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Sociedad|Domingo, 10 de marzo de 2002
COMO CONSECUENCIA DE LA CRISIS, LOS RESIDUOS BAJARON ABRUPTAMENTE

Ni basura

Se consume menos, se tira menos: las bolsas de residuos fueron reduciendo su volumen en cada coletazo de la crisis. En la Capital, los porteños generan 30 por ciento menos de basura que hace dos años. Según las proyecciones, este año habrá un retroceso al nivel de recolección de nueve años.

Por Eduardo Videla
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Las bolsas de basura pueden hacer, a su manera, un diagnóstico de la realidad social. Hoy, en la ciudad de Buenos Aires, los porteños generan un 30 por ciento menos de residuos que hace dos años, si se tienen en cuenta los últimos datos relevados por el Ceamse. En mayor o menor medida, el descenso en la generación de desperdicios domiciliarios se reproduce en toda el área metropolitana: según las estadísticas, la cantidad de basura recolectada en la región en febrero último fue un 25 por ciento menor respecto de octubre. Los especialistas coinciden en que la caída obedece a la crisis del consumo, producto mediato de la recesión y, más inmediato, del corralito. Las proyecciones para este año hacen prever, para el territorio porteño, un retroceso a los niveles de recolección de nueve años.
El fenómeno fue más evidente, en el último mes, en aquellas ciudades con mayor presencia de clase media: en Capital Federal, la cantidad de basura recolectada cayó el 18,4 por ciento respecto de febrero de 2001, en Vicente López, el 17,9; en San Isidro, el 19,7; en Morón, el 23,4 y en San Martín, el 23,1. Por el contrario, la caída fue menor en los distritos donde predominan las familias más pobres donde, históricamente, los valores ya eran bajos: Florencio Varela (7,4 por ciento), San Miguel (11,4), Moreno (2 por ciento), Presidente Perón (7,4) y Malvinas Argentinas (8,2), entre otros.
Cifras en picada
En febrero, en las cinco zonas en que se divide la ciudad de Buenos Aires se recolectaron 114.093 toneladas de basura. Dos años antes, en febrero de 2000, las empresas habían reunido 162.565 toneladas: la reducción fue del 29,8 por ciento. En febrero, la mayor caída se registró en el área de concesión a cargo de la empresa Cliba, que comprende el micro y macrocentro, Barrio Norte y Recoleta: fue el 23 por ciento menor que en febrero de 2001. “Ya se venía produciendo una caída cada vez más pronunciada: en noviembre fue del 4 por ciento, en diciembre del 13 por ciento y en enero del 16, siembre respecto del año anterior”, afirma Gabriela Ananía, gerente de Comunicaciones de Cliba.
Si se toma en cuenta el área que conforman la Capital y los municipios del conurbano, el volumen contabilizado por el Ceamse el mes pasado fue de 345.998 toneladas de basura, contra 444.652, dos años atrás. El 22 por ciento menos.
Los especialistas suelen medir los niveles de generación de basura en los kilos que produce cada habitante en un día. De acuerdo con ese indicador, los valores producidos en la ciudad de Buenos Aires pasaron de 1,730 kilo por persona, en octubre, a 1,350 en febrero último.
“El impacto en los sectores de clase media es más fuerte porque ese es el sector más ha sufrido el efecto del desempleo en el último año”, dice Artemio López, de la consultora Equis. “Según la última encuesta permanente de hogares, los pobres provenientes de la clase media pasaron en un año del 55 al 60 por ciento del total de pobres: en la zona metropolitana, seis de cada 10 pobres provienen de los sectores medios y ya han superado en cantidad a los pobres estructurales. A esto se suma la caída de consumo por el corralito, sobre todo en la clase media, porque los otros ya habían dejado de consumir”, agrega el encuestador.
Consumo y cirujeo
La caída del consumo es un factor importante, pero no el único, según la opinión de los especialistas. El aumento de la recolección informal o cirujeo, por un lado, y el desvío de los residuos hacia basurales clandestinos, en muchos municipios del conurbano, también aportan lo suyo.
“En los primeros años de la convertibilidad hubo un aumento del consumo por parte de la población y, en forma coincidente, un incremento en la generación de residuos que van a los rellenos sanitarios”, explica elantropólogo Francisco Suárez, docente e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento. En ese aumento del volumen de residuos influyó además –dice el especialista– el aumento en la cantidad de productos importados, como el vidrio y el papel, y la consiguiente reducción del reciclado de esos materiales. “Era más barato comprarle papel a Brasil o metales no ferrosos a Chile que reciclar acá”, pone como ejemplo.
