Dom 09.06.2013
turismo

ESPAñA. EL MONTE MONTJUIC

Barcelona entre las nubes

La más rebelde de las urbes españolas no sólo palpita a lo largo de sus afamadas ramblas ni en las míticas callecitas del Barrio Gótico. Lo hace también en su pulmón verde, el monte Montjuic que, además de ser partícipe de emblemáticos acontecimientos de la historia, el arte y el deporte mundial, regala la mejor vista de la Ciudad Condal.

› Por Ignacio López

El Montjuic no es precisamente una colina que se sube, se ve y se está listo para bajar: su tamaño no es hacia arriba, sino que se expande a lo ancho, escondiendo en sus laderas atractivos culturales y tesoros históricos tan variados que vale la pena informarse antes, porque verlos todos en un día resulta imposible.

Sabiendo lo que se quiere visitar sí es hora de dirigirse al Montjuic, cuyo nombre proviene del catalán medieval y significa “monte de los judíos”, debido a la existencia de un cementerio hebreo en una de sus laderas durante la Edad Media. Pero la urbanización del Montjuic es aún más antigua, de los tiempos en que fue asentamiento de los primeros habitantes de la zona: los ibéricos, que encontraron aquí un enclave privilegiado entre los siglos III y II a.C. Por un lado porque la altura los protegía de potenciales amenazas, por otro porque estaban así situados justo en el medio de la desembocadura de dos ríos, el Llobregat y el Bésos.

Hoy son tres las formas de acceder a la cumbre del Montjuic. La primera es en autobuses públicos que ofrecen un verdadero city-tour por el monte. Otra simplemente caminando y eligiendo la ladera más cercana al sitio que se quiere conocer. Y una tercera, quizá la más recomendada, es mediante el teleférico.

La experiencia es única; a medida que se sube se obtiene una vista cada vez más estratégica de este promontorio de 191 metros de altura y tupida vegetación. Tras efímeros 15 minutos, luego de pasar la estación intermedia Mirador se llega a la cima, donde se ubica un testigo de la historia española de los últimos 250 años: el castillo de Montjuic. Caminar por sus amplios corredores, internarse por sus torreones y conocer sus monárquicos salones, que datan de 1751, es una manera de palpar lo que fue este baluarte militar ocupado por franceses en la Guerra de Independencia Española, utilizado como torre de vigilancia de navíos que llegaban a estas costas y que se utilizó como mazmorra de presos políticos en distintas épocas, hasta la dictadura franquista.

Su violento pasado es historia. Hoy el castillo de Montjuic, cuya entrada es gratuita, se empina como el mejor mirador de Barcelona. Una panorámica de 360º desde donde se aprecia la ciudad como un mapa en altura perfectamente delineado. Con la Sagrada Familia y la Torre Aqbar como grandes pináculos de una urbe teñida de ocre, acogedora gracias a las distancias cercanas entre sus barrios y floreciente entre los montes que desembocan en el Mediterráneo.

El castillo de Montjuic, construido en el siglo XVIII, fue baluarte militar y torre de vigilancia.

LA RUTA LOGICA A la hora de comenzar el descenso aflora una sola pregunta entre los visitantes que llegan hasta aquí: ¿qué ladera tomar? En realidad dependerá de cada interés, pero el lado norte concentra muchos de los imperdibles de este monte. Otrora peñasco sin ningún atractivo, con los años ha pasado a destacarse por un interesante tramado urbanístico, aunque en desmedro de las áreas paisajísticas.

Algunas de las edificaciones que resaltan de este sector se inauguraron en 1992, cuando Barcelona fue elegida sede de los Juegos Olímpicos: la designación fue motivo para construir aquí muchas de las instalaciones del llamado “anillo olímpico de Montjuic”, donde se destacan el Estadio Olímpico Lluis Companys y en especial el Palacio Sant Jordi, un recinto de estructura metálica curvada con un techo corredizo. Una joya de la arquitectura e ingeniería moderna que hoy alberga variados eventos deportivos y conciertos.

Si se habla de arte, otro espacio urbano ubicado bajo el anillo olímpico también tiene sus orígenes en un evento mundial celebrado en la Ciudad Condal y que tuvo al Montjuic como anfitrión: fue la Exposición Internacional de Barcelona realizada en 1929, para la cual se construyó un espacio arquitectónico con distintos pabellones para los expositores. Uno de ellos fue el Palacio Nacional. La Feria finalizó, pero el colosal edificio de estilo neoclásico pasó en 1934 a cobijar al Museo de Arte de Cataluña, cuyas salas exhiben en la actualidad la mejor y mayor pinacoteca románica del mundo.

Sin embargo, este espacio no sólo se destaca por el arte del museo. El tramado urbanístico de su entrada y alrededores tienta con imponentes fuentes, cascadas, enormes escalones y paseos peatonales que conectan el museo con la Plaza España. Muy cercano a este museo, a los pies del Montjuic, se levanta un edificio construido a principios del siglo XX que en un principio acogió una fábrica textil: el recinto, considerado una joya del art nouveau debido a la riqueza de sus elementos decorativos –que combinan hierro forjado, ladrillo y cerámica– fue adquirido en 1963 por el Caixa Forum, que luego de remodelarlo instaló una mediateca con selecciones de música, fotografía y cine de primer nivel. A ello se suman exposiciones de pintura de todas las tendencias, de modo que este centro cultural y social ha pasado a ser considerado una de las principales plataformas de divulgación del arte catalán. Una confirmación de que la vanguardia cultural de Barcelona también vive en las alturas.

Informe: Julián Varsavsky

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