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El país|Domingo, 10 de agosto de 2003

La hegemonía y cómo sobrevivirla

El Gobierno espera una marea peronista a nivel nacional. Y le preocupa, tanto que hasta opera para salvar a la oposición. El romance con Duhalde y las versiones sobre la cuestión militar.

Por Sergio Moreno
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“Abraham Lincoln dijo ‘puedo tropezar, pero voy a tropezar en la dirección correcta’. Este gobierno va en la dirección correcta y por más que más adelante se tropiece una que otra vez, lo vamos a apoyar a rajatabla. Eso es lo que piensa Duhalde y eso es lo que nos dijo. Claro que la cita de Lincoln es mía.” El relato que abre este texto pertenece a un ex ministro del gobierno anterior, uno de los más importantes, que el domingo pasado estuvo con el ex presidente en la quinta Los Caudillos, de Hugo Toledo. Allí, el jefe bonaerense escuchó a sus consiglieri y bajó línea. Desde el gobierno nacional siguieron atentamente aquella reunión y se congratularon de los resultados. Eduardo Duhalde está convencido de que sus listas arrasarán en las elecciones de septiembre, y en la Casa Rosada existe el mismo convencimiento, traspolando guarismos similares a nivel nacional. Uno de los principales operadores de Néstor Kirchner para estos asuntos dijo a Página/12: “Va a ser una masacre, la oposición casi va a desaparecer. Eso no es bueno, el peronismo necesita tenerle miedo a algo”.
Este miedo al poder casi absoluto es un miedo que el peronismo siente de sí mismo. En el Gobierno temen que el aluvión de votos que conseguirá el PJ, en sus diversas mutaciones, pulverice toda oposición. “Cuando no hay oposición la creamos nosotros, y todos sabemos cómo termina eso”, recordó un integrante del Gobierno. Por eso, Néstor Kirchner encomendó a uno de sus allegados –especialista en tejedurías– una sigilosa maniobra. Juan Carlos Mazzón, que ocupa formalmente el cargo de secretario privado del Presidente, se entrevistó varias veces con el nuevo líder de la derecha criolla Ricardo López Murphy para convencerlo de que se presente como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. La idea era que el Gordo –como llaman sin demasiados esfuerzos intelectuales a López Murphy– arrastre algunos votos (cosa que no hace Hernán Lombardi) y permita a varios intendentes radicales trabajar por alguien. Cosa que no están haciendo, según entienden en la Casa Rosada, por la candidatura a gobernadora de Margarita Stolbizer ni por la de diputado de Fredy Storani. Mazzón no logró convencer a López Murphy, pero sí consiguió que su partido presente listas seductoras para el electorado conservador en Santa Fe.
El punteo que hacen en Balcarce 50 sobre el resultado de las elecciones de aquí a fin de año es escalofriante. Un integrante del gabinete hacía la siguiente cuenta:
“En la provincia de Buenos Aires va a salir primero Duhalde (Felipe Solá), segundo Menem (Luis Patti) y tercero Adolfo Rodríguez Saá (Aldo Rico); el bloque de los bonaerenses en la Cámara nacional va a ser inmenso, fácilmente llegarán a 40 o 45 diputados. En Santa Fe ganamos tranquilos con Jorge Obeid. Ahí va a estar más repartidito. En La Pampa entre Carlos Verna y Néstor Ahuad vamos a sacar el 90 por ciento de los votos. En Misiones otro tanto. Ahí salen primero Carlos Rovira y segundo Ramón Puerta. En Mendoza Jorge Pardal y Guillermo Amstutz, sean primero o segundo cualquiera de ellos, ambos son nuestros. Si a esto usted le agrega que (Carlos) ‘El Gringo’ Soria le puede ganar a Verani en Río Negro –donde nunca le ganamos al radicalismo– y también podemos triunfar en Chubut sobre Lisurume, construirá un escenario de un solo color, el del PJ. ¿Qué le queda a la oposición? Usted piense que de todos estos distritos que le nombré, los diputados van a ir a nuestro bloque. Vamos a tener mayoría propia en ambas cámaras y la casi totalidad de las provincias.”
–Como Menem en 1995 –acotó Página/12.
–No. Menem tenía oposición. Pilo Bordón había sacado cinco millones de votos, la Alianza estaba por formarse, el radicalismo no había desaparecido. La situación ahora va a ser bien distinta. De repente, por primera vez desde la recuperación de la democracia, se va a parecer bastante al PRI (el Partido de Revolución Institucional de México, que gobernó durante 70 años ininterrumpidos).
La referencia al PRI viene al caso para recordar al escritor mexicano Carlos Fuentes cuando, por boca de uno de sus últimos personajes, alerta: “La fortuna política es un largo orgasmo... El éxito debe ser mediato y largo para ser duradero”. La avalancha de votos que sacará este peronismo aun feudalizado preocupa al presidente Kir-
chner. Será por eso que, tanto dentro del Gobierno cuanto fuera de él, se recurre una y otra vez a que en diciembre comenzará el verdadero gobierno.
Cerca de la primavera
El 17 de septiembre es la fecha que el peronismo espera con ansiedad. Ese día quedará definido el nuevo mapa del poder en la Argentina, distrito por distrito, y el puzzle se armará en ambas cámaras legislativas. Más de uno añora que, en ese momento, se produzca algún cambio, básicamente en la forma de conducción de Kirchner.
“Al Gobierno le falta operación política”, categoriza la fuente citada al comienzo de esta nota. Según el ex funcionario –que seguramente será diputado nacional a partir del próximo 10 de diciembre–, Kir-