La producción de residuos se estancó después del fenómeno Tequila (1994) y, con más fuerza en el ’99, producto de la recesión. En ese tiempo, a la sombra de la desocupación, comenzó a crecer la presencia del cirujeo. “En 1999, en los municipios de José C. Paz y Malvinas Argentinas, el 25 por ciento de los residuos ingresaba en el circuito informal de recolección”, dice Suárez, citando un trabajo de campo realizado por el Instituto del Conurbano, dependiente de la Universidad.
La presencia creciente de los cartoneros preocupó a las empresas de recolección en la ciudad de Buenos Aires, cuyos beneficios se originan en las toneladas de basura que recogen. “A mediados de 2001, atribuían al cirujeo una caída del 5 al 10 por ciento en la recolección. Por eso presionaron al gobierno porteño para que combata esa práctica”, agrega Suárez. El especialista se refiere además a otro fenómeno con mayor presencia en el conurbano: el desvío de residuos a basurales clandestinos. “Los municipios le pagan 10 pesos por tonelada al Ceamse por la disposición final de los residuos. Si derivan una parte a basurales del municipio, se ahorran una parte importante del presupuesto destinado a la recolección, que es el más abultado en los presupuestos municipales”, agrega Suárez. Y cita como ejemplo el caso de un relleno clandestino ubicado dentro de los límites de Campo de Mayo, un predio administrado por las Fuerzas Armadas.
Para el antropólogo Pablo Shamber, investigador de la Universidad de Lanús, el volumen de basura que va al circuito informal “no es muy significativo” como para provocar una caída tan drástica en la recolección. Si bien coincide en que en 2001 hubo un crecimiento en la actividad que provocó la reacción de las empresas que operan en Capital, aseguró que ese factor no influyó en la merma de los últimos tres meses. “Por el contrario, en diciembre y enero la actividad de los cartoneros se paralizó, porque los acopiadores no les compraban, como efecto de la incertidumbre económica y la falta de efectivo”, agrega Shamber.
Las cosas cambiaron en febrero, tras la devaluación. “El aumento de las materias primas importadas provocó una revalorización del vidrio y los envases de plástico, así como del papel y el cartón. Esto derivó en un aumento de los precios que pagan los intermediarios a los recolectores por esos materiales”, agregó Shamber. El mismo incremento se prevé ahora para las latitas de aluminio.
La socióloga María Bernarda Klemencic, especialista en gestión de residuos sólidos urbanos, también atribuye el descenso en la cantidad de basura a fenómenos asociados con la recesión. En primer lugar, tiene en cuenta la emigración de la población de altos ingresos desde la ciudad de Buenos Aires a countries y barrios privados del Gran Buenos Aires. Esas familias, de todas formas, generan residuos, pero éstos no siempre van a parar a los rellenos del Ceamse: “La recolección en los countries –recuerda Suárez, de la Universidad de General Sarmiento– está fuera del sistema de recolección municipal y muchas veces va a parar a vaciaderos clandestinos”.
Klemencic se refiere también a los cambios en los hábitos de consumo en épocas de crisis económica. “En el rubro alimentos, por ejemplo, la gente consume menos productos con mucho packaging, que son más caros, y los reemplaza por productos frescos.” Coincide además en que, en épocas de dificultades económicas, muchas empresas y los propios municipios transgreden las normas de recolección, al derivar residuos –escombros, productos de la poda, etcétera– a basurales clandestinos, cuando deberían ir a rellenos del Ceamse.
La voz de la calle
Los cartoneros se ocupan de descartar cualquier participación propia en la última disminución del volumen de residuos: ellos mismos encuentran menos materiales para juntar en sus recorridas por las calles. “En la basura se ve el estado del país y nosotros notamos cómo ha bajado, sobre todo en diarios, cartones y el plástico”, dice Cristina Lescano, presidenta de la cooperativa El Ceibo, cuyos socios se despliegan por Palermo, Villa Crespo y Barracas, entre otros barrios.
“Es cierto que hay más cirujas en la calle desde hace unos años, gente que se quedó sin trabajo, que junta papel y plástico pero también ropa y comida en las bolsas. Pero en diciembre todo se paró, no compramos ni vendimos, porque a la cooperativa también le quedó la plata en el corralito”, dice Lescano.
La curva estadística del Ceamse no elude una proyección para el año en curso. Según se prevé, en 2002, la ciudad de Buenos Aires apenas superará el millón y medio de toneladas de basura, un valor similar al recolectado en 1993, en los comienzos de la convertibilidad.

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