes poderosos enmarcan ideas melódicas refinadas y una sensación de urgencia pervade la totalidad de The Decline of British Sea Power, primera excursión discográfica de este cuarteto cuya gacetilla de presentación dice en alguna parte: “Es tiempo de emerger del invierno de la mente”, y BSP tiene con qué.
Una yanqui de 23 años que fuma un cigarrillo tras otro; un muchacho londinense de mirada perforante. Y un sonido de guitarra y voz descarnado. Son THE KILLS y si te mueve a una mueca cínica el que sean chico + chica y que toquen con instrumentación mínima (¿otros White Stripes?), una rápida visita a su álbum Keep on Your Mean Side la borrará de tu cara porque Los Kills hacen lo que predican: mantienen encendido su costado malvado y el resultado es un rock quemante y primal.
¿Y dónde están ahora –podrías preguntarte– los acordes suspendidos en la atmósfera, los coqueteos con el jazz y la electrónica y las lánguidas voces femeninas? En una palabra, los ahijados de Stereolab, otrora tan fecundos. Pues vivitos y saludables, encarnados en un quinteto (ellos, 3, ellas, 2) llamado SALOON, que viene de recorrer Inglaterra estrenando su segunda obra, If We Meet in the Future, un trabajo políglota, con temas en inglés, francés y español.
Tecno-rock / electro-rock / rock más máquinas más hip hop... Las combinaciones son cada vez más frecuentes y más interesantes. La vertiente más testimonial y callejera del 2003 la encarnó The Streets pero los festivales del verano europeo vieron también un pasaje triunfal del trío Dirty Vegas y su adrenalínico repertorio rocktrónico. Un sendero que también recorre el dúo AUDIO BULLYS que ya cosechó buenas críticas con sudebut en el sello Source, Ego war. El costado glam de esta nueva ola electrónica lo encarnan LADYTRON y unos recién llegados de nombre HOBOKEN (homenaje al pueblo natal de Frank Sinatra) quienes ya hicieron enarcar un par de cejas con el glamour melancólico de su CD-single “Hotel Lisboa/Safe”.


USA : Parientes sureños, power chords y encanto folk
Los Yeah Yeah, Yeahs y los White Stripes acaparan tapas de revistas y páginas centrales y los Strokes prometen nuevo álbum para octubre, pero Estados Unidos es mucho más que Nueva York y su área de influencia y el país ya no está monopolizado por el golpe de furca del nu-metal. De hecho existe un nuevo power pop de letras inteligentes que encarnan bandas como OK GO, oriundos de Chicago o los californianos THE ATARIS. En la costa oeste, quizás honrando la tradición, está surgiendo un nuevo foco de rock con aristas psicodélicas. Lo encarnan bandas como WARLOCKS, cuyas guitarras reverberantes y extensas zapadas cabezonas adornan los álbumes, Rise and Fall y Phoenix, y recuerdan la hora dorada de los ingleses Spacemen 3, y KITTENS FOR CHRISTIAN, una rara amalgama entre la deconstrucción músico-conceptual de Devo y los pulsos desolados de Joy Division.
La exploración musical que ha sido rasgo saliente del posrock de Chicago alumbró la asociación entre dos miembros de Wilco (Jeff Tweedy y Glenn Kotche) y el guitarrista Jim O’Rourke (Gastr del Sol, Sonic Youth), productor del último álbum de aquel grupo, Hotel Yankee Foxtrot. La buena química del trío originó una unión informal bajo el nombre de LOOSE FUR. Más que un proyecto cuidadosamente delineado, el miniálbum homónimo refleja el resultado de una noche de inspiración, con sus guitarras balbuceando como al descuido y sus voces deliciosamente aletargadas. Un CD bizarramente adictivo. Más. Como para demostrar que el sur también existe, tres hermanos de Tennessee, Caleb, Nathan y Jared Followill, más su primo Matthew, armaron KINGS OF LEON, una banda que trae la dinámica del rock guitarrero sureño (Lynyrd Skynyrd, North Mississippi All-Stars, Z.Z.Top), le pone un toque de melancolía a las letras y voces que se quiebran y, voilá, marche el EP “Holler Roller Novocaine” y un coro de periodistas a la espera de su inminente álbum Youth and Young Manhood, que saldrá en Argentina en forma simultánea con la edición estadounidense.
Pero si en este momento hay algo en ebullición en la música popular norteamericana, seguramente pasa por las mutaciones entre el rock y el folk. De la ciudad universitaria de Athens, Georgia, predio natal de un pionero del género llamado R.E.M., salió THE MENDOZA LINE, cuyos miembros compartían desde el vamos un amor por cantautores clásicos como Bob Dylan y Leonard Cohen e iconos contemporáneos, como The Replacements y American Music Club. El grupo destiló esas influencias en un sonido donde predominan acústicas guitarras y cristalinas armonías. Un marco engañosamente dulce para las aguas temáticas profundas que navegan títulos traducibles como “Algo oscuro”, “Todo será igual sin vos”, “Triple repertorio de vergüenza”, todos de su álbum Lost in revelry. Ese folk-rock místico y desértico, con toques de norteño fronterizo, que encarnan bandas como Lambchop o Calexico, informa también la música envolvente y exótica de THE BLACK HEART PROCESSION, pero su excelente Amore del Tropico tiene -además– un costado oscuro donde el desierto es también metáfora para la “noche obscura del alma”. La voz de Paulo Zappoli tiene una resonancia grave y ominosa, a mitad de camino entre Steve Wynn, de The Dream Syndicate, y Gordon Gano, de los Violent Femmes.
Luego de este repaso y parafraseando al colega Simon Reynolds, el rock alcanza su punto más interesante cuando no flota sobre él la espada de Damocles de una movida hegemónica (que, en realidad, es siempre más espejismo mediático que realidad tangible), y cuando como ahora la fuerza de atracción de diferentes subgéneros los hace interactuar entre sí, creando un irresistible virus mutante.

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