No hubo silbidos para Abel Alves (que hace rato no sabe qué trole hay que tomar), ni para Riquelme (que se hizo echar y se perderá por lo menos un partido). Tampoco para Javier GarcÃa (que cometió un error enorme en su viaje a ninguna parte en el segundo gol de Central), ni para Jesús Méndez (que les dio muchÃsimos pases a sus ex compañeros y perdió más de una pelota por cancherear). No hubo abucheos para el falso brasileño Luiz Alberto (que continuó con sus desprolijidades), ni reclamos a Palermo (que no tocó una y hace cinco fechas que no moja), ni insultos para el equipo todo que sumó una nueva derrota, una nueva frustración y ni siquiera sacó un empate en su propia cancha ante un flojÃsimo rival.
No hubo nada de eso porque Rafael Furchi absorbió toda la calentura de la Bombonera y quedó como el gran culpable de la derrota. El gran pecado del árbitro fue cobrar un foul que Chávez no habÃa cometido y del que, en realidad, habÃa sido vÃctima, en la jugada previa del segundo gol de Central. También actuó con cierta vehemencia, que se entendió como animosidad, en la tarjeta al colombiano Bonilla, cuando los rosarinos pretendÃan dormir la pelota en el banderÃn del corner. Eso fue todo. Por lo demás, Furchi arbitró más o menos bien y no cometió errores importantes. Y, naturalmente, el árbol donde se tallaron un par de fallas del juez no puede tapar el bosque en llamas de Boca.
El equipo de Alves no mereció perder, pero tampoco hizo demasiados méritos para quedarse con los tres puntos. Se suponÃa que la de ayer debÃa ser una tarde de recuperación. Con los mismos futbolistas que le habÃan ganado a River se enfrentaba a un equipo joven, técnicamente discreto, anÃmicamente destruido, condenado a pelear desde muy abajo para zafar del descenso. Frente a ese rival, que llegó a la Bombonera con el objetivo de correr y meter mucho, sacar la pelota de su área de cualquier manera y esperar un error rival, Boca hizo muy poquito y encima cometió los errores que los rosarinos necesitaban para tener alguna chance.
Boca jugó espantosamente en el primer tiempo, lapso durante el cual casi no creó situaciones de gol y se fue al descanso perdiendo 1-0 porque nadie del fondo se enteró del cabezazo de Burdisso y de la soledad de De León para empujar la pelota a la red. El arquero de Boca –que no tuvo nada que ver en ese gol y que en ese primer tiempo habÃa tenido un par de intervenciones brillantes en remates de media distancia de Paglialunga y Gómez– tuvo una participación decisiva en el segundo gol. Salió del arco, después de dudar, a buscar por arriba una pelota que no llevaba demasiado peligro y se llevó por delante a un par de compañeros, permitiendo a GarcÃa desviar la pelota hacia donde estaba Caraglio, quien cabeceó hacia el arco vacÃo. En el medio de esos dos goles, Boca habÃa convertido el suyo (buen remate de Riquelme, rebote en GalÃndez, toque de Gaitán) y amenazaba con más. Empujada por una hinchada que en ningún momento paró con el aliento, anduvo cerca de GalÃndez, pero lejos del gol.
Boca perdió el partido con el cabezazo de Caraglio y antes habÃa perdido a Medel (lesionado) y lo perdió a Riquelme (expulsado). Y también perdió el rumbo. Pero de eso ya hace bastante.

Estadio: Boca.
Arbitro: Rafael Furchi.
Goles: 43m De León (RC); 60m Gaitán (B) y 89m Caraglio (RC).
Cambios: 45m Chávez (5) por Luiz Alberto (B); 57m Erbes (5) por Medel (B); 82m Gurrieri por De León (RC) y 91m Valentini por Caraglio (RC).
Incidencia: 88m expulsado Riquelme (B).
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