Las despedidas suelen estar envueltas por la nostalgia y, en muchas ocasiones, también son dominadas por la angustia. Seguramente esa mezcla fue lo que sintieron los hinchas de Independiente ayer, luego del encuentro ante Estudiantes. Las miradas perdidas y un silencio sepulcral
fue la escena del final, cuando la derrota ya no podÃa modificarse. Si bien el conjunto de Avellaneda quedó a siete puntos del lÃder Lanús –quedan nueve en disputa–, todo parece indicar que la hazaña de alcanzar el tÃtulo ya es una utopÃa.
Pero el dolor debe ser más grande aún si los seguidores de Independiente recuerdan el comienzo arrasador que tuvo el equipo en este torneo, cuando las cuatro primeras victorias llevaron las ilusiones a su punto extremo. Por estas horas, con la sexta caÃda sumada ante los platenses, todo aquello vivido en el inicio quedó demasiado lejos.
Una vez más, el equipo tampoco ofreció ayer la solidez necesaria para los grandes logros. Y todo se desmoronó a los 45 minutos del primer tiempo, cuando Pablo Piatti convirtió de cabeza el gol del empate de Estudiantes, luego de un desborde de Verón por la derecha. En ese instante, la débil estructura del local fue cediendo lentamente, y tuvo su continuidad en el segundo tiempo, donde Independiente ni siquiera construyó una sola oportunidad para marcar un gol.
Los problemas se evidenciaron más cuando los cambios ofensivos dispuestos por el técnico Pedro Troglio no pudieron revertir la situación, y la imprecisión y el nerviosismo se habÃan apoderado de algunos jugadores. Fue en ese momento cuando Estudiantes aprovechó para jugar con mayor tranquilidad, y asà llegó al segundo gol marcado por Barroso, quien tocó la pelota ingresando por la derecha, después de un envÃo de BenÃtez desde el otro sector que no pudo contener Assmann.
Independiente no sólo no tuvo respuestas futbolÃsticas sino sobre todo anÃmicas, y entonces el gol de Denis que lo habÃa puesto en ventaja quedaba muy olvidado. Montenegro no ocupó el rol de conductor, el mediocampo no podÃa prevalecer ante el gran despliegue de Braña (el más destacado), y la defensa sufrÃa ante cada contraataque. Incluso Assmann evitó el tercer gol al taparle un remate a Moreno y Fabianesi. Ahà ya nadie recordaba las dos pelotas clave que controló Andújar en la primera parte, en las cuales intervino Montenegro, que le hubieran permitido al local aumentar la ventaja.
En medio de la desesperación, Independiente terminó lanzando la pelota al área sin criterio, con la intención de que Denis o el ingresado Moreno pudieran gritar con algún cabezazo. Un recurso demasiado pobre para un equipo que aspiraba a mucho más, y su presente le hizo ver hasta dónde podÃa llegar. El duelo ante su clásico rival dentro de dos semanas será el último espacio para por lo menos despedirse del certamen con otra estampa. Tan sólo para eso.

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