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Por Leonardo Moledo

Kuhn salió al pasillo donde se había hecho un repentino silencio, un silencio espeso, denso y ligeramente ácido (ph=6). El químico de las cuevas, como un perrito asustado, se había quedado junto a la puerta de la dirección.
–No nos dejan entrar allí –dijo el químico de las cuevas–. Nosotros no podemos pisar el terreno directivo, y debemos ceder los asientos, apartarnos en los pasillos, usar baños especiales, como en la Sudáfrica del apartheid.
Al fondo del pasillo, un grupo de meteorólogos de overall colgaba una inmensa fotografía del decano, parado en la cumbre del Aconcagua, con el Ojo de Horus brillándole en la frente y la mancha, leve, levísima, de dulce de leche en el bigote.
–No sabía que el decano además era alpinista –dijo Kuhn.
–No lo es –dijo el químico–. Esa foto es trucada con Photoshop. El decano quiere ser nombrado Gran Escalador –título que en verdad se merece– pero su jefe político consideró que es demasiado que se lo den por sus cargos sucesivos, sino por algo más vinculado a la naturaleza. Entonces, fabricó esta foto, y el título se lo dará el Consejo Directivo en su próxima sesión.
Kuhn se dio vuelta hacia los policías:
–Se están llevando el cuerpo –observó.
–Pero no llegaron a ninguna conclusión –objetó el químico–. Parece que los policías también consideran que matar a un biólogo no es delito.
–¿También? –se asombró Kuhn.
–Bueno –dijo el químico–, para el decano, un científico más o menos es lo mismo. Son sus objetos, son sus cosas –aquí había un poco de resentimiento. Era obvio que al químico le habría gustado ser una cosa del decano, un objeto que él apreciara y no sólo puro desecho, basura despreciable en su loca carrera por los cargos.
Pero Kuhn estaba harto de oír hablar del decano. Le interesaba más el crimen del biólogo, o incluso el proyecto de producción de fósiles del embajador de Inglaterra. Decidió que, de una manera o de otra, con el Comisario Inspector o sin él, tenía que intervenir. Y en ese momento pasaron dos policías corriendo: –Acaban de asesinar a un físico en el departamento de geología –dijeron–.

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Creen que puede prosperar la fábrica de fósiles? ¿Y qué piensan de este nuevo asesinato?