ACONTECIMIENTOS > ¡SEINFELD EN DVD!
Empezó en 1989 como un experimento incierto: una serie sobre nada, escrita por un comediante (Larry David) que jamás había escrito series y protagonizada por otro (Jerry Seinfeld) cuya especialidad era contar chistes en vivo. Nueve temporadas y 180 episodios más tarde, Seinfeld era la serie más exitosa de la historia de la televisión americana y un acontecimiento excepcional en la cultura popular contemporánea. La flamante edición en dvd que llega a la Argentina –dos cajas, ocho discos, las tres primeras temporadas completas– incluye extras ineludibles como comentarios de los actores de reparto y el equipo, escenas eliminadas y un jugoso documental titulado Cómo empezó todo, del que fue extraída esta historia oral de los primeros balbuceos de la serie.
Dónde
está el piloto
David: Presentamos la serie de una manera muy parecida a como lo hacen Jerry
y George en el programa, cuando presentan “su” serie a los ejecutivos
de la NBC. Jerry y yo llegamos sin nada de experiencia y la presentamos como
una serie con una sola cámara. Y recuerdo que dijeron: “No, no,
no, nada de una cámara: tres cámaras. Ésta es una serie
de tres cámaras”, y yo les dije (un poco como George cuando dice
en ese episodio: “¡No pienso comprometer mi integridad artística!”):
“No, no, no, ése no es el programa que estamos proponiendo...”,
y todos se quedaron en silencio. Y yo vi que uno de los ejecutivos de Castle
Rock, Glenn Padnick, tenía los ojos desorbitados. Creo que pensaba que
todo iba a evaporarse en ese mismo momento.
Seinfeld: Fue la famosa reunión de “ésta es nuestra idea,
y si creen que la vamos a cambiar, se equivocan”. Algo que por otra parte
nadie había sugerido. Pero Larry ya los había abofeteado con el
guante sin ningún motivo...
David: Jerry, que era muy persuasivo, me dijo: “Ya hablaremos. Todo va
a salir bien”. Y luego pensé en los 25 mil dólares que ganaría
por el piloto y me dije: “Bueno, sí, tal vez hagamos una serie
de tres cámaras”. El piloto (que en el papel se llamó Stand
Up, pero terminaría estrenándose como The Seinfeld Chronicles)
trataba sobre una mujer que Jerry acababa de conocer y a la que le preguntaba
si podía quedarse en su casa, con todo lo que eso implicaba.
Seinfeld: Siempre recurríamos a esos huecos de la vida social donde no
hay reglas ni indicaciones, y donde es imposible saber qué hay que hacer,
cómo hay que preguntar.
David: Una semana después de recibir el visto bueno, vi que habían
reescrito la tercera parte del guión. No importa quién había
sido. Si lo hubiera hecho Woody Allen, lo habría odiado igual. Era nuestro
guión, y cuando lo vi me puse pálido. Hubo muchas discusiones,
y hasta cierto punto conseguí que volvieran a incorporar nuestro material.
Pero debo decir que hasta hoy me cuesta ver el piloto.
Jason Alexander (George Costanza): Recuerdo que cuando grabamos el piloto le
dije a Jerry que no iba a funcionar. La serie más exitosa del momento
era Alf. ¿Quién iba a ver la nuestra? El público de nuestro
programa era yo, ¡y yo no veo televisión!
Seinfeld: La recepción del piloto fue muy pobre. Mi parte favorita del
informe del canal era la que decía que el programa era contemporáneo,
divertido y atractivo para adultos jóvenes, y por lo tanto no era “nada
de lo que queremos”.
Amigos
son los amigos
David: Una vez que la idea pasó a ser un piloto, apareció el personaje
de George. Porque George soy yo, de alguna manera. Mucha gente me pregunta por
qué no lo interpreté yo. ¿No querías hacerlo?, me
dicen. Y la respuesta es no: lo único que quería era escribir
el guión, agarrar el dinero y volver a Nueva York. Ése era mi
único plan.
Seinfeld: Obviamente buscábamos gente que pudiera tener conversaciones
como las que teníamos Larry y yo. Alguien que funcionara como mi contrapunto.
