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El Banco Central pudo esta semana sacar provecho de una serie de factores locales y externos para retomar su tarea de acumular reservas. En los últimos cuatro días el organismo compró unos 530 millones de dólares, más del doble de lo que venía sumando en el mes. No obstante, el saldo final no es tan robusto, teniendo en cuenta que se transita la última parte del período de alta liquidación de exportaciones. La incertidumbre generada entre operadores por los controles a la compra de moneda extranjera, las idas y vueltas en la reglamentación para el ingreso de divisas de exportación, el lockout agropecuario y la especulación de algunos productores esperando mejores precios internacionales le restaron margen de acción al Banco Central.
El objetivo de las mayores restricciones para la compra de divisas es mantener un nivel de reservas holgado, a partir de reducir la demanda para que el Central pueda absorber casi la totalidad del ingreso de los exportadores. Con esa meta, el Gobierno redujo además los plazos para que los exportadores liquiden las divisas en el mercado. Economía había dispuesto que fuera en un plazo no mayor a los quince días. Sin embargo, estas medidas contrajeron las operaciones. Por un lado, la oferta se mantuvo acotada. El volumen de operaciones se redujo a una tercera parte de lo habitual.
La reducción en la oferta se explica por varios motivos. “Los problemas de ingreso de dólares no provienen de los exportadores, sino de los productores que mantienen en silo-bolsas su cosechas a la espera de mejores precios”, señaló a este suplemento una fuente del BCRA. Hasta mediados de mayo la liquidación superaba semanalmente los mejores registros para ese mismo período. Junto a la renuencia por pasar a pesos sus tenencias, los productores son tentados por los precios records que exhiben los granos en el mundo. “Lo que no ingresan ahora lo van a tener que hacer en algún momento”, agregó la fuente. Para incentivar el ingreso, Economía dispuso una serie de exenciones en el plazo de liquidación –llevándolo a 180 días– para empresas de distintos rubros de exportación, principalmente mineras y agrícolas. La flexibilización en esos requisitos recompuso el volumen de negocios.
En la baja de las operaciones incidió además el paro agropecuario que se llevó a cabo en la segunda y tercera semana de junio, como respuesta a la reforma impositiva aprobada por el gobierno bonaerense. A esto se sumó también la necesidad de pesos por parte de las empresas para el pago de aguinaldos. Las compañías mantienen generalmente, a pedido de sus casas matrices, una porción de sus carteras en dólares, y las pesifican para atender obligaciones estacionales.
Este conjunto de factores permitió al Central restablecer el ritmo de intervención, despidiendo la semana con una compra por 150 millones de dólares, cuando hasta el viernes había acumulado en todo junio apenas 220 millones. De todos modos, la compra de dólares no se está reflejando en igual magnitud en el aumento del stock de reservas internacionales. La diferencia es por el uso de las reservas para el pago de deuda soberana, con los bancos europeos (Basilea), la caída de los depósitos en dólares y la variación negativa en la cotización de otros activos en cartera del Central, que vienen en descenso en los últimos meses, en particular el oro
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