Elizabeth Taylor es la tapa de Vanity Fair. El 27 de febrero cumpli贸 78 a帽os pero en la foto de la revista es joven, muy joven, tiene un traje de ba帽o blanco, los breteles apenas ca铆dos, los labios rojos y la sonrisa esperada. No es un obituario, Liz est谩 viva, sin embargo la que posa en el agua no es la se帽ora que colecciona estragos en la caravana encendida de la memoria, es otra, es aquella que nos recuerda a la apasionada Maggie de El gato sobre el tejado de zinc caliente, la belleza al servicio de lo evidente.
El motivo de la nota amparada por esa imagen eterna lo dan las cartas de amor que Richard Burton le escribi贸 y que ahora ella decidi贸 publicar. H谩ganse a un lado parejas glamorosas de Hollywood porque Liz y Richard vienen a demostrar que ya lo hicieron todo y mucho antes que ustedes dicen los de Harper-Collins, encargados de lanzar el pr贸ximo 15 de junio el libro Furious Love: Elizabeth Taylor, Richard Burton, and the Marriage of the Century. Unos d铆as antes, a modo de anticipo, Vanity Fair abri贸 y estir贸 esos papeles tantas veces doblados y public贸 algunos fragmentos amorosos.
Seg煤n la revista, la se帽ora Taylor ha elegido algunas cartas 鈥損ara la edici贸n que hicieron Nancy Schoenberger y Sam Kashner鈥 y ha guardado otras, en especial una, en la que Richard Burton le ped铆a que volvieran a estar juntos. Liz Taylor recibi贸 esa carta y la ley贸 por primera vez cuando volv铆a de los funerales del actor. Los editores aseguran que la protege en su mesa de luz y que no deja que nadie la lea completa.
Elizabeth, 鈥渓a peque帽a boba鈥, 鈥渕i tontita鈥 como la llama Burton en muchas de las cartas, s铆 ha permitido que se publiquen otras en las que le declara su amor y su admiraci贸n: 鈥淪i me dejas voy a tener que matarme. No hay vida sin ti鈥; 鈥渟os la mejor actriz en el mundo, que, combinada con tu extraordinaria belleza, te hace 煤nica (...) la m谩s graciosa entre las actrices c贸micas, m谩s graciosa que W.C. Fields y la m谩s tr谩gica entre las tr谩gicas鈥, y tambi茅n esa otra en la que el actor gal茅s que alguna vez quiso ser escritor reflexiona sobre la idea del amor: 鈥淓ncuentro muy dif铆cil permitir que toda mi vida descanse sobre la existencia de otra criatura. Encuentro igual de dif铆cil, por mi innata arrogancia, creer en la idea de amor. No existe tal cosa, eso me digo a m铆 mismo. Hay lujuria, claro, el uso y los celos, el deseo, y descarga de energ铆a, pero nada que tenga que ver con esa est煤pida idea del amor. 驴Qui茅n invent贸 ese concepto? He destrozado mi cerebro miserable y sigo sin encontrar respuesta鈥.
Un derroche de expectativas guardan las cartas de amor cerradas y quiz谩 s贸lo se leen para confirmar lo que ya se sab铆a. Tal vez por eso, y cuando los rumores de un posible matrimonio nuevo 鈥揺l n煤mero nueve para la se帽ora Taylor鈥 ganaban l铆neas en el gossip de las p谩ginas de espect谩culos, Elizabeth volvi贸 a su refugio, como los animales que reconocen en la madriguera la 煤nica vida posible del bosque. All铆, en las s铆labas epistolares que recuperan 鈥搉unca pierden鈥 la voz asombrosa, la voz estent贸rea, la voz bautizada con todos los nombres, estalla la glotoner铆a volc谩nica del amor vivido.
Si alguien pens贸 que ya era tiempo de decirle basta a Taylor y Burton, que ya era hora de dejar de repetir que se conocieron filmando Cleopatra, que ambos estaban casados cuando se enamoraron, que el Vaticano los castig贸 por adulterio, que la furia amorosa de la pareja en la vida cotidiana invalidaba cualquier escena que tuvieran que interpretar en 驴Qui茅n le teme a Virginia Woolf? insisto, si alguien pregunta: 驴Cu谩ndo es tiempo de decir basta? se encontrar谩 con la se帽ora Taylor haciendo uso de sus siete vidas felinas y respondiendo: nunca.
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