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Martes, 2 de agosto de 2011
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J. J. Abrams habla de Super 8, su película producida por Steven Spielberg

“No me interesaba hacer un guiño”

A pesar de sus múltiples proyectos, el realizador de Lost, Misión: Imposible y Star Trek encontró el tiempo para dirigir una de esas películas “de ciencia ficción con niños” que llevaron la marca de Amblin. Y consiguió al jefe de Amblin.

Por Jeff Goldsmith
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Abrams estrena en septiembre dos nuevas series de TV y prepara films de Star Trek y Misión: Imposible.

J. J. Abrams no para. Lost se hallaba a mitad del recorrido cuando su creador debutaba como realizador cinematográfico con la tercera Misión: Imposible. Al mismo tiempo empezaba a desarrollar una nueva serie fantástica, Fringe, y una película de monstruos, Cloverfield. Tras ello se ocupó de relanzar la alicaída franquicia Star Trek, preparando actualmente nuevas entregas de esa saga y de Misión: Imposible. Además de dos series nuevas, cuyo lanzamiento estadounidense se producirá el mes próximo. Entre una cosa y otra, Mr. Abrams se dio el gustazo de escribir y dirigir una de ciencia ficción con chicos, como aquellas que Spielberg patentó en los ’80. El propio Spielberg terminó produciendo Super 8, unánimemente saludada por la crítica en el momento de su estreno, a comienzos de junio, y a punto de llegar, este jueves, a las salas de cine en Argentina.

Algo así como una superproducción económica, con un elenco enteramente exento de famosos, Super 8 narra el descubrimiento, por parte de un grupo de chicos sub-14, de cierto proyecto secreto del gobierno y las Fuerzas Armadas, relacionado con una posible presencia extraterrestre. Con la ascendente Elle Fanning confirmando, después de su llamativa aparición en Somewhere, que ha llegado su hora, Super 8 transcurre a fines de los años ’70, en un pueblito imaginario que recuerda aquellos de Encuentros cercanos del tercer tipo, E.T., Gremlins, Los goonies y Los exploradores, fuentes de inspiración de Mr. Abrams. En la siguiente, el J. J. del ascenso habla de todo ello, de su relación con Spielberg, de sus primeros palotes en súper 8, de cómo crear una película que sea a la vez una comedia, un drama familiar y una de monstruos y del estado de sus múltiples proyectos, tanto en cine como en televisión.

–¿Cuál fue su idea original, a la hora de abordar Super 8?

–Quería filmar una película de ciencia ficción como las que me encantaban de chico. Eran los años ’80 y en la mayoría de ellas tuvo que ver Steven Spielberg, como director o productor.

–Y Spielberg terminó siendo el productor de Super 8.

–Me reuní con él, le conté mi idea, le interesó y decidió que su compañía, la Amblin, la produjera.

–Amblin fue la productora no sólo de E.T. sino de películas como Gremlins y Los goonies, a las que Super 8 recuerda.

–Que Amblin produjera mi película me permitió inscribirla de lleno en el ADN de esa compañía. Hasta ese momento, Super 8 aspiraba a ser como las películas de Amblin. En ese momento pasó a ser una película Amblin hecha y derecha.

–¿Qué clase de participación tuvo Spielberg? ¿Se limitó a poner el nombre de su compañía o se involucró personalmente?

–Se involucró de lleno, desde el momento en que le conté la historia. Me ayudó a desarrollarla, opinó sobre la conformación del cast, se pasó horas en la isla de edición, dando consejos sobre el montaje. Más que productor de la película lo considero un socio creativo y un consultor.

–¿A eso se debe que la película esté protagonizada por niños, que el protagonista tenga –como el chico de E.T.– problemas familiares, que los chicos anden en bicicleta?

–No, todo eso estaba en el guión antes de mi encuentro con Steven.

–¿Buscó hacer explícitas esas referencias?

–No, no me interesaba ninguna clase de cita o de guiño, quería que la película funcionara por sí misma. Que tuviera el espíritu de aquellas películas, pero que fuera de esta época. En términos de diseño de producción, lo mismo: yo no quería que se viera como una de los ’80, sino como una hecha con la técnica y las herramientas de hoy en día.

–Los protagonistas filman películas en súper 8 y eso es algo que usted hizo a la edad de ellos. ¿Hasta qué punto puede considerársela autobiográfica?

–Me basé en mis propias experiencias filmando películas malísimas en súper 8. Pero le juro que mientras las filmaba nunca tuve la suerte de toparme con un monstruo. Lo primero que apareció fue esa intención de recuperar ciertas experiencias infantiles. Recién después vino la historia de ciencia ficción, el monstruo y todo eso. Ahí empecé a pensar en las películas de Amblin, que eran una mezcla de esas dos cosas. La experiencia de la infancia, las amistades infantiles, los primeros enamoramientos, el vivir en un pueblo pequeño, los problemas familiares, por un lado, y la aparición de lo sobrenatural, lo maravilloso o de otro mundo, por otro. En esas películas uno lloraba en una escena, se reía en la siguiente, después sentía asombro y más tarde, miedo.

–Mezcla de emociones y mezcla de géneros.

–Exacto. Esas películas eran comedias, relatos de iniciación, historias de terror y ciencia ficción, dramas familiares y thrillers paranoicos. Todo junto.

–¿A eso aspiraba con su película?

–Ese era el quid de la cuestión.

–Teniendo en cuenta que está metido en un montón de proyectos, es una buena oportunidad para ponerse al tanto del estado en que se hallan. Empecemos por la televisión.

–En septiembre salen al aire dos series nuevas: Person of Interest, sobre un proyecto científico para prevenir crímenes antes de que sucedan, y Alcatraz, una serie fantástica, sobre la misteriosa desaparición de toda la población penal de la cárcel de Alcatraz... y su reaparición, medio siglo más tarde.

–¿Y en cine?

–Voy a dirigir la nueva Star Trek, para la que ya tenemos historia y elenco, y estoy en plena posproducción de la cuarta Misión: Imposible, que se estrena en diciembre. Por otra parte, empezamos a desarrollar ideas para una secuela de Cloverfield. Una de ellas me gusta mucho. Pero recién empezamos, está todo por hacerse.

* Traducción, selección e introducción: Horacio Bernades.

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