Sábado, 5 de junio de 2004
Donde el decano aparece en la cumbre del Aconcagua y se produce un segundo asesinato
Por Leonardo Moledo
Kuhn salió al pasillo donde se habÃa hecho un repentino silencio, un silencio espeso, denso y ligeramente ácido (ph=6). El quÃmico de las cuevas, como un perrito asustado, se habÃa quedado junto a la puerta de la dirección.
–No nos dejan entrar allà –dijo el quÃmico de las cuevas–. Nosotros no podemos pisar el terreno directivo, y debemos ceder los asientos, apartarnos en los pasillos, usar baños especiales, como en la Sudáfrica del apartheid.
Al fondo del pasillo, un grupo de meteorólogos de overall colgaba una inmensa fotografÃa del decano, parado en la cumbre del Aconcagua, con el Ojo de Horus brillándole en la frente y la mancha, leve, levÃsima, de dulce de leche en el bigote.
–No sabÃa que el decano además era alpinista –dijo Kuhn.
–No lo es –dijo el quÃmico–. Esa foto es trucada con Photoshop. El decano quiere ser nombrado Gran Escalador –tÃtulo que en verdad se merece– pero su jefe polÃtico consideró que es demasiado que se lo den por sus cargos sucesivos, sino por algo más vinculado a la naturaleza. Entonces, fabricó esta foto, y el tÃtulo se lo dará el Consejo Directivo en su próxima sesión.
Kuhn se dio vuelta hacia los policÃas:
–Se están llevando el cuerpo –observó.
–Pero no llegaron a ninguna conclusión –objetó el quÃmico–. Parece que los policÃas también consideran que matar a un biólogo no es delito.
–¿También? –se asombró Kuhn.
–Bueno –dijo el quÃmico–, para el decano, un cientÃfico más o menos es lo mismo. Son sus objetos, son sus cosas –aquà habÃa un poco de resentimiento. Era obvio que al quÃmico le habrÃa gustado ser una cosa del decano, un objeto que él apreciara y no sólo puro desecho, basura despreciable en su loca carrera por los cargos.
Pero Kuhn estaba harto de oÃr hablar del decano. Le interesaba más el crimen del biólogo, o incluso el proyecto de producción de fósiles del embajador de Inglaterra. Decidió que, de una manera o de otra, con el Comisario Inspector o sin él, tenÃa que intervenir. Y en ese momento pasaron dos policÃas corriendo: –Acaban de asesinar a un fÃsico en el departamento de geologÃa –dijeron–.
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Creen que puede prosperar la fábrica de fósiles? ¿Y qué piensan de este nuevo asesinato?
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