A Jason lo vimos con Larry en un video, que es la peor forma de hacer un casting.
En un video la gente nunca sale bien.
Alexander: Leí el resumen de tres páginas que me mandaron: no
tenía contexto, no se parecía a ningún otro guión
de piloto que hubiera visto. Parecía una película de Woody Allen.
Así que me compré un par de anteojos y en el video del casting
hice una imitación de Woody Allen. Y luego pensé: “Esto
fue una pérdida de tiempo total”.
Seinfeld: Apenas lo vimos dijimos: “Es él. Apaguen el video: ya
lo encontramos”.
Alexander: Parece que mi imitación de Woody no les pareció tan
buena [risas]. No me di cuenta de que George era Larry hasta que empezamos a
hacer el programa. Una vez fui y le dije –con mi entrenamiento de actor
clásico– [risas] que tal situación no era posible, y que
si lo fuera nadie reaccionaría como estaba escrito en el guión.
Y Larry me dijo que eso había ocurrido, y que él había
reaccionado de esa manera. Entonces dije Ok, y me di cuenta de que estaba escribiendo
desde sus propias experiencias. Así que me olvidé de Woody Allen
y me puse a imitar a Larry.
David: Yo tenía un vecino un poco excéntrico llamado Kenny Kramer,
que entraba todo el tiempo a mi departamento e intentaba convencerme de hacer
cosas que no tenía ganas de hacer. A veces resultaba un poco pesado,
pero era afectuoso y divertido. En su departamento siempre había movimiento:
era el centro del edificio. Y pensé que sería divertido incorporarlo
como personaje. Después, cuando la cadena nos puso como “única”
condición –en caso de que siguiéramos adelante– que
metiéramos a una chica en un papel importante, lo primero que pensé
fue en una mujer con la que había salido y de la que seguía siendo
amigo, Monica Yates. Fue la transición más sencilla que tuve del
noviazgo a la amistad, y pensé que esa dinámica, si podía
capturarla, tal vez funcionara para el programa. Y después de probar
a todo el mundo para el papel, me acordé de Julia Louis Dreyfus, que
ya había trabajado en Saturday Night Live. Y entonces sí: nos
encargaron cuatro episodios. Salvo los sketches de SNL, yo no tenía nada
de experiencia como guionista, y menos en cosas de media hora. ¿Cómo
iba a hacer? ¿De dónde iba a sacar las ideas? Escribimos el primer
episodio y un productor ejecutivo nos llamó a su oficina a Jerry y a
mí. Y el tipo se puso a darnos consejos sobre el programa: “Creo
que con este personaje tienen que hacer esto, y acá quiero más
conflicto, y acá quiero esto...” Largó su discurso y yo
lo miré y le dije: “No, no, no voy a hacer nada de eso. Nada”.
Y me fui.
Seinfeld: Creo que Larry pensó que ése iba a ser el tipo al que
íbamos a tener que responder.
David: Y esa noche estábamos con Jerry en su departamento y le dije:
“Mirá, no voy a poder hacerlo. Ya no puedo escuchar estas cosas.
No puedoseguir las instrucciones que nos dan, así que buena suerte. Y
lo decía en serio. Le dije: “Espero que salga genial y sea un éxito,
pero yo así no puedo trabajar”. Ésa fue la primera vez que
renuncié.
Seinfeld: No fue para tanto, comparado con los nueve años que siguieron.
Nos sirvió para ir acostumbrándonos a las renuncias de Larry,
que terminaron convirtiéndose en algo habitual.
David: Jerry es un tipo muy convincente. Me dijo: “No, no te preocupes,
yo lo arreglo, vamos a conseguir lo que queremos”. Jerry tendría
que trabajar con los suicidas que se quieren tirar de los puentes. Es muy bueno,
muy tranquilo. Sabe exactamente lo que tiene que decir. Para cuando nos encargaron
trece capítulos más, yo ya había regresado a Nueva York.
Pensaba que todo había terminado, así que retomé mi vida
anterior. Y cuando me avisaron del nuevo encargo entré en pánico.
Me paralicé. El programa se había convertido en algo más
grande de lo esperado. ¡Jamás podría escribir trece episodios!
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