chner “deberá aprender a delegar funciones. Eso lo va a aprender porque es inteligente y sabe que es necesario”. Ahora, sus hombres para operar tienen, además de la centralización de decisión del Presidente, otros problemas. Un ex ministro, que gusta calificarse como “piquetero desocupado” hasta diciembre, hace una enumeración y dice:
“Aníbal Fernández es un hiperkinético pero no tiene ministerio, es una cáscara. A ese ministerio lo destruyó Juan José Alvarez cuando le extrajo el poder sobre las fuerzas de seguridad. Alberto Fernández debería decidir si es un dirigente porteño o jefe de Gabinete, que es un cargo monumental y aún está sin utilizar. Juan Carlos Mazzón no hace política pública y trabaja en algo específico in extremis como lo es la operación sobre gobernadores y candidatos a las próximas elecciones. José ‘Pepe’ Pampuro está atosigado con la cuestión militar.”
Un miembro del gabinete sostiene algo parecido en lo referente a la férrea conducción del Presidente. El funcionario coincide con el ex citado recién, en lo referente a lo que entienden como necesidad una vez atravesado el umbral de diciembre. Su relato dice así: “En diciembre tiene que empezar el verdadero gobierno de Néstor. No es que lo hecho hasta ahora no sirva, todo lo contrario, pero desde diciembre va a tener que empezar a delegar algo. No sé si lo hará, en su naturaleza y su forma no está delegar nada”.
Quien conoce a fuerza de experiencia estas características del Presidente es su ex operador, aliado y gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner. La semana pasada, Fellner necesitaba un par de gestiones de dos ministros. Habló por teléfono con ambos y los dos le respondieron lo mismo: le solicitaron que él llame a Kirchner para que, recién después, el Presidente les ordene a ellos solucionar su pedido. “Así, el Gobierno pierde –conjetura un funcionario–; un ministro tiene que poder resolver estas cuestiones que no dejan de ser menores. De lo contrario, el Gobierno empieza a deberle plata a todo el mundo.”
La cuestión militar
Parece haberse instalado en el ambiente, impulsado por algunas segundas líneas del duhaldismo, que, además del apoyo a diferentes candidatos en un puñado de distritos, las mayores divergencias entre Presidente y ex presidente pasan por la cuestión militar. Un dirigente cercano a ambos niega que esto último sea cierto. “Duhalde no haría con los milicos lo que está haciendo Kir-
chner, pero eso no significa que se oponga. Todo lo contrario. Duhalde apoya la política militar de Lupín por más que no sea su estilo”, puntualiza la fuente consultada.
Según el confidente de Página/12, el entredicho, un equívoco a su entender, se produce a partir de las definiciones sobre el tema que vierten a oídos del ex presidente sus consiglieri. “Pampuro (que es ministro de Defensa, ni más ni menos) le dice que los militares están nerviosos, que le hacen gestos, que le ponen cara, que no se bancan lo que está haciendo Kirchner. Yo creo que no es así, ni mucho menos, que no es para tanto. ¿Y si lo fuese, qué? ¿Qué van a hacer los milicos? Nada.”
Pampuro, amén del buen ánimo que, dicen quienes lo vieron esta semana, ha demostrado su incomodidad en el cargo. Cree que Kirchner lo quiso premiar, pero le tiró un balurdo que está pudiendo manejar a duras penas. Sin embargo, Pampuro sabía la que se le venía cuando aceptó el ministerio. Una semana antes de la asunción de Kirchner, Pampuro invitó a comer a Juan José Alvarez, en ese momento ministro de Justicia y Seguridad. Alvarez y Pampuro habían sido los primeros dos hombres fuertes de Duhalde en apoyar la candidatura de Kirchner. Lo hicieron antes que el propio Duhalde, a quien ayudaron a convencer sobre las bondades de apoyar a Kirchner. Luego, cuando el patagónico eligió a Daniel Scioli compañero de fórmula, Alvarez se distanció. En la comida de marras, Pampuro le hizo una oferta:
–El flaco quiere que seas ministro de Defensa –dijo.
–Ni loco, Pepe. Ahí se viene el kilombo del Punto Final y la Obediencia Debida y yo ya estoy harto de kilombos.
Según cuentan allegados a Pampuro, el actual ministro le había hecho tal ofrecimiento de motu proprio, sin consultarlo con Kirchner. “Es que Juanjo estaba cabrero con Lupín y yo quise contenerlo”, dicen que cuenta Pepe.
Además de Pampuro, otros son también quienes caldean las orejas de Duhalde con este asunto. Un dirigente que también estuvo el domingo pasado en la quinta Los Caudillos apunta a Oscar Rodríguez, marido de la senadora Mabel Müller (quien se cansó esta semana de decir públicamente que ella está de acuerdo con las leyes de impunidad y que se opone a las extradiciones), ex número dos de la Side y ex intendente de Presidente Perón. “Rodríguez es la versión gurka: el tipo se la pasa diciéndole a Duhalde que hay que dejar a los militares en paz, que Kirchner y sus muchachos son todos zurdos”, dice la fuente, que escuchó más de una vez decir lo que dijo al ex servicio.
Más acá de estos decires y cuchicheos, Duhalde conoce la decisión que, al respecto, se acrisola en la Casa Rosada, y lo sabe de boca de un alto funcionario. El mismo que le dijo a Página/12: “Si no sale la nulidad de las leyes o, en su defecto, la no oponibilidad (pergeñada por José María Díaz Bancalari, titular del bloque de diputados del PJ), vamos a subir a algún represor a un avión y lo vamos a mandar a Europa”.
El elegido es Alfredo Astiz.

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