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Sociedad|Jueves, 24 de septiembre de 2015
Presos de la cárcel de San Martín leyeron sus textos al sudafricano John Coetzee

Poemas en prisión con un Premio Nobel

Un grupo de detenidos que estudia en el Centro Universitario de San Martín recibió la visita del escritor, que escuchó con atención las crónicas y poemas del encierro y los sueños de libertad. Coetzee dicta un seminario en la Universidad de San Martín.

Por Carlos Rodríguez
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John Maxwell Coetzee frente a la Unidad 48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).

“Me sorprende gratamente cómo les gusta y cómo pueden escribir en las condiciones más difíciles.” John Maxwell Coetzee, el sudafricano Premio Nobel de Literatura 2003, es un hombre de pocas palabras, más allá de lo mucho que ha expresado en sus libros y escritos contra el racismo en todas sus formas. Durante la visita que hizo al Centro Universitario de San Martín (Cusam), que desde 2008 funciona en la Unidad 48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), un manojo de frases, sentidas y sencillas, hicieron conmover a los internos que cursan la carrera de Sociología y que le leyeron al Nobel, traductora mediante, poemas y crónicas que transmitían el dolor del encierro y los sueños de libertad. Los estudiantes del Cusam disfrutaron cada momento de la visita, compartida por Coetzee con los escritores sudafricanos Zoë Wicomb e Iván Vladislavic.

John Maxwell Coetzee está participando en Argentina de la Segunda Edición de la Cátedra Literaturas del Sur. El seminario, dirigido por el escritor sudafricano que reside en Australia, tuvo su primera parte en abril y su secuela se viene realizando desde el lunes 14. La actividad, que finalizará mañana, tiene lugar en la sede de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), cuyo cuerpo docente está a cargo del Centro Universitario de la Unidad 48, al que concurren unos 70 estudiantes procedentes también de las Unidades 46 y 47 del S.P.B.

La Cátedra Literaturas del Sur, organizada por la Unsam, funciona en el marco del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Escuela de Humanidades, como una actividad conjunta de las maestrías en Literaturas de América latina y en Estudios latinoamericanos. En su primera edición contó con la asistencia de los escritores Gail Jones y Nicholas Jose, mientras que en la segunda edición los profesores invitados por Coetzee son los africanos Zoë Wicomb e Ivan Vladislavic, autores de una serie de relatos cortos agrupados en el libro “Miradas: cuentos sudafricanos”.

La visita a la Unidad 48, para conocer el trabajo que está realizando el Cusam desde 2008, fue organizada porque Coetzee quería saldar una deuda, porque en abril no había podido concretarla. Al abrir la charla en el Espacio Cultural Azucena Villaflor, del Cusam, el rector de la Unsam, Carlos Ruta, reconoció, con una sonrisa, que la creación del centro universitario fue fruto “de una inconsciencia” suya, aunque todos, hasta él mismo, se encargaron de aclarar que fue, en todo caso, un acto inconsciente que resultó “totalmente positivo”.

Ruta consideró que con el esfuerzo del personal docente y la apertura que dieron el SPB y las autoridades de la U-48, “se ha logrado construir un espacio de transformación”, donde la consigna fue “pensar haciendo para crecer y creer más allá de las trabas burocráticas; cuando algo me desalienta, lo que hago es venir al Cusam, porque lo que está ocurriendo acá es único en el país y nos llena de esperanza”.

Luego de las intervenciones de las directoras del SPB, Daniela Muttis, y del Cusam, Gabriela Salvini, varios de los estudiantes leyeron poemas y crónicas escritas en los talleres literarios y de creación artística que funcionan dentro de la U-48, en un ámbito abierto a la participación de los internos, sin rejas ni requisas que alteren la actividad de docentes y estudiantes, que se desarrolla de lunes a viernes de 8 a 18.

Además del centro universitario, hay escuelas primaria y secundaria, talleres de arte, de encuadernación y de reciclaje de informática, una panadería y una granja. Los propios internos se encargan del plan de alfabetización para que sus compañeros puedan aprender a leer y escribir.

José, uno de los encargados del taller de encuadernación, le explicó a Página/12 que allí se encuadernan y reparan libros de la biblioteca, y se hacen trabajos para el afuera. En estos momentos están confeccionando 300 agendas que serán distribuidas entre los alumnos de la Unsam.

Los oradores coincidieron en que los estudiantes del Cusam “nos han enseñado a romper barreras” porque “de ellos aprendimos a lograr esta lógica de la convivencia en la que todos somos iguales porque muchos jóvenes que nunca estudiaron, pueden compartir las clases con sus profesores, con alumnos de la Unsam que nunca estuvieron detenidos y que optaron por estudiar acá e incluso con algunos guardias”.

Antonio Sánchez, Martín Bustamante, José “Pólvora” y Mario “Chile”, entre otros estudiantes, le leyeron a Coetzee algunos de sus escritos. Uno de los poemas, Frío de Morir, refleja penurias y lejanas esperanzas de un hombre que lleva 16 años detenido, cuya única meta es alcanzar la libertad para reencontrarse con el mundo que está detrás de las rejas. El autor dice estar en un lugar “donde la muerte duerme con los ojos abiertos”.

Más allá de la esperanza abierta a partir del acceso al conocimiento, a la posibilidad de construir una vida nueva una vez en libertad, las frases de los estudiantes expresaron la impotencia del ser humano ante la dura realidad del encierro traducido en poemas donde abundan “lujuriosos banquetes de pan duro” o crónicas que comienzan a las 7 de la mañana “cuando despertamos de los sueños y rogamos y le pedimos a Dios la dicha de volver hoy a nuestro hogar”.

Emiliano Garrido, estudiante de primer año de Sociología es, además, integrante de Los Espartanos, el equipo de rugby de la U-48. Además de mostrar su mano derecha, con el dedo meñique inflamado que le impide hoy la práctica deportiva, Emiliano se animó a hacerle dos preguntas a Coetzee: “¿Se puede aspirar a algo más luego de llegar a algo tan importante como el Premio Nobel de Literatura? ¿Y en el caso nuestro, a qué podemos aspirar?”. El escritor dio a entender que es difícil ponerse como meta, en lo personal, un logro más alto, pero sí le planteó a Emiliano un desafío: “En su caso, un logro sería jugar en Los Pumas”.

En su diálogo con los estudiantes, Coetzee, que vivió muchos años fuera de Sudáfrica, en los tiempos del apartheid, lamentó no haber podido conocer personalmente a Nelson Mandela, el líder que pasó 27 años preso por su lucha para terminar, en su país, con la hegemonía de la minoría blanca. Ivan Vladislavic aportó, en ese sentido, la experiencia vivida cuando tuvo la oportunidad, tras el fin del apartheid, de conocer la Isla Robben, uno de los lugares donde estuvo preso Mandela.

La recorrida concluyó en la radio que tienen los estudiantes. El Premio Nobel volvió a expresar su satisfacción por los escritos, las ideas y la actitud frente al encierro. La escritora Zoë Wicomb no pudo articular palabra, por la emoción, y el rector Ruta les pidió: “Nunca pierdan la inocencia, sean genuinos como son hoy, nunca caigan en la impostura que tienen los medios de comunicación”. La respuesta fue con la música del grupo Rimas de Alto Calibre, que ya grabó un disco cuyo título tiene el significado de un manifiesto: “Mi sueño es llegar a la libertad”.

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