En su primer libro de poemas, La medianera (una novelita haiku), Silvia Arazi habĂa creado a una serie de personajes que habitaban los poemas como si fueran capĂtulos narrativos; en ellos cobraban vida una visitante inesperada, una voyeur, una pequeña comunidad de niñas y mujeres con edades y lenguajes intercambiables. Claudine y la casa de piedra retoma ese universo –a medias teatral, a medias influido por la literatura de hadas– con el fin de recrear motivos clásicos de la poesĂa por medio de las voces de esos personajes. “–Me gusta el fuego –dijo Claudine, mientras arrojaba/ fotos viejas al hambre de los leños./ QuiĂ©nes son, preguntĂ©./ –Marcelo, Javier, el gato, la Medianera, la Mujer que espĂa./ Las fotos del pasado olvidan fácilmente el ardor de la rosa”, se lee en “Fuegos”, poema-escena donde Claudine comienza a escribir sus sueños provista de pluma, papel y cartera. “El nombre evoca a Colette y tambiĂ©n a lo extranjero. Claudine es una mujer-niña que entra y sale de la historia, como un pez de aguas lejanas, impregnándola con su misterio y su candor –dice Arazi–. Es alguien que está y no está, que crea en el relato una realidad enrarecida, como en los sueños.”
La extranjera, aun en la oscuridad de la casa de piedra, puede escribir “versos claros como lirios”; sus palabras dobladas, aplastadas en los bolsillos de un abrigo, toman “forma de sol”; se retoca los labios, contra lo que indican los prospectos, las madres y los amantes, con carbón. Intercambia versos, a los que conserva como monedas falsas, por pan perfumado. Además de paradojas y contrastes, la presencia de Claudine en la casa de piedra permite una reflexión, similar a un espejismo, sobre la escritura-escenario que la alberga: “Bebe un sorbito de té y agrega:/ –Son bellas y son tristes. Viven mirando el cielo,/ contando las estrellas,/ escribiendo tonteras de mujeres vecinas/ que toman té/ en el patio,/ mientras hablan de flores”. Claudine provee dos miradas.
Arazi señala que hace tiempo dejĂł de escribir novelas y cuentos ceñidos a un gĂ©nero estricto, como hizo en La mĂşsica del adiĂłs y La maestra de canto, que en 2016 el sello Letras del Sur va a reeditar. “Luego tuve un silencio en la escritura que durĂł siete años. Me sentĂa enlatada. La medianera y Claudine y la casa de piedra me llevaron a un lugar abierto, algo asĂ como al paĂs de los espejos. No sĂ© bien si son libros de poemas, novelas o textos dramáticos”, dice. Su nuevo libro trabaja en los bordes de varios gĂ©neros: narraciĂłn en verso, indicaciones escĂ©nicas para un poema, monĂłlogos y personificaciones, literatura infantil filtrada por el romance y el drama (y por el drama del romance), novela rosa que cuestiona los clichĂ©s de la novela rosa. “Me entrego a lo que me pide el texto con docilidad. Y con algo de locura, tambiĂ©n”, señala la autora.
La continuidad entre el libro anterior y el actual es posible por la elecciĂłn de ese personaje mágico, cándido y sabio que abre las puertas de la casa de piedra y guarda sus secretos en el Gran Placard. No son, sin embargo, secretos pueriles: violencia, abandono, melancolĂa. “Los dos libros tienen mucho en comĂşn, aunque Claudine y la casa de piedra asume, por momentos, un tono más sombrĂo. ComencĂ© a escribir La medianera hace más de diez años y guardĂ© esos poemas mucho tiempo, como quien guarda una prenda Ăntima. Hace tres años volvĂ a ese material y lo trabajĂ© hasta que encontrĂł su forma.” Arazi observa que no sĂłlo se guarda lo que se oculta sino tambiĂ©n lo que se calla. Actriz y cantante además de escritora, ella cree en la fuerza del silencio. Uno de los poemas de la serie de “Conversaciones” lo expone de este modo: “Hubiera querido decirte que/ contarte los/ cuando mis manos se// Hubiera podido mostrarte mi/ donde golpeaba la/ mientras sangraba por”. El silencio grita.
Claudine y la casa de piedra
Silvia Arazi
Ediciones del Dock
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.