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Domingo, 11 de septiembre de 2011
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Ajuste de la paridad cambiaria del real con el dólar

Atentos a Brasil

El Banco Central sigue con atención la evolución de la economía brasileña. Evalúan que una suba controlada del dólar en relación con el real no afectará la economía argentina porque, afirman, existe un importante colchón de competitividad en la relación bilateral.

Por Cristian Carrillo
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El real cerró el viernes a 1,67 por dólar, mientras la paridad con el peso se ubicó en 4,24.

La relación entre el peso y el real es seguido con atención por el Banco Central. El análisis que realizan técnicos del organismo monetario es diferente del que efectúan buena parte de los economistas del esta- blishment, que influyen en el sector empresario. Estos manifiestan alertas por la devaluación del real por lo que consideran efecto negativo sobre la competitividad de las exportaciones argentinas. El BC reconoce que existe un riesgo en caso de que el ajuste del real se profundice, pero aclaran que todavía existe margen. Además explican que el recorrido opuesto, o sea, la apreciación de la moneda brasileña, afecta negativamente la tasa de actividad brasileña, lo que disminuye las ventas locales hacia ese país a la vez que aumentan los despachos brasileños por sus excedentes de producción que no pueden colocar en su propio mercado.

Los fuertes vínculos comerciales que existen con Brasil obligan a mantener un constante seguimiento de su economía. Ambos gobiernos acordaron incluso llevar una política cambiaria coordinada en caso de ser necesaria. No obstante, empresarios de distintos sectores insisten en la necesidad de que el Gobierno defina su política cambiaria en sintonía con los movimientos del real, ya que –aseguran– los productos brasileños están adquiriendo mayor competitividad internacional. Por el contrario, economistas como Miguel Bein sostienen que limitar el análisis al comportamiento de la moneda brasileña es un error.

Lo primero que se observa es que los movimientos cambiarios en Brasil en los últimos tres años –tras el estallido de la crisis mundial– fueron muy volátiles y, en su mayoría, las presiones fueron a una apreciación de su moneda. Por el contrario, el peso mantuvo una constante política de leve depreciación que, incluso, se intensificó en los momentos de mayor incertidumbre externa (crisis internacional) y local (lockout de un sector del campo). Esto permitió ir ampliando la brecha entre el tipo de cambio del peso con el del real. Analistas coinciden en que es importante el esfuerzo que realiza actualmente el gobierno brasileño para mantener competitiva su moneda, teniendo en cuenta el fuerte ingreso de capitales. Estiman que el ajuste en su tasa de interés, al bajarla al 12 por ciento anual, no será suficiente para desalentar ese ingreso de divisas.

En el Central apuntan que la mayor preocupación pasa por un posible enfriamiento de la economía brasileña más que por una depreciación del real. “Para la Argentina es mucho más perjudicial un Brasil que no crezca, a uno que sostenga su moneda, porque la sensibilidad que tiene nuestra economía respecto del país vecino tiene que ver con el crecimiento del PIB. Por lo tanto, es mucho más relevante para la suerte de la Argentina que a Brasil le vaya bien y siga creciendo, que la relación bilateral cambiaria”, expuso la presidenta del BC, Mercedes Marcó del Pont. Esto se explica por la complementación productiva que existe entre ambos países, además de que Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas.

Según estimaciones oficiales, un real a 1,80 por dólar, equivalente a un 15 por ciento de devaluación desde la última cotización, seguiría dejando a la economía argentina competitiva. Las luces de alerta se encenderían en caso de que la depreciación sea del 30 por ciento, hundiendo el real a 2 unidades por dólar. En este caso podrían verse problemas en el flujo de comercio y en el desvío de inversiones hacia el socio más grande del Mercosur. En este caso, aseguran desde el Palacio de Hacienda se avanzaría en una política coordinada. En tanto, el ritmo de ajuste de la paridad del peso con el dólar se ha intensificado en las últimas semanas, aunque las estimaciones tanto privadas como oficiales ubican a la divisa estadounidense a fin de año en 4,35 pesos, lo que implicará un alza anual del 8,5 por ciento

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