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Jueves, 24 de septiembre de 2015

UNA FáBRICA PRESENTA SU NUEVO BALANCE

“Cuando sos más chico necesitás ser más radical”

Complejo y lisérgico, Nuevas reglas los mete de lleno en las pistas.

 Por Lola Sasturain

Una Fábrica volvió. Pero la palabra volver es complicada: más bien, la banda porteña se reinventó totalmente. Después de un primer disco homónimo, claramente indie, guitarrero y psicodélico, recién cuatro años después apareció Nuevas reglas. Ahora la batería es electrónica, los sintetizadores pueblan, las letras se vuelven más melosas y el espíritu bolichero se siente palpable. “Nos dimos cuenta de que hay un disco en el medio, que no se editó; ocho o nueve temas que estuvimos laburando en ese tiempo que servirían tal vez para explicar el lugar al que llegamos ahora. El proceso se dio en la sala. Algo así como un disco fantasma de transición”, bromean.

Varias cosas cambiaron para Una Fábrica: muchas de las bandas con las que solían tocar no lo hacen más, muchas otras emergieron, el baterista y el tecladista del primer disco se abrieron, Gonzalo Louro pasó del bajo a las bases electrónicas y las programaciones, e ingresó Tomás como bajista. Su llegada reforzó este nuevo concepto al cual la banda inevitablemente se movía. “Si bien estamos escuchando música nueva, no pasa por estas nuevas influencias el cambio. Tiene que ver con madurar como personas. Cuando sos más chico necesitás ser más radical para diferenciarte. Ahora podemos asumir que escuchar Aspen nos encanta”, dice Ignacio Repetto, guitarrista. “En el primer disco no usamos la palabra ‘amor’. En éste, es raro que encuentres una canción que no diga ‘amor’, ‘corazón’, cosas por el estilo. Crecimos, leemos otras cosas, escuchamos otras cosas, ya no tenemos prejuicios al encarar una canción”, dice Louro.

Nuevas reglas remite al acid house y a la movida Madchester de principios de los ‘90 por esta sensación de set que dan los pasajes electrónicos que funcionan como puente entre temas, y por las canciones de estructura rock instrumentadas con complejidad y lisergia sobre un colchón de sintes bailables. Antes les preguntaban si Una Fábrica refería a la Factory de Warhol, y ahora si es por Factory Records. “Para el próximo disco veremos de qué Fábrica estamos hablando.”

También hay cierto link a los ‘80 argentinos, sobre todo a bandas como Virus o Los Encargados, con este romanticismo dramático de gritar letras agridulces desde la pista de baile. En este disco trabajaron con Tuta Torres (ex Los Látigos, actual Babasónicos) al igual que en el primero, y con Migue Castro (ex Victoria Mil, actual UN), cuya forma de trabajar les resultó novedosa y muy rica: “Es un deconstructivista, siempre te hace ir por el lado completamente distinto a lo que estás haciendo. Te hace desencariñarte de las formas como las concebiste, eso nos dio una riqueza que nos va a acompañar siempre que encaremos una grabación”.

Camaleónicos como su nombre, los Una Fábrica solo pueden decir que no saben qué fábrica son, pero que todavía les gusta y se sienten identificados por el nombre. Lo mismo pasa con la música: “Tenemos la suerte de no ser U2, por ejemplo, y de no tener un compromiso de estilo con nadie. No nos importa que haya una unidad, una correlatividad entre nuestros discos. Esto fue lo que nos pasó, hacia adentro como banda, y estamos más que contentos”, concluyen.

* Jueves 1º de octubre en C.C. Matienzo, Pringles 1249. A las 21.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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