Basta hojear un tratado de Derecho para descubrir que la justificaci贸n de la prescripci贸n de un delito es la necesidad de olvidar. En l铆neas generales, se trata de una suerte de amnesia legal que permite exculpar al que viol贸 la ley, ya sea porque 茅ste muri贸, porque pas贸 el tiempo y prob贸 su 鈥渞einserci贸n鈥 en la sociedad, porque no hubo condena o porque la v铆ctima lo perdon贸. El caso de Roman Polanski, que sigue detenido mientras Suiza decide su extradici贸n, no se aparta de esta concepci贸n. Resulta comprensible que la v铆ctima, que fue violada a los trece por el cineasta y cuyo nombre es vox populi desde entonces gracias al descuido de la prensa y la Justicia, haya perdonado al agresor para olvidar este episodio que la persigue desde hace a帽os. Resulta comprensible tambi茅n que los amigos y familiares del realizador, entre los que se halla su mujer y madre de sus hijos, la francesa Emmanuelle Seigner, exijan su libertad. Tambi茅n suena l贸gico el pedido de liberaci贸n del director firmado por luminarias del cine como David Lynch y Martin Scorsese. Los firmantes argumentan que el caso es viej铆simo, que en su momento Polanski pas贸 42 d铆as en la c谩rcel, que la v铆ctima retir贸 la denuncia y que debe reabrirse el debate sobre la prescripci贸n. Argumentos leg铆timos que, sin embargo, tratan de ocultar lo evidente: la existencia de una Justicia distinta para los ricos y famosos.
Mientras que en el imaginario estadounidense a煤n resuenan las absoluciones de estrellas acusadas de femicidio como el futbolista O. J. Simpson o el actor Robert Blake, como en una especie de cofrad铆a farandulera, famosos de toda laya dieron por estos d铆as su opini贸n sobre el tema aline谩ndose con el director de El beb茅 de Rosemary. Whoopi Goldberg demostr贸 que su compromiso en la defensa de los derechos de los ni帽os 鈥攄esde el 2003 act煤a como embajadora de Buena Voluntad de Unicef鈥 es tan s贸lo uno de los tantos hobbies 鈥減rogre鈥 que algunos famosos ejercen con pasmosa liviandad. En el programa que conduce, Theview, esta abuela de una adolescente de 13 a帽os afirm贸 ante millones de televidentes que lo de Polanski no fue una 鈥渧iolaci贸n-violaci贸n鈥. Peor a煤n, la primera mujer que condujo en solitario la ceremonia de los Oscar indic贸 que 鈥渘o me gusta cuando uno se apasiona con un tema y no cuenta con toda la informaci贸n. Somos [Estados Unidos] una sociedad distinta. Vemos las cosas de forma diferente鈥, dijo en su confusa defensa del director. Enseguida, la coconductora, el otrora icono de la TV estadounidense ahora reconvertido en celebrity de cabotaje, Melissa Gilbert (鈥淟aura鈥 en La familia Ingalls), exclam贸 que 鈥渁 esta altura, el castigo [a Polanski] puede ser excesivo鈥, am茅n de culpar a la madre de la v铆ctima por 鈥渄ejar a una ni帽a sola en casa de un hombre mayor鈥.
Lo ins贸lito es que, en un caso que nada tiene que ver con las diferencias culturales entre pa铆ses sino con las leyes en vigor, mientras Goldberg y compa帽铆a se perd铆an en descabelladas diatribas, el ministro de Cultura franc茅s, Fr茅d茅ric Mitterrand, lanzaba comentarios del mismo tenor nacionalista. 鈥淟os Estados Unidos dan miedo (...) han mostrado su verdadero rostro鈥, exclam贸. Para coronar la verg眉enza del gobierno franc茅s, el ministro de Relaciones Exteriores Bernard Kouchner no tuvo mejor idea que pedirle a su hom贸loga norteamericana, Hillary Clinton, que intercediera por el cineasta 鈥攍a respuesta de la secretaria de Estado fue que el asunto est谩 en manos de la Justicia californiana鈥.
El cuadro de amnesia colectiva se completa con el tratamiento de la noticia por parte de los medios. Es cierto que la mayor铆a de los diarios norteamericanos coincide en que Polanski debe ser extraditado y juzgado en ese pa铆s. Sin embargo, a pesar de que la Justicia prob贸 que hubo violaci贸n The New York Times sigue diciendo que Polanski 鈥渢uvo sexo鈥 con una nena. El diario neoyorquino pide la cabeza del director, pero la elecci贸n de las palabras no es un detalle, sobre todo cuando cualquiera sabe que 鈥渢ener sexo鈥 implica que ambas partes est茅n de acuerdo y que una 鈥渧iolaci贸n鈥 implica precisamente la falta de consentimiento, que incluye pero no se limita a decir 鈥淣o鈥 y ser drogada por el agresor, como figura en la declaraci贸n de la v铆ctima de Polanski (las transcripciones de su testimonio ante la Justicia circulan por Internet). De todas formas, para la ley norteamericana, con o sin consentimiento, tener relaciones con un menor de edad es un delito que no s贸lo no prescribe, sino que, en nombre de todas aquellas personas, adultas o chicas, que son abusadas o violadas cada d铆a, busca que se lo recuerde.
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