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El país|Domingo, 13 de abril de 2008
FINALIZO LA PRIMERA ASAMBLEA PLENARIA DEL AÑO DEL EPISCOPADO

Con el perfil más bajo

Los obispos católicos optaron por mantenerse en silencio para evitar roces con el Gobierno y no ser tildados de parcialidad. Dejaron trascender, de todos modos, su “satisfacción” por el diálogo entre el Gobierno y el campo.

Por Washington Uranga
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“Compartimos ‘los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias’ del pueblo al que pertenecemos.”

Los obispos católicos finalizaron ayer su primera asamblea plenaria del año sin otra declaración que la emitida el miércoles con ocasión de la misa celebrada en el santuario de la Virgen de Luján, oportunidad en la cual manifestaron que “compartimos ‘los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias’ del pueblo al que pertenecemos y servimos en esta hora delicada y providencial de nuestra vida nacional”. Precisamente, esta última referencia es la que caracteriza la mirada que la jerarquía católica tiene sobre la situación del país, acentuada a partir del lockout de los productores agropecuarios y todos los acontecimientos que se tejieron en torno al mismo. Pero la decisión de abstenerse de cualquier otro pronunciamiento habla también de la voluntad de evitar cualquier palabra que, por una parte, genere roces con el Gobierno y, por otra, pueda exponer a la jerarquía a un señalamiento de parcialidad.

De todos modos, al finalizar la asamblea –que estuvo reunida desde el lunes– y después que se había concretado el primer encuentro entre los dirigentes de las organizaciones del agro y la presidenta Cristina Fernández, los voceros oficiosos del episcopado hicieron conocer la “satisfacción” de los obispos por el diálogo, subrayando que “ese es el camino por el que se debe transitar”.

En su mensaje del miércoles en Luján, las máximas autoridades de la Iglesia Católica habían pedido “valorar y construir con empeño perseverante la amistad social entre todos los habitantes de nuestra Patria, desterrando desencuentros, odios, rencores y enfrentamientos y promoviendo la equidad y la justicia para todos”. Agregaron en esa ocasión la solicitud para “favorecer y cultivar la disposición al diálogo genuino en la verdad y el respeto entre personas y sectores, como camino indispensable en la búsqueda del bien común”. Dirigentes de las organizaciones del agro estuvieron el miércoles en la misa, como fieles, y el jueves visitaron a los obispos en Pilar para presentarles sus puntos de vista.

En torno de la misa celebrada en Luján se produjeron algunos hechos significativos que valen para la interpretación. La ceremonia litúrgica fue presidida por el nuevo arzobispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, quien a la vez es vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal. Tratándose de un acto de la Conferencia Episcopal lo habitual es que quien presida sea la máxima autoridad de la misma, el cardenal Jorge Bergoglio. Desde el punto de vista formal puede decirse también que se justifica que el elegido haya sido Radrizzani, por cuanto es el obispo titular de la diócesis donde se celebró la misa. Desde un lugar más político también puede evaluarse que no se quiso exponer a Bergoglio a pronunciar una homilía que, cualquiera fuese su contenido, habría sido observada con prevención por parte de los habitantes de la Casa Rosada. No es menor tampoco que Radrizzani es, dentro de la jerarquía, uno de los obispos que mayores diálogos mantiene con hombres del Gobierno.

Radrizzani aprovechó entonces para pedir “que cultivemos en nuestro espíritu la convicción de que sentarse a dialogar no es reunirse para prevalecer o imponer, o convencer al otro, sino que el diálogo es fecundo cuando cada uno se pone en el lugar del otro y llegan a un acuerdo, a un punto común, aunque no se logre todo lo que cada uno quiere, pero todos salen enriquecidos por haber buscado, con sinceridad y desprendimiento, la verdad”. Es posible que las mismas palabras, en boca de Bergoglio, pudieran haber sido leídas de manera diferente.

El plenario episcopal culminó sin otras declaraciones. Pero entre los obispos hay preocupación por la situación política y social del país. La Comisión de Justicia y Paz, que asesora el obispo Jorge Casaretto, es la encargada de seguir de cerca los temas sociales e insistir en la necesidad de construir “la amistad social”. Este será el discurso eclesiástico que se seguirá escuchando en los próximos meses.

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