Chus mejora las palabras, las frases que salen de su boca traducen los desastres cotidianos con la gracia que solo el cine sabe coleccionar. Será porque tiene estirpe de actriz de reparto, de secundaria eterna, como dice el director manchego, y será tambiĂ©n porque esa misma estirpe de segunda fila –que la priva de aparecer en los tráiler– es la que vuelve su voz imbatible cuando queremos recordar una pelĂcula: “QuĂ© cara de sota que tiene la Sole” (Volver), “Mira, paso total de vosotras, me aburrĂs” (QuĂ© hecho yo para merecer esto), “En los pies has salido entero a tu padre, cuando te descalzas te huelen igual igual que a Ă©l, un olor intenso, fuerte, yo casi no puedo respirar” (tambiĂ©n de QuĂ© hecho yo para merecer esto) , “SĂ, son niños pero no te puedes imaginar el señorito ese que tiene mmmm no sĂ© pero vamos! como un hombre! una cosa tremenda” (El año de las luces), “Oye yo no sĂ© quĂ© les he hecho a los skinheads que no sabes cĂłmo me miran” (La flor de mi secreto), “Lo siento pero yo soy testiga de Jehová y mi religiĂłn me prohĂbe mentir, yo solo puedo decir la verdad toda la verdad y nada más que la verdad” (Mujeres al borde de un ataque de nervios). Las frases cĂ©lebres de Chus compiten por el mejor lugar en el ranking, hay más de una por pelĂcula y casi todas ganan. Dones de propiedad de lo secundario, dones de obviedad trágica del Keaton con el que la comparan, dones especiales para producir un plus de angustia, un twist de lástima que la risa protege. Usa como pocas el cockney de vecina que atesoran los pueblos secos de la penĂnsula y tambiĂ©n como pocas sabe darle centĂmetros bucĂłlicos y feudales a las verdades que repiten en queja madres, tĂas y abuelas.
Estudiaba pintura en Bellas Artes cuando debutĂł de casualidad en televisiĂłn, la joven actriz que querĂa pintar cuadros –“me arrepiento de no haber pintado. O de no haber pintado más”, dijo hace pocos años– ocupĂł durante mucho tiempo rincones en el decorado, “ahora abres la puerta y entras” eran las Ăşnicas indicaciones que la artista plástica recibĂa mientras repetĂa apenas parlamentos cortos. TenĂa más de cincuenta años cuando la fama desparramĂł elogios y contratos (filmĂł más de setenta pelĂculas con Armiñán, Berlanga, AlmodĂłvar, Trueba…) y más de sesenta cuando ganĂł el Goya por su Doña Asun en Belle Ă©poque. El Ă©xito la volviĂł indispensable en cortos (en Yo, presidenta suma una frase a su medallero: “No, no, no, el rey no tiene hijos, el rey tiene prĂncipes”), propagandas (navideñas, artĂculos de limpieza, fideos) y tambiĂ©n para promocionar junto a Rossy de Palma el Circuit Festival 2015. La chica AlmodĂłvar (“me gusta decirle sĂ a Pedro”) que con ropa de medio luto, achancletadas zapatillas y guantes siempre hizo personajes inspirados en la madre del director, muriĂł tejiendo cuellos de lana de todos los colores el 4 de abril en AlmerĂa. “Desde que muriĂł su marido perdimos todo el contacto con ella, se la llevĂł su hijo con todo su derecho supongo pero no tenemos los telĂ©fonos” dijo AlmodĂłvar huĂ©rfano una vez más. Se llamaba MarĂa JesĂşs Lampreave PĂ©rez pero todos le decĂan Chus, una noche de festival en San Sebastian mientras firmaba autĂłgrafos supo que allĂ su Chus era Txus y que su MarĂa JesĂşs, Miren Josune, ver aquella escena callejera de bautismo Euskadi por you tube supera oficios de luces en el set y hacen que la paciencia elegante de Chus encuentre el tamaño justo de la memoria cuando ordena sus presuntos triunfos.
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